Agencias, Ciudad de México.- Durante los tres años que Nicole Rae y Brian Mastenbrook vivieron en la zona de la bahía de San Francisco, les preocupaban cada vez más los incendios forestales de California. Los cielos se ponían anaranjados, la ceniza caía sobre las plantas y los barandales de los pórticos, y Rae, una profesora de 30 años que padece asma, tenía problemas para respirar.
Así que, en mayo, ella y Mastenbrook, trabajador del sector de la tecnología de 37 años, vendieron su casa y se mudaron a Ann Arbor, Míchigan. Mastenbrook tiene familiares en ese lugar, y las autoridades de Ann Arbor estaban tomando medidas para reducir la huella de carbono de la ciudad.
Ambos admiraban los planes para crear una comunidad de “emisiones netas cero” en ese lugar, Veridian at County Farm, con casas completamente eléctricas, alimentadas por energía solar y libres de los combustibles fósiles cuyas emisiones de gases de efecto invernadero han contribuido al cambio climático.
“Si esas casas estuvieran construidas y listas para comprar hoy”, aseveró Rae, “ya habríamos comprado una”.
La experiencia de la pareja como refugiados climáticos podrá ser dramática, pero en todo Estados Unidos cada vez hay más compradores de viviendas que buscan casas de emisiones netas cero, llamadas así porque producen la misma cantidad de energía que consumen y, como suelen hacerlo mediante la energía solar, no expulsan carbono a la atmósfera. Y los promotores se esfuerzan cada vez más para satisfacer la demanda.
Los datos sobre las viviendas de emisiones netas cero son escasos, pero un informe del grupo sin fines de lucro Team Zero contabiliza unas 24.500 viviendas en Estados Unidos que logran un rendimiento de “energía cero” y calcula que la cantidad real “es bastante mayor”. El Departamento de Energía ha certificado 8656 casas como “preparadas para emisiones netas cero”, lo que significa que podrían alcanzar el nivel de energía cero si se les añade energía solar.
Se espera que este número crezca, no solo por el afán de los consumidores, sino también por las actualizaciones de los códigos de construcción, una tecnología solar más asequible, una familiaridad creciente con aparatos que antes eran exóticos como las estufas de inducción y el movimiento “electrificarlo todo”. Ahora los inversionistas destinan cada vez más capital al sector inmobiliario sostenible, lo que les facilita a los desarrolladores
recaudar fondos para viviendas que atiendan los problemas climáticos.
Aunque en ocasiones el movimiento de emisiones netas cero se asocia con viviendas para los más ricos, también está dando lugar a viviendas para quienes se encuentran en el otro extremo de la escala de ingresos, que se benefician de generar facturas de electricidad más bajas.
“El sector de la vivienda está pasando por el mismo cambio que la industria automovilística”, afirmó Aaron Smith, director ejecutivo de la organización sin fines de lucro Energy & Environmental Building Alliance, refiriéndose a la popularidad de los autos eléctricos y a las promesas de los fabricantes de eliminar los vehículos a gasolina de manera progresiva.
No obstante, aunque la crisis climática ha hecho notoria la necesidad de realizar construcciones sostenibles, los retos persisten. El sector de la construcción se ha resistido a cambiar los códigos. El aumento de la demanda de viviendas unifamiliares incitado por la pandemia podría debilitar la urgencia del cambio, ya que las casas convencionales están encontrando compradores dispuestos a pagarlas.
Muchos consumidores siguen estando más interesados en las barras de granito para la cocina y otros detalles estéticos que en las bombas de calor eléctricas, pero las encuestas señalan que los milénials podrían trasladar su preocupación por el medioambiente a sus decisiones de compra de vivienda, comentó Sara Gutterman, directora ejecutiva de Green Builder Media, quien ha hecho encuestas en este grupo demográfico.
Existe un acuerdo generalizado de que los edificios residenciales son fundamentales para limitar el aumento de las temperaturas globales a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Los edificios, incluida su construcción, representan alrededor del 40 por ciento de las emisiones de carbono, y las viviendas son responsables de aproximadamente la mitad. La adaptación de las estructuras ineficientes es el mayor reto, pero la construcción de viviendas sostenibles también es relevante.
