Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- Un centenar de turistas europeos emprendieron un inédito periplo a través de las inmensas extensiones del desierto libio. Se trata del grupo de viajeros extranjeros más importante en visitar en casi diez años Libia, un país “magnífico” pero inestable.
Las sirenas de los policías retumbaron en la ciudad fortificada de Gadamés, abriendo paso a decenas de voluminosos 4×4 que transportaban a turistas italianos, franceses, islandeses o suizos.
Igual que otras ciudades libias, este oasis construido en medio de un palmeral no había recibido a grupos de turistas desde 2012, debido al caos que siguió a la caída del régimen de Muamar Gadafi en 2011.
Tras el fin de las hostilidades entre bandos rivales y en pleno proceso político para pacificar al país, Ali el-Kouba, que dirige una agencia de viajes privada, organizó este “road-trip” para “acabar con el muro de miedo de los numerosos admiradores del Sáhara libio”, dice a la AFP.
Apoyado por las autoridades, que garantizan la seguridad del circuito y suministran policías para escoltar el convoy, Kouba “ofreció” el viaje a un centenar de turistas europeos, muchos de ellos aguerridos aventureros que ya conocían el país.
Volver
Es el caso de Jean-Paul, un francés de 57 años: “La última vez (en Libia) fue hace diez años. Descubrimos un país magnífico, con paisajes extraordinarios y gente muy acogedora” recuerda. “Desde luego, teníamos ganas de volver”.
“Henos aquí, en Gadamés, tras diez años de ausencia”, lanza, entusiasta, el italiano Giovanni Paolo, ataviado con un turbante tipo tuareg. “Estábamos seguros de ser los bienvenidos en este maravilloso país”, afirma este director de agencia de viajes, de unos 50 años de edad.
El grupo, que llegó a través de un puesto fronterizo con Túnez, pasó la noche a la intemperie, bajo las estrellas, antes de proseguir viaje hacia el gran sur libio, con sus dunas y pedregales, y pasar por la pintoresca Gadamés, a unos 650 km al sudoeste de Trípoli.
Gadamés, conocida como la “perla del desierto”, es una de las más antiguas ciudades de la región presahariana.
Con sus aparatos de fotos y sus “smartphones”, los visitantes recorrieron en grupo la medina de la antigua de localidad caravanera, con sus laberínticas callejuelas pintadas con cal, sus tiendas de artesanía y sus tradicionales moradas, reforzadas con troncos de palmera.
En la parte moderna de esta localidad inscrita en el patrimonio mundial de la Unesco, una elegante mezquita con dos minaretes se eleva frente a señoriales casonas, de color ocre y adornadas con cuernos blancos, retomando así los elementos arquitecturales típicos de la ciudad vieja.
Jean-Jacques Sire, un francés de 67 años, descubrió en 1994 Libia, encontró una “población extraordinariamente acogedora”, y luego volvió cuatro años después. “Cuando supe que había un grupo de amigos que quería volver, no lo dudé un instante”, relata.
Precaria seguridad
El turismo, sector minoritario en un país donde la paz es frágil y la economía está dominada por los hidrocarburos, vivió una tímida apertura en los años 2000.
Entonces, el régimen de Gadafi acababa de emprender un retorno al escenario internacional, coronado por el levantamiento de un embargo de la ONU en 2003.
Se emitieron por primera vez visados de turismo y se creo un ministerio. En 2010, unos 110.000 turistas extranjeros visitaron Libia, generando 40 millones de dólares (34 millones de euros) de ingresos.
Pero todo se detuvo bruscamente en 2011.
“La idea de este viaje es hacer que vuelvan los turistas europeos, y hoy están aquí”, se congratula Khaled Derdera, coordinador general del viaje, que quiere acabar con la “idea de que Libia es un Estado fallido”.
Pese a los progresos políticos de los últimos meses, la seguridad sigue siendo precaria. Y la mayoría de los países desaconsejan formalmente a sus ciudadanos viajar a Libia, con lo que se retrasa el renacimiento de su sector turístico.
Con información de la agencia ‘EFE’.
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