Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- Hubo un tiempo, comenzando en la llamada época de oro del cine nacional, en que una parte muy importante de la producción cinematográfica mexicana estaba dedicada al cine musical o con participaciones musicales.
Esto data desde ‘Allá en el rancho grande‘, protagonizada en 1936 por Tito Guízar (quien fue, por si no lo sabían, tío bisabuelo de Danna Paola) y Esther Fernández, donde por primera vez hubo varias canciones interpretadas en un filme (incluyendo la famosa canción que le daba título a la película), si bien cinco años antes la primera película sonora que se hizo en México, ‘Santa‘ — con Lupita Tovar y Carlos Orellana — incluyó un par de números musicales tocados al piano.
Con el tiempo, y la llegada del ‘cine de oro’, como se le conoció a la expansión de la industria entre 1938 y 1959 (un periodo que coincide, en cierta forma con el lanzamiento a la fama y la muerte de Pedro Infante), los y las cantantes que destacaban en la radio, aparecieron en cine como una parte integral de las películas y una manera —anterior a la televisión— de ser vistos por los espectadores en una pantalla, muchas veces poniendo así cara a lo que oían en la radio.
De este modo, no solo Pedro Infante y Jorge Negrete fueron figuras indispensables en la gran pantalla, como estrellas de las “comedias rancheras” y los “melodramas vernáculos”, en lo que inevitablemente cantaban ya fuera esta una parte indispensable o no de la cinta —por eso Infante, que era un gran cantante, pero un actor mediano, interpretaba tantos personajes que eran cantantes, o que eran muy parecidos a él—; así Pedro Vargas, Antonio Aguilar, Agustín Lara, Antonio Badú, Luis Aguilar y muchos más eran actores cantantes, y fueron seguidos en los 50 y 60 por Javier Solís, José Alfredo Jiménez, Enrique Guzmán, César Costa y Alberto Vázquez, cada uno en su estilo, así como en los 70 actuaron ante las cámaras José José y hasta Rigo Tovar.
Sin embargo, eran las mujeres cantantes quienes más presencia desarrollaron en el cine nacional desde esa época hasta bien entrados los años 90, y fueron ellas quienes marcaron pauta y demostraron versatilidad al abrir los mercados mientras cantaban para todo tipo de público: así desde la soprano Sofía Álvarez pasando por la diva argentina Libertad Lamarque o María Victoria (la cantante del ‘pujidito’), las inolvidables rumberas — que todas además de bailar cantaban, como María Antonieta Pons, Meche Barba y la insuperable Ninón Sevilla, aunque Tongolele, que también figuró en cine no cantaba, solo movía el cuerpo como una diosa— y las estrellas de la canción ranchera como la monumental Lola Beltrán, Flor Silvestre, Amalia Mendoza o Lucha Villa, fueron protagonistas de grandes épicas del cine, con caballos, tiros, drama pasional y muchas tonadas.
Hacia los 60, Angélica María se coronó como la actriz cantante más popular — Julissa, a quien nunca le gustó realmente cantar, se decantó por ser actriz de tiempo completo y esto fue muy notorio en 1967 cuando se estrenó ‘Los caifanes‘, en la que brindó una actuación que rompía los esquemas de ‘niña buena’ que se había visto obligada a encarnar en numerosas películas antes, y sin tener que cantar —, de este modo la ‘Novia de México’ sacaba una o dos películas al año, que coincidían con sus éxitos en la radio.
Las cantantes en el cine no solo eran una tradición en ese momento: eran un crossover que funcionaba como un gran negocio, ya que permitía que la industria discográfica y la radio, tuvieran una mayor penetración: así, Irma Serrano, que era conocida como una cantante de ranchero, probó suerte como actriz y vio multiplicadas sus ventas, y este es solo un ejemplo. También había actrices que posteriormente darían el salto como cantantes — ejemplo de esto son Lucía Méndez y Daniela Romo, quienes ya tenían una carrera establecida como actrices con películas como ‘Más negro que la noche’ o ‘Novia, esposa y amante‘, antes de hacer sus primeras grabaciones.
El caso de Lupita D’Alessio es particular: aunque ella ya había trabajado en telenovelas de la mano de Ernesto Alonso, su única incursión en cine fue con ‘Mentiras‘, una película producida por Carlos Amador la en la que actuó con Juan Ferrara y Jorge Ortiz de Pinedo, en la que encarnaba a una cantante profesional que vivía en carne propia las dos caras de la infidelidad (algo que, señalaron muchos en su estreno, allá por 1985, eran muy semejante a su vida real.
Pese al éxito abrumador de la película y de que se hablara de otros proyectos (incluyendo una película biográfica acerca de Lucha Reyes, que finalmente acabó protagonizando Patricia Reyes Espíndola: ‘La reina de la noche’), la D’Alessio no volvió al cine ni como cantante ni como actriz.
Alejandra Guzmán, a principios de los 90, tuvo también su oportunidad en ‘Verano Peligroso‘, una cinta realizada por el mismo equipo que creó las célebres películas de ‘La risa en vacaciones‘, que era en realidad un remake con canciones del primer disco de la Guzmán, de una comedia de los 60 llamada ‘Almohada para tres‘, en la que actuó Jacqueline Andere, sin necesidad de cantar, acerca de una recién casada que creía haber pasado su noche de bodas con el mejor amigo de su flamante marido (un tema que todavía cuando la retomó la Guzmán era bastante risqué); sin embargo, a la Guzmán no le sentó bien la disciplina de un trabajo de rodaje y decidió que hacer películas no era lo suyo.
A Yuri no le pasó esto, de hecho, se hizo famosa en 1979 al actuar en ‘Milagro en el circo‘, la primera película de Cepillín, aunque sus intervenciones en películas fueron más escasas siendo la última ‘Soy libre‘, rodada en 1992, antes de que se convirtiera al cristianismo. Por su parte, Lucero protagonizó una serie de películas —también producidas por Carlos Amador—en las que vivía divertidas aventuras juveniles y cantaba, pero no se hicieron muchas, ya que no tenía el mismo éxito taquillero de Pedro Fernández, por ejemplo.
La última que se dio el lujo de ser actriz-cantante en cine, fue Gloria Trevi, que incluso impuso récords de taquilla con sus películas ‘Zapatos viejos’, ‘Pelo suelto’ y ‘La papa sin catsup‘, que carecían por completo de calidad cinematográfica, y en las que se interpretaba a sí misma cantando los éxitos que le produjo Sergio Andrade, pero que tuvieron un éxito desmedido en las taquillas mexicanas y al norte de la frontera.
Desde mediados de los 90, cuando se estrenaron estas cintas, se fueron perdiendo los elementos que hacían a la película musical mexicana una pieza clave en la industria local. Pareciera que se ha disuelto para siempre ese encanto, y las cantantes, incluyendo a la misma Trevi, no parecen tener más interés en hacer cine, siendo un medio que pareciera haberse divorciado de la canción (hace mucho, probablemente desde la muy fallida ‘¿Qué le dijiste a Dios?’ que no se hace una película netamente musical en México).
No hay película aún con Danna Paola o Ángela Aguilar o Belinda o Natalia Lafourcade o cualquiera de las cantantes mexicanas de moda de cualquier género; ¿se ha perdido la tradición para siempre? Solo el tiempo lo dirá, aunque lo único cierto es que las tendencias actuales, tanto en música popular como en cine comercial parecen no tener interés inmediato para recuperarla. Al tiempo.
Con información de la agencia ‘EFE’.
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