Agencias, Ciudad de México.- Un equipo sueco de investigadores ha logrado recuperar ADN de los restos dentales de unos mamuts que fueron desenterrados en la década de 1970 de permafrost del noreste de Siberia por el paleontólogo ruso Andrei Sher. Los resultados de su estudio han sido publicados este miércoles en la revista Nature.
La extracción del ADN fue posible gracias a los avances en las tecnologías de secuenciación y de bioinformática, ya que los molares de estos elefantes prehistóricos contenían poco ADN.
“Este ADN estaba extremadamente degradado en trozos muy pequeños, por lo que tuvimos que secuenciar miles de millones de secuencias ultracortas de ADN para poder armar el rompecabezas de estos genomas”, recoge Reuters las palabras de Love Dalén, genetista evolutivo del Centro de Paleogenética de Suecia, que dirigió la investigación.
En cuanto a la datación de las muestras, los científicos concluyeron que el más antiguo de los animales, descubierto cerca del río Krestovka, tenía 1,65 millones de años, mientras que otros dos ejemplares, hallados cerca de los ríos Adycha y Chukochya, vivieron hace 1,3 millones y 600.000 años, respectivamente.
Una nueva especie que migró a Norteamérica
Tras realizar el análisis de los genomas, los expertos determinaron que la muestra más antigua (la de Krestovka) pertenece a un linaje genético desconocido hasta la fecha. “Esto nos sorprendió completamente. Todos los estudios anteriores indicaban que en ese momento solo había una especie de mamut en Siberia denominada mamut estepario”, subrayó el investigador Tom van der Valk.
Los científicos presuponen que el mamut de Krestovka y el de Adycha habrían sido dos especies diferentes, y que el primero de ellos migró de Siberia a América del Norte, donde se apareó hace unos 420,000 años con el mamut lanudo, dando origen a a un elefante híbrido, conocido hoy como mamut colombino, que vivió durante la última glaciación.
Asimismo, los investigadores creen que el mamut de Adycha habría podido ser el ancestrode los lanudos.
Hasta ahora, el genoma secuenciado más antiguo procedía de un caballo que vivió hace 780,000 años en el territorio canadiense de Yukón.
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