Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- En 2006, la estadounidense Janet Blaser decidió retirarse en Mazatlán, México, después de trabajar en la industria editorial y de periódicos durante casi 30 años, en Santa Cruz, California y sus alrededores. Ahora Blaser, de 65 años, ha contado a CNBC cómo es un día típico de sus años de jubilación y lo barato que es todo en comparación con su país y lo que disfruta.
Vive de los ingresos de su retiro estadounidense en un departamento nuevo a media cuadra del mar, por cuyo alquiler paga 8.500 pesos mexicanos, el equivalente a 428 dólares al mes. Aparte de las necesidades básicas como alquiler, servicios públicos, gas y comestibles, gasta un promedio de 160 dólares al mes (3,180 pesos) para darse gustos como ir a comer, ir al teatro y compras.
Todas esas cifras se antojan completamente ridículas si las comparas con las de Estados Unidos. Y ya no digamos si te fijas en el coste de vida de grandes ciudades como Nueva York, San Francisco, Los Angeles o Miami.
Su rutina diaria incluye tareas domésticas, compartir con amigos, estudiar español e italiano y escribir. Actualmente trabaja en una antología de relatos de 27 expatriados estadounidenses.
Cada mañana, la mujer se levanta muy temprano y luego de tomarse un café helado sale a la calle.
“Me pongo las chanclas y el café en la mano, camino media cuadra hasta la playa para ver las olas. Si las condiciones son las adecuadas, iré a surfear. De lo contrario, podría dar un paseo por la playa o simplemente ir a nadar”, relata Blaser.
Le gusta pasear por el malecón frente a la playa de 13 kilómetros de Mazatlán, donde existe una “camaradería especial” entre las diversas personas que lo frecuentan: corredores, paseadores de perros, ciclistas, pescadores, surfistas y otros. Luego se dirige a tomar su desayuno favorito, huevos rancheros con salsa verde, generalmente con un café helado. El costo total es sumamente económico (120 pesos mexicanos / unos 6 dólares, incluida la propina).
La mayoría de los lugares tienen Wi-Fi gratis, por lo que a veces lleva su laptop consigo para revisar el correo electrónico o trabajar un poco en su libro sobre expatriados.
Blaser no siempre come en la calle: le gusta comprar sus alimentos varias veces a la semana en varios lugares diferentes.
“Lo básico incluye un litro de jugo de naranja fresco (60 pesos / 3 dólares) de un puesto cerca de mi apartamento, una barra de pan de masa madre de grano entero fabuloso (65 pesos / 3 dólares) de una panadería local y pescado fresco, como lubina (50 pesos / 2.50 dólares por libra), limpios y fileteados, en un puesto en la playa donde los pescadores traen sus capturas”, enumera.
Para sus necesidades de productos básicos, incluidos los alimentos, Blaser acude a la tiendita de su barrio, donde compra “desde productos frescos hasta detergente y tamales caseros”. También suele ir a un mercado al aire libre donde puede escoger productos de unos 75 vendedores. Además, puede ir a las grandes cadenas de supermercados como Walmart’s y Sam’s Club.
En las tardes visita el Centro Histórico de Mazatlán, que describe como “lleno de hermosos edificios renovados de principios de siglo, como Casa García, una hacienda familiar transformada en un exclusivo restaurante y bar”.
Para cenar, Blaser prefiere tacos, que puede adquirir de carne asada por 25 pesos, a $ 1.25 cada uno.
Es una vida bastante frugal, pero Blaser no puede estar más contenta. “Es glorioso poder vivir una vida sencilla y feliz, y estoy agradecida de que México me permita hacer precisamente eso”, comenta.
Con información de la agencia ‘EFE’.
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