Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- Aaron Hernández vivió a las corridas; en la cancha y en la vida. Su ascenso vertiginoso hacia el pedestal de ídolo del fútbol americano estuvo signado por la misma velocidad con la que se desbarrancó su carrera: en la cima del éxito fue acusado de homicidio, condenado a cadena perpetua y encerrado en una celda, donde dos años más tarde, cinco días después de ser declarado inocente de otros dos asesinatos, apareció muerto.
Aaron Josef Hernández, tal su nombre completo, nació el 6 de noviembre de 1989, en Brsitol, Connecticut, Estados Unidos. Era hijo de un padre descendiente de puertorriqueños, Dennis Hernández, y de una madre con ascendencia italiana, Terri Valentine.
Su infancia se desarrolló en un barrio de clase media-alta y en los mejores colegios. Su padre, Dennis, había sido jugador en su juventud y era considerado un icono en la comunidad y quería que sus dos hijos varones fueran también jugadores de fútbol. A pesar de que su imagen pública era impecable, se supo que su progenitor, adicto al alcohol, los agredía físicamente tanto a ellos como a su madre.
Aaron se destacó desde muy chico como deportista. Representaba a su colegio de Connecticut en cada competencia sin importar de qué deporte fuera, pero era en el fútbol americano donde realmente se transformaba en estrella. Al promediar su escuela secundaria ya muchos vislumbraban que su futuro podía estar en la NFL (Liga Nacional de Fútbol Americano, según sus siglas en inglés): batió todos los récords estatales y rápidamente se convirtió en el objetivo de varios de los reclutadores de las universidades más importantes.
Pero pronto un hecho trágico marcaría su vida, cuando apenas tenía 17 años: según se relata en el diario español El País, la inesperada muerte de su padre durante una rutinaria operación de hernia tuvo un impacto decisivo en el deportista. “La familia se descompuso por completo. Su madre, Terri, comenzó una relación con el que había sido el novio de la prima de Aaron y este decidió alejarse todo lo posible de su hogar natal en Bristol (Connecticut)”, señala la publicación mencionada.
Fue reclutado por la Universidad de Florida, se tatuó todo el cuerpo, comenzó una relación con la que sería su prometida, Shayanna Jenkins, y, tal como se describe en El País, cambió de amistades, hipertrofiando su nueva imagen de chico malo acompañándose de camellos y criminales de poca monta. Allí protagonizaría peleas periódicas e incluso algún supuesto tiroteo, pero siempre contó con el encubrimiento de los responsables del equipo, que no podían permitirse perder a una de las estrellas de la liga universitaria que proporciona a estas instituciones ingresos millonarios.
Algo no salio bién – El Crack del futbol americano que se salio de la cancha 29 enero 2021Columna Algo no salió bien, en Lo que el día se llevó
En la Universidad de la Florida, fue miembro de un equipo del BCS National Championship, ganó los honores All-American y fue reconocido como uno de los tight end (ala cerrada) universitarios más sobresalientes de la nación. Hernández fue seleccionado por los New England Patriots en la cuarta ronda del Draft de 2010.
El 27 de agosto de 2012 firmó una extensión de contrato con los Patriots por cinco años, por la suma de US$40 millones, lo que lo posicionaba como segundo en el ranking de los acuerdos más altos firmados por un jugador de fútbol americano en la historia.
Aquel chico maltratado por su padre era ahora, un jugador llamado a ser leyenda. Tenía talento, un físico increíble y estaba en una de las mejores organizaciones deportivas del mundo. Además, era el niño bonito del equipo, el más querido por el dueño y había firmado un contrato millonario. Estaba en su mejor momento. Tocando el Cielo con las manos. Pero… siempre hay un “pincelazo” que lo arruina todo.
Algo no salió bien
El 26 de junio de 2013, agentes policiales de North Attleborough, del departamento de policía de Massachusetts, arrestaron a Hernández en su casa debido a su relación con la muerte a tiros del jugador semiprofesional Odin Lloyd, quien era el novio de la hermana de su prometida, y se especula que hubo conflictos de intereses.
Tal como se muestra en la miniserie documental La mente de un asesino: Aaron Hernández, que se puede ver en Netflix, en la casa del deportista se encontraron restos del arma homicida, huellas digitales y pruebas contundentes. Ese mismo día, el jugador recibió detención preventiva sin fianza, y los Patriots rescindieron su contrato inmediatamente.
“Lloyd, un jugador semiprofesional de 27 años, era el novio de la cuñada de Hernández y uno de sus amigos más cercanos. Su cuerpo fue encontrado a menos de dos kilómetros de la casa de la estrella con cuatro heridas de bala. El acusado de matarlo fue Hernández”, recuerda El País en su artículo. Y agrega: “La prensa cazó al jugador aquel junio de 2013 saliendo de su mansión, esposado por la espalda con una camiseta blanca sobrepuesta y las mangas colgando”.
Numerosas evidencias encontradas en su casa, sindicaban a Hernández como el principal sospechoso de ese crimen. Finalmente, luego de dos años de diligencias, el 14 de abril de 2015, el ídolo deportivo fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de Lloyd, sin derecho a solicitar la libertad condicional.
A consecuencia de las investigaciones sobre este asesinato, la policía descubrió la implicación del jugador en otras dos muertes, las de los caboverdianos Safiro Furtado y Daniel de Abreu, tiroteados a las puertas de una discoteca en julio de 2012. “En 2017, contra todo pronóstico y tras una magistral actuación de su abogado, fue declarado no culpable por un jurado popular de los asesinatos de los dos caboverdianos”, se cuenta en la publicación española.
Su historia dio otro giro sorpresivo cuando, cinco días después de haber sido absuelto por el doble homicidio y cuando solo debía cumplir condena por el asesinato de Lloyd, apareció colgado en su celda. El parte oficial informó que se había tratado de un suicidio, pero alrededor de su muerte se tejieron varias hipótesis.
La docuserie de Netflix aborda otra de las especulaciones sobre Aaron Hernández: la de su supuesta bisexualidad. Un amigo cercano y compañero de equipo en el instituto ratificó una aventura amorosa en la etapa escolar, lo que llevó a elucubrar que quizá la estrella del fútbol americano había asesinado a Lloyd porque éste había descubierto su bisexualidad.
En lo que parece una historia que no tiene fin, en noviembre de 2017, un grupo de investigadores de la Universidad de Boston reveló que Hernández sufría una Encefalopatía Traumática Crónica (ETC), una enfermedad cada vez más común entre quienes practican fútbol americano. Ann McKee, directora del centro, confirmó a The Washington Post: “No podemos justificar su comportamiento con la patología, pero lo que sí podemos decir es que los individuos con esta enfermedad tienen dificultades para controlar los impulsos y tomar decisiones, además de ataques de ira y volatilidad emocional”.
Con información de la agencia ‘EFE’.
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