Agencias, Ciudad de México.- Las aplicaciones se han convertido en una gran economía, pero las normas que las rigen son casi imposibles de entender. Apple y Google han vuelto tan complicadas las reglas que crearon hace una década para sus tiendas de aplicaciones que ya llegaron al punto de que pueden dejar de ser lógicas. Esto ha complicado mucho la compra de material digital en las aplicaciones.
Por ejemplo, en teoría, aunque todavía no sucede en la realidad, puedes usar tu cuenta de Amazon para comprar un libro electrónico desde la aplicación de Kindle para el iPhone, pero no puedes comprar un libro electrónico en la versión de la aplicación para Android. Hasta hace poco, las compras de Kindle estaban prohibidas por las normas de Apple, pero no había problema con las de Google. Ahora sucede lo contrario.
¿Confuso? Sí. Apple y Google han redactado directrices largas y complicadas para las aplicaciones y las han revisado con frecuencia para proteger sus propios intereses. (Antes ya había señalado que las reglas de Apple para las aplicaciones son mucho más largas que la Constitución de Estados Unidos).
¿Quieres que te cuente más locuras? En la actualidad, es fácil pagar para suscribirse a un pódcast en la aplicación de Patreon para iPhone. Apple se mantiene al margen y permite que Patreon tome tu información personal y los datos de tu tarjeta de crédito.
No obstante, comprar otro tipo de suscripciones digitales puede ser completamente diferente. Si compras una suscripción platino al servicio de citas de Tinder en la aplicación para el iPhone, en efecto estás firmando con Apple y Tinder está al margen.
Apple se queda para siempre con una parte de esa cuota de socio. Si quieres dejar de pagarla, le avisas a Apple, no a Tinder.
Comprar una membresía de seis meses a través de la aplicación de Tinder les cuesta a algunas personas 14.99 dólares al mes, pero, si la compras desde el sitio de internet cuesta 13.50 dólares. (La diferencia de precio es la forma que tiene Tinder de recuperar en parte la comisión de hasta el 30 por ciento que le paga a Apple por cada compra de la aplicación). Ah, y pagar por usar las aplicaciones de citas pronto podría funcionar de forma más parecida a comprar cosas en Patreon, pero solo en los Países Bajos.
Por ahora, pagar por Tinder a través de su aplicación para Android es más parecido a cómo funciona Patreon, pero eso es solo porque Match Group, la empresa matriz de Tinder, demandó a Google para evitar que la empresa cambie sus reglas.
Podría aburrirte con los detalles de por qué Apple hace una distinción entre comprar una suscripción de Patreon y una de Tinder. Hay una lógica detrás de por qué puedes comprar un ejemplar en formato rústico de “1984” desde la aplicación Android de Amazon, pero no la edición en libro electrónico y de por qué los suscriptores nuevos de Netflix podían registrarse desde su aplicación para Android, pero ahora no pueden. O, algo así. Las complicaron de nuevo.
Tardé horas en llamadas telefónicas y de investigación para averiguar todos los detalles de los párrafos que acabas de leer. Si se necesitan tantas reglas, excepciones y explicaciones para comprar cosas desde una aplicación en 2022, quizá la lógica de la economía de las aplicaciones sea ilógica.
Años de quejas
Durante años, algunas empresas que crean aplicaciones se han quejado de cómo Google y, en especial, Apple controlan muchos aspectos de esta economía. Ambas dictan qué aplicaciones podemos descargar con facilidad a través de sus tiendas y en qué momento gestionan directamente las compras que hacemos a través de las aplicaciones.
Si utilizamos una aplicación para comprar cosas que existen en el mundo real, como un viaje en Uber o una suscripción a paquetes de comidas, esas compras libran las restricciones de Apple y Google. La lucha es por la compra de cosas que usamos en el entorno digital, como una baratija que se usa en un juego de una aplicación de teléfono inteligente o una suscripción a una aplicación de citas.
El problema es que las distinciones que parecían sensatas cuando Apple creó su tienda de aplicaciones en 2008 ya no se ajustan muy bien a la economía digital moderna.
Anteriormente, escribí sobre los creadores de video de YouTube que no entienden por qué Apple o Google tienen derecho (que podría ser eterno) a una parte del dinero que sus seguidores les pagan a través de una aplicación.
En la era en la que todo se hace por Zoom, ¿resulta lógico tener reglas diferentes, como pretendía Apple, para pagar, por ejemplo, por clases de gimnasio que tomas en persona y las que tomas en línea desde casa? ¿Por qué aplicaciones como Facebook, que ganan dinero con la publicidad, no ceden una parte de los ingresos a Apple y Google, pero las que venden suscripciones digitales sí?
Además, las reglas de las aplicaciones cambian con frecuencia, lo cual aumenta la complejidad.
Este mes, Google puso en marcha restricciones más estrictas, por lo que debe gestionar las compras de más material digital en las aplicaciones y llevarse una tajada.
De nuevo, hay cierta lógica detrás de todos estos cambios. Apple y Google quieren evitar que los principales videojuegos de los teléfonos inteligentes, que son los que más dinero generan en el mundo de las aplicaciones, se salten sus normas y tarifas. Además, dicen que intentan responder a las quejas de que tienen demasiado control o de que representan una carga para las pequeñas empresas.
No obstante, cuantas más concesiones hagan Apple o Google para apaciguar a los gobiernos y a algunos desarrolladores enojados, pero no a otros, más arbitraria puede parecer la lógica de su tienda de aplicaciones.
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