Agencias, Ciudad de México.- La postura de China ante la guerra de Rusia en Ucrania en los próximos meses reconfigurará los flujos mundiales de dinero y comercio, lo que posiblemente provoque la aparición de nuevas esferas económicas, dijeron inversores.
El mes pasado, poco antes de que el presidente ruso Vladimir Putin enviara sus fuerzas a Ucrania, él y el presidente chino Xi Jinping declararon en Pekín una asociación “sin límites”, con la promesa de colaborar más contra Occidente.
Pekín se ha negado a unirse a los países occidentales que han condenado lo que Moscú califica de “operación militar especial”, al tiempo que ha pedido contención a todas las partes.
El comercio entre China y Rusia aumentó un 35% en 2021 a 146,900 millones de dólares, según datos de las aduanas chinas, una tendencia que probablemente se verá impulsada por las nuevas sanciones que apartan a Rusia de los mercados occidentales.
Un cambio en los flujos comerciales se ha estado gestando desde la anexión rusa de Crimea de Ucrania en 2014, dijo Tom James, director ejecutivo de TradeFlow Capital Management en Singapur, un fondo de financiamiento del comercio.
“Rusia ya ha empezado a comerciar en renminbi (yuan) con China”, dijo, y añadió que los bancos pueden tratar entre sí fuera de la red SWIFT -de la que Moscú está ahora bloqueada- y Pekín podría beneficiarse mucho, aunque no sin riesgos.
Algo más de una cuarta parte de las exportaciones chinas a Rusia se liquidaron en yuanes en el primer semestre de 2021, frente a sólo un 2% en 2013, ya que ambos países tratan de reducir la dependencia del dólar.
“El factor X son los aranceles y las sanciones o cuotas, si se colocan, en términos de la cantidad de productos rusos que los países están dispuestos a tomar”, dijo James. “Ya está provocando una especie de proteccionismo de los países por la seguridad alimentaria”.
PRESIÓN
Los mercados financieros han estado volátiles por la preocupación de que un bloque Rusia-China pueda enfrentar represalias de Estados Unidos, con las acciones chinas entre las de peor desempeño desde que comenzó la invasión de Ucrania el 24 de febrero.
El índice chino Shanghai Composite y el Hang Seng de Hong Kong han perdido cada uno alrededor de un 6% desde el inicio de la guerra. Esto se compara con una ganancia de alrededor del 1% para la renta variable mundial y del 1.6% para el S&P 500.
La moneda china, hasta ahora estable,, también ha empezado a mostrar momentos de vulnerabilidad y volatilidad, y el martes alcanzó un mínimo de tres meses.
“La presión es muy grande en este momento”, dijo un asesor del Gobierno chino a Reuters bajo condición de anonimato.
“Es pragmático comprar algo de petróleo y gas a Rusia, pero todo el mundo te está mirando”, dijo. “No queremos molestar a Rusia, pero al mismo tiempo es difícil no ponerse del lado de la mayoría de los países”.
Además, el comercio de China con Rusia se ve empequeñecido por el que realiza con los países occidentales. El mes pasado, el comercio de China ascendió a 137.000 millones de dólares con la Unión Europea y a 123.300 millones de dólares con Estados Unidos, pero sólo 26.400 millones de dólares con Rusia.
Preguntado por los riesgos que podría afrontar Pekín si presta ayuda económica a Moscú, entre los que se encuentran las repercusiones de las sanciones, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China dijo a Reuters en un comunicado: “China y Rusia seguirán llevando a cabo una cooperación económica y comercial normal en un espíritu de respeto mutuo, igualdad y beneficio mutuo”.
Pero la tensión en el comercio mundial derivada de la guerra ya es evidente en las prohibiciones de exportación y las dificultades en la cadena de abastecimiento.
Los materiales, desde el carbón indonesio hasta las legumbres y aceites vegetales egipcios, no están disponibles para la venta en el extranjero.
Los compradores de alimentos se apresuran a buscar arroz para reemplazar el trigo ucraniano y ruso, cuando se avecina una escasez de fertilizantes porque el mundo ha quedado aislado de la potasa rusa.
En su lugar hay indicios de un nuevo orden en el que las exportaciones rusas de materias primas y energía encuentran mercados en China e India, mientras que los minerales y el gas australianos acaban en Europa.
PRECAUCIÓN
El estratega de Morgan Stanley, Jonathan Garner, dijo en un podcast reciente que era más cauto con respecto a India y China y que buscaba exposición a Australia como exportador alineado con las fuentes de capital global y, por tanto, menos propenso a su retirada.
La India, por su parte, compradora de material militar ruso, está meditando una oferta de crudo ruso a bajo precio y, según fuentes bancarias, está estudiando la posibilidad de establecer un mecanismo de pago para el comercio entre rupias y rublos.
Las decisiones de China, el mayor exportador del mundo, tienen el potencial de impulsar importantes flujos de dinero y bienes fuera de un sistema dominado por el dólar, algo que Pekín ha intentado hacer durante una década.
“En esencia, están creando su propia plataforma operativa, que es diferente a la de los últimos 70 años (…) del sistema de capital global liderado por Estados Unidos”, dijo George Boubouras, jefe de investigación de K2 Asset Management, que invierte globalmente desde Melbourne.
Esta semana, el Wall Street Journal informó de que las conversaciones entre China y Arabia Saudí para el comercio de petróleo en yuanes, en lugar de dólares, se habían acelerado, lo que podría suponer un paso adelante en los esfuerzos para promover el yuan como moneda comercial y de reserva.
Reuters no pudo confirmar el reporte.
Sin embargo, China mantiene un estricto control sobre el yuan y su adopción como moneda de reserva sigue siendo modesta.
La mayoría de los participantes en el mercado también dudan de que China vaya a sufrir una exclusión repentina de sus mercados de exportación occidentales, pero en los comentarios del mercado se percibe un claro sabor a cambio de época.
“Cuando esta crisis (y la guerra) termine, el dólar estadounidense debería ser mucho más débil y, por el contrario, el renminbi (yuan) mucho más fuerte”, dijo el estratega de Credit Suisse Zoltan Pozsar en una nota en la que esbozaba un “cambio de régimen” a medida que China compraba materias primas rusas.
Diego Parrilla, que gestiona Quadriga Igneo, un fondo de 150 millones de dólares diseñado para sacar provecho de las turbulencias, tiene una visión muy diferente, y apuesta por que el yuan caiga a medida que el comercio se fragmenta y China imprime o pide más y más préstamos para apoyar su economía.
“No hay retorno desde aquí. Rusia va hacia el oriente y no al occidente (…) Creo que la globalización tal y como la conocemos está acabada, y que estamos en un mundo bipolar de facto”, dijo.
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