Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- El emprendedor ecuatoriano Gabriel Helguero desarrolló un algoritmo que permite realizar “biomodelos” en tres dimensiones (3D) de órganos humanos con patologías, con el objetivo de ayudar a los médicos en la planificación de sus operaciones quirúrgicas.
“Lo que nosotros hacemos es tomar la data que se obtiene en imágenes médicas, como tomografías, resonancias magnéticas, inclusive los ultrasonidos con tres dimensiones, y, con esa nube de puntos que hay, creamos un modelo en 3D que luego imprimimos, también en 3D”, explicó el emprendedor, en entrevista con RT.
Con esta tecnología se pueden plasmar órganos humanos, en tamaño real, con deformaciones, tumoraciones o defectos estructurales.
Helguero, ingeniero mecánico con maestría enfocada en manufactura aditiva y doctorado focalizado en bioingeniería, explica que su producto “no es un reemplazo ni un implante”; es un modelo que “busca convertir esa data del paciente en algo real”. Esta línea de producto, dentro de su emprendimiento Helguero 3D, la denominó PrintMed.
¿Para qué sirve un órgano 3D?
Helguero explica que con estos biomodelos busca transformar la manera en que los doctores planifican sus operaciones quirúrgicas, para que sean “más eficientes” y, además, puedan “mejorar la calidad de vida de los pacientes”.
El joven emprendedor señala que con el órgano en 3D, el médico podrá ensayar antes de una intervención quirúrgica. “Nos aseguramos de algo primordial: el doctor no se va a encontrar con sorpresas dentro del quirófano“, asegura.
Además, el ingeniero afirma que ingresar al quirófano con un ensayo previo de la operación “significará que el paciente va a estar menos tiempo expuesto (abierto), habrá menos sangrado y tendrá un mejor postoperatorio”.
La reducción del tiempo en el quirófano —menciona Helguero— generará “un ahorro de costos muy significativo”.
Diferentes ramas médicas
“Yo le doy el biomodelo al doctor y él puede enseñárselo al paciente y explicarle cuál es el problema que tiene y cómo lo va a solucionar”, menciona Helguero.
Cuenta que las especialidades médicas que solicitan más biomodelos son la oncología, que estudia los tumores y su tratamiento; el área maxilofacial, que abarca enfermedades, heridas y aspectos estéticos de la boca, dientes, cara y cuello; así como de cardiología, que se encarga del estudio, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del corazón y del aparato circulatorio.
El joven relata que, tras dar a conocer su emprendimiento, se ha encontrado con dos grupos de médicos. Unos ponen “resistencia” ante la invención porque, por su experiencia, “piensan que no lo necesitan” o “creen que es muy caro”.
Al respecto, Helguero explica que “un biomodelo es mucho más barato que una hora de quirófano”. El ingeniero argumenta que 60 minutos de una intervención puede costar entre 200 y 600 dólares, dependiendo del hospital, mientras, que un biomodelo puede estar entre los 40 y 120 dólares.
Pero, contrasta, también hay “médicos, principalmente jóvenes, doctores innovadores, que entienden cuál es el potencial de esto y que es una herramienta que ayuda, que no los reemplaza, sino que les ayudan a planificar de una mejor manera los procedimientos quirúrgicos”.
Helguero destaca que la medicina es una de las pocas profesiones en las que “no hay mucho rango para ensayar”. Por ello, considera que tener la oportunidad de practicar previamente la intervención quirúrgica, puede ofrecerle a los galenos mayor seguridad “de lo que van a hacer”.
Dependiendo de la complejidad del órgano, este joven puede demorar en tener el biomodelo listo entre 12 y 48 horas.
Los modelos son hechos con material biodegradable y esterilizable, para que pueda introducirse al quirófano; pero también tienen algunas piezas que son biocompatibles, en caso de que sea necesario tener contacto con el paciente.
“Sustituto del yeso”
Además de crear órganos con patologías para la planificación médica al momento de una operación quirúrgica, Helguero tiene otras tres líneas de trabajo.
Una de esas líneas es Exoprint. Se trata de la elaboración de férulas (molde flexible) para la inmovilización de partes del cuerpo, creadas con impresión 3D. “Busca ser el producto sustituto del yeso, un material que es pesado, produce una picazón horrible y hasta atrofia el músculo”, señala.
“Exoprint cumple los mismos objetivos del yeso, pero lo imprimimos en un material biodegradable, que no va a picar. Hacemos un diseño estructural abierto, es completamente personalizado, de diferentes colores y motivos, y es resistente al agua”, comenta.
Su estructura abierta, además, “permite colocar sensores de electroestimulación para mejorar las rehabilitaciones y hacerlas más rápidas”, dice.
También tiene Printbaby3d, mediante la cual imprime el rostro de los bebés aún en estado de gestación.
“La madre que esta embarazada se va a ser una ecografía 3D y nosotros le entregamos este ‘souvenir’ como un recuerdo, en escala 1:1, el tamaño real del bebé en ese momento”, dice Helguero.
Y la otra línea es Printópolis, mediante la que brinda acceso a servicios de ingeniería, diseño e impresión 3D al sector industrial. “Es para industrias que quieren desarrollar nuevos productos y necesitan tener un prototipo rápido de lo que está produciendo”, detalla.
Este joven emprendedor, además, realiza investigaciones para reemplazar productos que se usan actualmente como implantes que son “metálicos o cadavéricos, y no permiten que el hueso vuelva a crecer”.
Su objetivo es realizar, con la misma tecnología, impresiones de implantes trabeculares, a las que se le podrían células para excitarlas químicamente y lograr así “que comiencen a producir hueso”.
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