Agencias / MonitorSur / Puebla, Puebla.- En inglés se conoce por el término STEM al conjunto de materias del conocimiento consideradas indispensables para la construcción del futuro: Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas. Cada uno de estos grandes campos concentra una serie de disciplinas y especialidades las cuales, cada una a su manera, se espera crezca en importancia en el transcurso de los próximos años. En este sentido, la robótica se ha posicionado como un campo de estudio particularmente relevante , gracias a los beneficios que traería a la civilización en las décadas entrantes, razón por la cual un grupo de niños en Puebla ha comenzado a aprenderla.
El doctor Gustavo Rubín Linares, de la Facultad de Ciencias de la Computación de la Benemérita Universidad de Puebla (BUAP), imparte un curso de los fundamentos de la robótica a jóvenes entre 6 y 13 años. Desde sus inicios, casi 800 niños de primaria y secundaria han pasado por sus aulas para tomar alguno de los 12 módulos que se ofrecen en temas variados de la disciplina. En otoño y primavera se ofrece esta actividad en modo curricular, pero también existe una modalidad abierta para quienes quieran aprender en verano.
Para Rubín Linares, de acuerdo a la entrevista que concedió al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el objetivo de estos cursos y talleres es incentivar un gusto por la ciencia y la tecnología en los menores; con el fin de formar mejores estudiantes de ingeniería, electrónica, computación y robótica. De hecho, en su experiencia, ha habido niños quienes ” después de tomar su primer módulo siguieron y ahora ya van en el módulo 12, el equivalente a un trimestre de la carrera [universitaria]”.
Estos cursos buscan, de acuerdo con el doctor Linares, romper con los esquemas tradicionales de educación y enseñarles a los jóvenes no a base de dictados, repeticiones o lectura, sino a través del juego y el sentido de descubrimiento. Además de aprender fundamentos de robótica y programación, los niños obtienen herramientas como abstracción matemática, razonamiento, capacidad de retención y habilidades del trabajo en equipo. Por otro lado, los profesores e instructores (estudiantes y egresados de licenciaturas e ingenierías) también se llevan consigo lecciones en aptitudes docentes y refuerzan los conocimientos vistos en clase.
Pilar Amador Alarcón, graduada de la BUAP y una de las instructoras del curso, detalla cómo los jóvenes comienzan a experimentar con materiales didácticos llamados K’Nex, robots no-programables cuya función es enseñarles a los niños algunas bases de mecánica y física. Posteriormente utilizan sets de Lego para instruir en fundamentos de programación y algoritmia, así como reforzar el aprendizaje de construcción. Al final trabajan con artefactos de plataforma libre creados por la misma Facultad para así obtener conocimientos sólidos, al final del doceavo módulo, en múltiples disciplinas STEM.
No existen requisitos de conocimiento previo para asistir a estos talleres, únicamente saber leer y escribir, ser independientes y tener grandes deseos por descubrir, aprender y divertirse. Entre los proyectos finales más recientes creados por estos jóvenes ingenieros resalta el de un estudiante de apenas 12 años, quien se encuentra en el desarrollo de su primer teléfono celular. El niño, al final del curso, habrá hecho el modelado, asignación de funciones a cada botón, programación y armado del prototipo de su dispositivo.
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