Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- Quien iba a decirnos en 2004 que aquella pequeña cinta de terror llamada Saw iba a convertirse en una de las franquicias más longevas del cine. Con sus juegos sangrientos, sorprendentes giros de guion o su capacidad para romper nuestros nervios, esta saga de horror gore creada por el ya legendario James Wan conseguía cada año atraer a millones de personas a los cines y obtener un alto margen de beneficios.
Pero como ocurre con todo lo que se alarga hasta el extremo, su desgaste fue inevitable, tanto que en 2010 sus responsables decidieron darle el punto final con Saw VII 3D. Aunque siete años más tarde, en medio de un panorama audiovisual donde remakes, secuelas, reboots y grandes franquicias acaparaban la mayor parte del cine comercial, Saw volvió a tener una nueva oportunidad con Saw VIII, película que volvió a sufrir de la falta de ideas pero demostró que la saga seguía muy viva en taquilla.
¿La consecuencia? El anuncio de otra nueva entrega de Saw. Aunque esta vez, conscientes de lo agotaba que estaba la franquicia, apostaron por darle un cambio de aires, anunciando un argumento más enfocado hacia el thriller policial con estrellas de la talla de Chris Rock y Samuel L. Jakcson como protagonistas. Y así nacía Spiral: Saw. Pero lo que apuntaba a un reinicio inteligente ha terminado siendo más de lo mismo, una película torpe, que repite esquemas y desprende a la franquicia de sus puntos fuertes.
Llevo siguiendo Saw desde 2004. Con sus altibajos, la saga nunca había dejado de entretenerme ni de mantenerme pegado a la butaca con sus maquiavélicas y bien ideadas secuencias gore o por sus siempre inesperados giros de guion. Incluso en películas más flojas como Saw VIII, donde la originalidad y el gore brillan por su ausencia, salí de la sala de cine con una sensación muy satisfactoria. Y es que la fórmula de Saw se me hace irresistible, aunque esta funcione a medio gas. Pero no encontré nada de esto en Spiral, cuya ejecución se limita a ser un genérico thriller policial donde los esquemas de la franquicia quedan reducidos a un uso casi paródico.
En primer lugar porque se elimina el concepto de escape room macabro sobre el que ha girado toda la saga. Su argumento nos cuenta cómo varios policías están siendo asesinados por un imitador de Jigsaw, lo que lleva a un agente, el interpretado por Chris Rock, a buscar pistas por toda la ciudad en busca de este nuevo asesino. Se desarrolla una especie de yincana en escenarios abiertos que trata de imitar el thriller de los 90 y que sustituye a esas tétricas habitaciones donde había que dejar algo más que unas gotas de sangre para poder escapar, perdiéndose la sensación de agobio y claustrofobia.
Podría haber sido una gran idea y un buen soplo de aire fresco si se hubiera ejecutado en condiciones y encontrado un buen equilibrio entre la fórmula Saw y el thriller policial. Pero ni lo uno ni lo otro. El guion es muy básico, trata de imitar sin éxito a películas como Seven y la inclusión de las pruebas sangrientas incluso desentona, por no hablar de que estos juegos macabros son presentados de manera muy torpe y su nivel de gore es muy reducido.
Además, a nivel argumental es extremadamente predecible y su final queda claro hacia la mitad del metraje. La propia película se salta sus propias reglas y deja un hueco argumental que inmediatamente te hace llegar a su conclusión. Y que esto ocurra en una saga como Saw, que hasta ahora en lo único que no había fallado era en su capacidad de sorpresa y de saber jugar muy bien al despiste, me resulta muy indignante como fan.
Aunque más indignante es la inclusión de puntos de humor. Chris Rock, una de las principales figuras detrás del desarrollo de esta nueva entrega, pretende ser fiel a su esencia como cómico y no duda en introducir chascarrillos humorísticos en muchos de sus diálogos. Esto ocurre en momentos muy puntuales, pero lo justo y necesario para acabar sacándote de la película. Y desde luego que es una decisión que no me explico, puesto que si alguien va a ver una película de Saw lo que busca es sangre, vísceras y terror, no a Chris Rock haciendo chistes.
Sí aprecio que el actor haya querido hacer una cinta muy comprometida con la comunidad negra. Detrás de la historia hay una clara denuncia a la corrupción policial y un énfasis por mostrar la vida de este colectivo en pantalla, que en estos tiempos, tras movimientos como el Black Lives Matter, cobra especial relevancia. Sin embargo, como todo en la película, esto pasa sin pena ni gloria. Y de hecho, me parece que da una visión muy simplista de la comunidad negra que se vuelve en su contra.
He de reconocer que a Spiral: Saw sí le pedía un planteamiento como el que ofrece. Un thriller policial con temas relevantes y anclado en las mecánicas sangrientas de la franquicia. Pero el problema es que es una película muy torpe. De hecho, incluso vemos escenas en las que sus responsables dejan claro que no tienen apenas idea de la franquicia con la que estén tratando.
Escuchar a personajes decir que Jigsaw no torturaba policías resulta chocante, puesto que en la segunda, tercera y cuarta entrega uno de los personajes principales fue el agente Eric Matthews, quien buscaba desesperadamente a su hijo tras ser secuestrado por Jigsaw. Lo curioso es que el director de Spiral es Darren Lynn Bousman, quien justamente dirigió esas tres películas de la saga. Su memoria estaría poco inspirada, tanto para recordar el argumento de las cintas que dirigió hace años como para saber cómo ejecutar una película de la franquicia con eficacia.
También es curioso que incluso con una entrega tan floja como Spiral la saga Saw siga funcionando en taquilla. En su fin de semana de estreno consiguió recaudar 8,7 millones de dólares, cifra que ahora asciende a 15,8 en Estados Unidos y 22,5 en todo el mundo tras dos semanas en cartelera. Son datos inferiores a los de las anteriores películas de la franquicia (Saw VIII recaudó 28,9 millones en el mismo periodo de tiempo en 2017), pero muy destacables en medio de una pandemia en donde el público aun no se termina de animar a visitar las salas de cine. Y, sobre todo, unas cifras que demuestran que el público de Saw seguimos queriendo ver más de la saga.
No obstante, con estas cifras Spiral ha hecho que la saga supere la barrera de los 1.000 millones de dólares en taquilla, una barbaridad teniendo en cuenta que el coste de cada una de las nueve películas siempre se ha movido entre los 10 y 20 millones. Pero aunque Saw sea toda una gallina de los huevos de oro y adore la franquicia, creo que va siendo hora de ponerle el punto final definitivo.
Como fan, ver películas como Spiral: Saw es hasta doloroso, porque casi la he sentido como una parodia de mal gusto que como el thriller policial serio que pretende ser. Y es que tras nueve películas, a Saw le ha podido el agotamiento tanto como a otras míticas sagas de terror como Pesadilla en Elm Street o Viernes 13. Y mejor darle una muerte digna antes que adentrarse a explorar surrealistas ideas para reflotar la franquicia como bien les pasó a aquellas. Aunque sería curioso ver un Saw X con Jigsaw resucitado como zombie en el espacio.
Con información de la agencia ‘EFE’.
Los derechos de inclusión, el gran tema de las elecciones del 2021: IEPC
Parlamento Juvenil 2019, espacio para el análisis y participación democrática
Candidato del PRI al Gobierno de Zacatecas y su esposa ocultan compra de residencias en Miami