Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- Cuando uno se presenta a presidente de una entidad como el Barcelona, tiene que tener en cuenta que igual va y gana. A veces, parece que la campaña de Laporta era poco más que un ejercicio de vanidad, de autopromoción, de nostalgia… y no un intento sincero de reflotar el club como sí consiguió en 2003, después de la era Gaspart. Todos sabemos cómo dejó Bartomeu el Barcelona y todos sabemos que de esa gestión vienen todos los males actuales. Muy bien. Pero cuando se votó nuevo presidente, se votó a alguien que solucionara lo hecho por la anterior junta y no se limitara a repetir que todo es culpa suya.
¿Ha cumplido Laporta con esa función? Económicamente, no lo sabemos. De entrada, da la sensación de que nunca tuvo un conocimiento exacto de las cuentas y que nunca se preocupó demasiado en tenerlo. Llegó prometiendo una renovación de Messi que luego se demostró imposible. No por voluntad, sino por matemáticas. Si algo es matemáticamente imposible en agosto, ¿cómo no va a serlo en abril, mayo, junio, julio…? Laporta se limitó a cerrar los ojos y esperar a que en el último momento el camión que venía de frente se apartara -en este caso, que Messi, no se sabe bien por qué, aceptara jugar gratis y LaLiga lo permitiera-. Como estrategia presidencial deja bastante que desear.
Por lo demás, parece que la junta actual lo fio todo a la carta de la Superliga y la Superliga está como está, varada en un socavón. No hay soluciones más allá de pedir más créditos y no solo quedan contratos importantísimos que resolver sino que es obvio que ese estadio habrá que renovarlo tarde o temprano, con el pastizal que eso supone. ¿De dónde saldrá? Del pensamiento mágico, porque propuestas vuelve a no haber ninguna. Sin duda, Laporta lo intenta, o eso parece. Pero está superado, no sabe por dónde le vienen y a cada mes se descubre un agujero más grande que no se había investigado de entrada, cuando todo eran celebraciones por el poder recuperado.
Lo más grave en el terreno económico coincide con lo más grave en el terreno deportivo: la marcha de Koeman. Habrá que pagarle un finiquito que aún no se le ha pagado ni a Quique Setién. Veremos si el entrenador holandés tiene la paciencia y la mano izquierda del cántabro. No tiene pinta. Si realmente era inevitable; si ya desde el verano, Laporta sabía que era lo más lógico deportivamente… ¿por qué no se hizo antes? Al final, no solo se ha gastado el dinero -si lo encuentran- sino que se ha perdido un tiempo valiosísimo. Han comprado entradas de palco para un partido que ya se ha jugado.
Eso no quiere decir, insisto, que no haya habido intentos sinceros de reducir la deuda… pero han ido en detrimento de lo económico. En principio, los fichajes de Memphis, Agüero y García a coste cero tenían buena pinta. La marcha de Griezmann era inexcusable para poder respirar un poco. Lo que pasa es que la deriva del club ha influido mucho en el rendimiento de estos jugadores. Para empezar, Agüero se lesionó nada más irse Messi y acaba de volver. Poco se puede decir del argentino de momento, salvo que, por una cuestión de edad, su mejor fútbol ya ha quedado atrás.
Eric García ha sido un desastre desde el primer momento: puede que el sistema de Koeman no le beneficiara, pero el sistema de Koeman no dice en ningún lado que no hay que ir a por un rechazo en el área pequeña y que mejor dejar que Lucas Vázquez te gane la posición y sentencie un Clásico. Sus errores han sido groseros y notorios. Quizá comprensibles en un chico tan joven, pero no está nada claro que este nivel sea el suyo. No teníamos esa duda con el Memphis que empezó la temporada, pero sí con este Memphis deprimido que no apareció contra el Atlético ni contra el Real ni contra el Bayern ni contra el Benfica. Buenos partidos ante equipos mediocres… y a veces, ni eso. El penalti fallado ante el Rayo es una anécdota. Su falta de lectura del juego ofensivo, no tanto.
Hablar de Luuk de Jong sería absurdo. Todos saben que no pinta nada en el Barcelona y que fue un recurso desesperado por las lesiones. Laporta lo fichó pese a todo y ahora tendrá que ver qué hace con él y con su sueldo. Uno más a pagar. El problema de haber dejado pasar tanto tiempo hasta la destitución inevitable es que todos los jugadores se han devaluado en este período. Todos han parecido mucho peores de lo que realmente son. Todos se han dejado arrastrar por el desánimo y la falta de confianza mientras su entrenador salía a criticarles públicamente en rueda de prensa o hacía aspavientos desde el banquillo frente a todas las cámaras. Imaginen a Eder Sarabia comportándose así…
Koeman ha querido acabar con sus jugadores pensando que así se iría él de rositas. Lo intentó también en el Valencia y no le salió bien. Probablemente, la táctica la aprendió de Cruyff, por otro lado… pero Cruyff era un genio y a los genios se les perdonan incluso esas cosas. A un paso de la eliminación en Europa y hundido en la mitad de tabla en la liga española, el Barcelona se encuentra sin entrenador y sin líderes en el vestuario. Algo tendrá que ver el presidente en todo esto, que parece que siempre está de paso. ¿Es el gran culpable de la situación? No. ¿Ha hecho algo relevante hasta ahora para remediarla? No. Incluso ha dudado de su propio instinto. Llega, ahora ya sí, el momento de las decisiones inexcusables. De lo que pase de aquí a junio dependerá en buena parte el futuro a corto plazo de su Junta y el legado que deje Laporta en la historia del club. Más le vale ir espabilando, ya no hay tiempo para excusas.
Con información de la agencia ‘EFE’.
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