Durante décadas, los propietarios de viviendas experimentaron con paneles solares y casas sin conexión a la red eléctrica. Luego empezaron a surgir proyectos pioneros. Grow Community, en la isla de Bainbridge, en el estado de Washington, presentó sus primeras casas con energía solar en 2012; su tercera y última fase de desarrollo está a punto de ponerse en marcha.
arja Williams, una consultora de desarrollo que ayudó a guiar a Grow en sus primeros años y que vive ahí desde 2014, dijo que su factura mensual de servicios era de solo 7.97 dólares, la tarifa de servicio básico. Su casa produce más energía de la que utiliza, y la empresa de servicios públicos canaliza el exceso de energía en el verano y lo abona a su cuenta en el invierno, cuando los paneles solares son menos productivos. Una casa de Grow Community, que originalmente costaba unos 480,000 dólares, se vendió hace poco por casi el doble de esa cantidad, afirmó Williams.
Constructoras como Mandalay Homes y Thrive Home Builders se han especializado en casas con un uso ultraeficiente de energía. Otras están experimentando con la construcción con base en emisiones netas cero.
Hace poco, Crown Pointe Estates presentó lo que podría ser la versión más exclusiva: las casas de la “serie cero” en el desarrollo MariSol Malibu de la empresa, en el condado de Ventura, California. La primera residencia, de más de 1300 metros cuadrados, está a la venta por 32 millones de dólares.
Durante los tres años que Nicole Rae y Brian Mastenbrook vivieron en la zona de la bahía de San Francisco, les preocupaban cada vez más los incendios forestales de California. Los cielos se ponían anaranjados, la ceniza caía sobre las plantas y los barandales de los pórticos, y Rae, una profesora de 30 años que padece asma, tenía problemas para respirar.
Así que, en mayo, ella y Mastenbrook, trabajador del sector de la tecnología de 37 años, vendieron su casa y se mudaron a Ann Arbor, Míchigan. Mastenbrook tiene familiares en ese lugar, y las autoridades de Ann Arbor estaban tomando medidas para reducir la huella de carbono de la ciudad.
Ambos admiraban los planes para crear una comunidad de “emisiones netas cero” en ese lugar, Veridian at County Farm, con casas completamente eléctricas, alimentadas por energía solar y libres de los combustibles fósiles cuyas emisiones de gases de efecto invernadero han contribuido al cambio climático.
“Si esas casas estuvieran construidas y listas para comprar hoy”, aseveró Rae, “ya habríamos comprado una”.
La experiencia de la pareja como refugiados climáticos podrá ser dramática, pero en todo Estados Unidos cada vez hay más compradores de viviendas que buscan casas de emisiones netas cero, llamadas así porque producen la misma cantidad de energía que consumen y, como suelen hacerlo mediante la energía solar, no expulsan carbono a la atmósfera. Y los promotores se esfuerzan cada vez más para satisfacer la demanda.
Los datos sobre las viviendas de emisiones netas cero son escasos, pero un informe del grupo sin fines de lucro Team Zero contabiliza unas 24.500 viviendas en Estados Unidos que logran un rendimiento de “energía cero” y calcula que la cantidad real “es bastante mayor”. El Departamento de Energía ha certificado 8656 casas como “preparadas para emisiones netas cero”, lo que significa que podrían alcanzar el nivel de energía cero si se les añade energía solar.
Se espera que este número crezca, no solo por el afán de los consumidores, sino también por las actualizaciones de los códigos de construcción, una tecnología solar más asequible, una familiaridad creciente con aparatos que antes eran exóticos como las estufas de inducción y el movimiento “electrificarlo todo”. Ahora los inversionistas destinan cada vez más capital al sector inmobiliario sostenible, lo que les facilita a los desarrolladores recaudar fondos para viviendas que atiendan los problemas climáticos.
Aunque en ocasiones el movimiento de emisiones netas cero se asocia con viviendas para los más ricos, también está dando lugar a viviendas para quienes se encuentran en el otro extremo de la escala de ingresos, que se benefician de generar facturas de electricidad más bajas.
