Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- No recuerdo el momento exacto en el que vi por primera vez Los Simpson, solo me acuerdo de que cada día al volver del colegio lo primero que hacía era poner corriendo la televisión para disfrutar del capítulo que Antena 3 tenía en emisión. Por aquellos tiempos, no era consciente de que esos personajes amarillos conformaban una feroz sátira de la sociedad estadounidense ni que detrás de cada gag había tantísima frescura e ingenio. Homer, Marge, Bart, Lisa y Maggie simplemente me conquistaron por su cotidianidad, por lo cercanas que me resultaban sus situaciones y por su particular humor.
Poco a poco me fui percatando de todos los matices que traía consigo, de todas sus referencias a la cultura popular, de su mordaz crítica a los pilares de la sociedad de Estados Unidos como la familia, la educación, la religión o el extremo capitalismo. Y es que la serie fue ganándome a medida que me iba a haciendo mayor. Sin embargo, con el paso del tiempo descubrí que me gustaba más ver las reposiciones que descubrir nuevos episodios, reflejando el mismo agotamiento global que sufre la serie en los últimos años. Una decadencia inevitable que la serie se provocó a sí misma.
A lo largo de la última década, Los Simpson comenzó a incluir ideas cada vez más absurdas, el humor se veía forzado y carente de originalidad, los personajes empezaban a cansar y los episodios cayeron en una espiral de indiferencia y aburrimiento. Esa cotidianidad, cercanía, inteligencia y frescura con la que me conquistó había desaparecido, y al final, cuando las plataformas de streaming dejaron en segundo plano al consumo de contenidos de ficción en directo, me decidí por abandonarla.
Salvo algún capítulo suelto que pillé por televisión, no me volví a interesar por la serie hasta su llegada a Disney+ en 2020, cuando ya llevaban casi 700 episodios en emisión y 31 temporadas tras sus espaldas. Deduje que su calidad seguiría lejos de aquellas fantásticas primeras temporadas de los 90, pero lo que no esperaba es que hubiera decaído al nivel de ser casi una parodia de todo lo que fue en su día.
En los tres episodios que me detuve a ver recientemente me encontré con situaciones vistas en infinidad de veces, con una narrativa muy torpe, con un humor que no funcionaba y con un conglomerado de referencias a la cultura popular demasiado forzado. Por poner un ejemplo, el episodio La casa del terror XXXI, el capítulo 666 de la serie y el cuarto de la temporada 31, se basaba única y exclusivamente en referencias a películas como La forma del agua o series como Stranger Things, situando a los personajes en las tramas de estas ficciones sin mayor pretensión que decir “mira, estamos referenciando esta serie o película que tanto éxito tuvo”. No había una pizca de originalidad y ni siquiera intención de ofrecer un enfoque interesante y rompedor como sí lo había en los episodios de antaño.
Con este panorama me preguntaba: ¿cómo era posible que Los Simpson hubieran sobrevivido tantos años (¡32 y van para dos más!)? Después de todo, las cifras de audiencia reflejan ese mismo desinterés por la familia amarilla. Y para ilustrar les dejo está gráfica de todo su historial con el público:
Si echamos un ojo a las mediciones de audiencias recogidas por Nielsen, nada queda de los más de 30 millones de hogares que vieron los capítulos de su primera temporada en 1989. Durante principios de los 90 se mantuvo con cifras en torno a los 20 millones, pero a lo largo de la década la cifra fue disminuyendo hasta que a principios de los 2000 apenas rozaba los 10. Mirando las tablas de audiencias se puede observar un incremento entre los años 2000 y 2001, aunque es debido a que Nielsen empezó a reportar los datos en número de espectadores y no de hogares. Y aún así, el decrecimiento es también muy notable desde este punto.
Su última temporada, la 32, consiguió debutar con un total de 5,5 millones de espectadores, una cifra no del todo decepcionante teniendo en cuenta que durante la década de 2010 Los Simpson se han mantenido con datos entre los 2 y los 3 millones. Además, el consumo de series ha cambiado completamente desde su estreno en 1989 hasta ahora. El streaming y la posibilidad de ver los contenidos bajo demanda hace que estos datos de audiencias sigan siendo destacables.
Sin embargo, es latente que Homer, Marge, Bart, Lisa y Maggie no tienen la misma popularidad de antaño ni la capacidad de crear momentos míticos, mientras la cuestionable calidad que ha alcanzado la serie habría provocado ese éxodo masivo de fans con el paso del tiempo. Una decadencia evidente que no ha hecho más que seguir bajando, en calidad y audiencia. Entonces, me pregunto: ¿no va siendo hora de dar un final digno a esta mítica familia televisiva y evitar que agonice hasta su muerte?
Desde Fox, ahora en manos de Disney, no parecen estar de acuerdo, puesto que acaban de anunciar la renovación por dos temporadas más. Así, la familia amarilla llegará al menos hasta la temporada 34, reafirmándose como la serie animada del prime time más longeva de la televisión.
Sus aún aceptables datos de audiencias, su arraigo en la cultura popular y toda la maquinaria de marketing y venta de productos que mueve, parecen seguir motivando para explotar la serie hasta saciedad, aunque sea en base a denostar un producto tan sobresaliente en su día y que muchos adoramos durante tantos años.
Es triste ver una serie de tu infancia y no encontrar en ella aquello que te hacía adorarla, pero con 32 temporadas tras sus espaldas era inevitable que esta ficción animada creada por Matt Groening en 1989 acabara sufriendo este desgaste. Y aquí hablo de Los Simpson, pero podría escribir exactamente lo mismo de otras series como Shin Chan o Padre de familia, productos ingeniosos, mordaces y desternillantes que a día de hoy están completamente desprendidos de su impacto original. Pero así funciona la industria del entretenimiento.
Los Simpson actualmente están disponibles en Disney+.
Con información de la agencia ‘EFE’.
Los derechos de inclusión, el gran tema de las elecciones del 2021: IEPC
Parlamento Juvenil 2019, espacio para el análisis y participación democrática
Candidato del PRI al Gobierno de Zacatecas y su esposa ocultan compra de residencias en Miami