Por Daniel Pensamiento/
“Lo que no me gusta es ese lema. ¿Qué es eso de por la razón o la fuerza? Por la razón y siempre la razón”: Miguel de Unamuno.
El camino de la izquierda en México sigue siendo espinudo. Hoy el principal partido con registro que enarbola esa bandera—PRD— se ha convertido en una caricatura de oposición. Los líderes perredistas sufrieron una metamorfosis extraordinaria, cambiaron rápidamente de amigos para formar parte de la aristocracia política.
La incrustación del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el Pacto por México, contribuyó lo suficiente para descalabrar al País; para retroceder en la historia. Hoy quienes votaron por el PRD—el 2 de julio de 2012— se miran con vergüenza sin entender exactamente como ha pasado todo esto. Como si fuese una comedia de mentiras.
Nadie podía ignorar que Enrique Peña Nieto y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) cosecharon 18 millones de votos para ganar, pero 29 millones de mexicanos patentaron en las urnas su desacuerdo con el priismo. Esos sufragios en su mayoría repartidos entre PRD y Acción Nacional (PAN) sin duda obligaban al nuevo régimen a buscar consensos.
En más de un aspecto, el naciente Gobierno de Peña Nieto se vio obligado a negociar al filo de la navaja, y contra todos los pronósticos la izquierda representada en el PRD se convirtió en el partido bisagra, pues los panistas no han podido superar que durante los últimos dos sexenios el PRI sometió a las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón a un regateo legislativo con miras a su regreso a Los Pinos. Eso sin duda frenó una auténtica alternancia democrática, y abrió de nueva cuenta las puertas al tricolor que trae latente la tentación de postergarse otros 70 años.
Sin duda no está en discusión la diferencia de casi 7 puntos en favor de Peña Nieto sobre Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El problema radica en el que porcentaje de votos obtenidos por el PRI representa apenas el 15 por ciento de la población (38% de la lista nominal), es decir las decisiones que modifican la historia de México han sido tomadas por una minoría autoritaria sin contrapeso para transitar hacia un modelo democrático eficaz en el País. Y ahí la izquierda representada en el PRD ha sido el actor principal en la comedida de mentiras, llamada reformas estructurales.
La pregunta es ¿A qué le apostaron los actuales dueños del PRD, Jesús Ortega, Jesús Zambrano? Pues ni uno ni otro es un líder nato de izquierda. Será que desde la aristocracia política—Pacto por México—pretendían cerrar el paso al naciente Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y retrasar el mayor tiempo posible el registro como partido ante el Instituto Federal Electoral (IFE). Lo cierto es que ambos contribuyeron a fortalecer una política piramidal de una minoría que enrarece el hoy y mañana de millones de mexicanos.
Twitter: @DanielPensamien
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