“El sector de la vivienda está pasando por el mismo cambio que la industria automovilística”, afirmó Aaron Smith, director ejecutivo de la organización sin fines de lucro Energy & Environmental Building Alliance, refiriéndose a la popularidad de los autos eléctricos y a las promesas de los fabricantes de eliminar los vehículos a gasolina de manera progresiva.
No obstante, aunque la crisis climática ha hecho notoria la necesidad de realizar construcciones sostenibles, los retos persisten. El sector de la construcción se ha resistido a cambiar los códigos. El aumento de la demanda de viviendas unifamiliares incitado por la pandemia podría debilitar la urgencia del cambio, ya que las casas convencionales están encontrando compradores dispuestos a pagarlas.
Muchos consumidores siguen estando más interesados en las barras de granito para la cocina y otros detalles estéticos que en las bombas de calor eléctricas, pero las encuestas señalan que los milénials podrían trasladar su preocupación por el medioambiente a sus decisiones de compra de vivienda, comentó Sara Gutterman, directora ejecutiva de Green Builder Media, quien ha hecho encuestas en este grupo demográfico.
Existe un acuerdo generalizado de que los edificios residenciales son fundamentales para limitar el aumento de las temperaturas globales a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Los edificios, incluida su construcción, representan alrededor del 40 por ciento de las emisiones de carbono, y las viviendas son responsables de aproximadamente la mitad. La adaptación de las estructuras ineficientes es el mayor reto, pero la construcción de viviendas sostenibles también es relevante.
Durante décadas, los propietarios de viviendas experimentaron con paneles solares y casas sin conexión a la red eléctrica. Luego empezaron a surgir proyectos pioneros. Grow Community, en la isla de Bainbridge, en el estado de Washington, presentó sus primeras casas con energía solar en 2012; su tercera y última fase de desarrollo está a punto de ponerse en marcha.
Marja Williams, una consultora de desarrollo que ayudó a guiar a Grow en sus primeros años y que vive ahí desde 2014, dijo que su factura mensual de servicios era de solo 7,97 dólares, la tarifa de servicio básico. Su casa produce más energía de la que utiliza, y la empresa de servicios públicos canaliza el exceso de energía en el verano y lo abona a su cuenta en el invierno, cuando los paneles solares son menos productivos. Una casa de Grow Community, que originalmente costaba unos 480.000 dólares, se vendió hace poco por casi el doble de esa cantidad, afirmó Williams.
Constructoras como Mandalay Homes y Thrive Home Builders se han especializado en casas con un uso ultraeficiente de energía. Otras están experimentando con la construcción con base en emisiones netas cero.
Hace poco, Crown Pointe Estates presentó lo que podría ser la versión más exclusiva: las casas de la “serie cero” en el desarrollo MariSol Malibu de la empresa, en el condado de Ventura, California. La primera residencia, de más de 1300 metros cuadrados, está a la venta por 32 millones de dólares.
Otros proyectos
Las viviendas unifamiliares de poca altura no son el único tipo de vivienda de emisiones netas cero que se está construyendo: las viviendas multifamiliares contienen la mayor parte de las unidades de consumo neto cero en Estados Unidos. Sustainable Living Innovations, una empresa tecnológica de Seattle, está construyendo una torre de departamentos de 15 pisos y 112 unidades con paneles hechos en fábrica y equipadas con tuberías, cableado eléctrico y sistemas mecánicos.
En otros lugares de Seattle se está adoptando un enfoque prefabricado a una escala mucho menor: el Proyecto Block está construyendo microcasas solares para personas sin hogar.
Esta iniciativa, realizada por el grupo sin fines de lucro Facing Homelessness, fabrica los paneles en un taller y luego los monta en los patios de los propietarios que han accedido a ceder parte de su vivienda a una residencia de 21 metros cuadrados para una persona que la necesite. Hasta ahora, once de estas casas, cuya construcción costó unos 75,000 dólares, están ocupadas, y hay más en desarrollo, señaló Bernard Troyer, director del proyecto de Facing Homelessness.
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