Los migrantes exceden las capacidades de las islas Canarias
Agencias, Ciudad de México.- Las islas Canarias, situadas en el océano Atlántico frente a la costa africana, se han convertido en el principal destino de miles de migrantes que huyen de la pobreza, la violencia y la persecución en sus países de origen. Sin embargo, la llegada masiva de personas ha desbordado las capacidades de acogida y atención de las islas, que se enfrentan a una crisis humanitaria y social sin precedentes. Las autoridades españolas y europeas han tratado de dar una respuesta coordinada y solidaria, pero se han encontrado con obstáculos legales, políticos y logísticos.
La ruta canaria, una de las más peligrosas y mortales del mundo
La ruta canaria es una de las vías de acceso a Europa para los migrantes que parten desde el oeste y el centro de África, principalmente desde Marruecos, Mauritania, Senegal, Gambia, Malí y Guinea. Se trata de una ruta muy peligrosa, ya que implica atravesar el Atlántico en embarcaciones precarias y sobrecargadas, expuestos a los riesgos del mar, el clima, la falta de alimentos y agua, y la posible intervención de las fuerzas de seguridad o de las mafias.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en lo que va de año han llegado a las islas Canarias 19.865 migrantes, un 9,5% más que en el mismo periodo del año anterior1. Sin embargo, se estima que más de 2.000 personas han muerto o desaparecido en el intento, lo que convierte a la ruta canaria en una de las más mortales del mundo. La OIM advierte que estas cifras pueden ser mucho mayores, ya que muchas muertes no se registran o se reportan.
La crisis de acogida y atención de los migrantes en las islas Canarias
La llegada masiva de migrantes ha superado las capacidades de acogida y atención de las islas Canarias, que cuentan con una población de unos 2,2 millones de habitantes y una superficie de unos 7.500 km2. Las infraestructuras y los recursos disponibles son insuficientes para garantizar el alojamiento, la alimentación, la salud, la seguridad, la asistencia jurídica y el acceso al asilo de los recién llegados.
El año pasado, la crisis alcanzó su punto álgido cuando más de 23.000 migrantes llegaron a las islas, la cifra más alta desde 2006, cuando se produjo la llamada “crisis de los cayucos”. El Gobierno español tuvo que habilitar de forma urgente más de 10.000 plazas hoteleras para alojar a los migrantes, ante la falta de espacios adecuados. Sin embargo, muchos de ellos tuvieron que permanecer durante días o semanas en el muelle de Arguineguín, en Gran Canaria, en condiciones de hacinamiento e insalubridad, lo que generó una gran indignación y críticas por parte de organizaciones humanitarias, instituciones europeas y medios de comunicación.
Este año, el Gobierno español ha tratado de mejorar la gestión de la crisis, aumentando las plazas de acogida en las islas, reforzando los dispositivos de rescate y salvamento, agilizando los traslados a la península y a otros países europeos, y reactivando la cooperación con los países de origen y tránsito de los migrantes. Sin embargo, la situación sigue siendo compleja y delicada, ya que persisten los problemas de coordinación, los retrasos en los procedimientos administrativos, las dificultades para identificar y atender a las personas vulnerables, especialmente a los menores no acompañados, y las tensiones sociales y políticas derivadas de la presencia de miles de migrantes en las islas.
La necesidad de una respuesta europea solidaria y respetuosa con los derechos humanos
La crisis migratoria de las islas Canarias no es solo un problema español, sino europeo, ya que afecta a la política común de asilo y migración, a la seguridad de las fronteras exteriores y a la solidaridad entre los Estados miembros. Por ello, se requiere una respuesta europea coordinada, solidaria y respetuosa con los derechos humanos de los migrantes.
La Unión Europea (UE) ha expresado su apoyo y colaboración con España para afrontar la crisis, y ha destinado fondos y recursos para reforzar la capacidad de acogida, la protección internacional, el retorno voluntario y la cooperación con terceros países. Sin embargo, la UE también ha mostrado sus limitaciones y contradicciones, ya que no ha logrado poner en marcha un mecanismo efectivo y justo de reparto de responsabilidades entre los Estados miembros, ni ha armonizado los criterios y los procedimientos para el reconocimiento del asilo, ni ha garantizado el respeto de los derechos humanos y el principio de no devolución en las operaciones de control fronterizo.
La crisis migratoria de las islas Canarias es un desafío y una oportunidad para la UE, que debe demostrar su capacidad de dar una respuesta humana y solidaria a las personas que buscan una vida mejor en Europa, y de contribuir a las causas estructurales de la migración, como la pobreza, la violencia, la persecución y el cambio climático, en los países de origen y tránsito de los migrantes.
Con información de: DW
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