Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- Son negocios de servicios o de venta de productos, proveedoras de otras empresas o microemprendimientos para el autosustento, no importa su tamaño o su condición de formalidad o informalidad, son los consorcios más resilientes en el difícil entorno económico que vive el país con la pandemia de Covid-19, cuya característica principal es que son dirigidos por mujeres.
A pesar de que en México ser mujer implica enfrentar toda una estructura sociocultural que privilegia los roles tradicionales, con los que la población femenina es tratada desigualmente con respecto a los hombres, en el ámbito empresarial las firmas dirigidas por mujeres son las que mejor han sorteado la crisis del último año.
De hecho, solo el 10% de las empresas de mujeres han cerrado, las demás se mantienen activas a partir de una rápida reconversión que les ha permitido trabajar con éxito en las nuevas condiciones que nos ha dejado la pandemia, dice en entrevista con ALTO NIVEL, Sofía Pérez Gasque, presidenta del Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias (CCME).
“Lo que ha sucedido es que se han transformado, te comento que menos del 10% tuvo que cerrar definitivamente y conseguir algún empleo, pero la mayoría, por ahí del 51-52% de los negocios de mujeres que eran de servicios, por ejemplo, consultoría, relaciones públicas, eventos, tuvieron que transformarse a ser comercios, negocios de producto, venta de producto ya sea de salud, orgánico, alimenticio, y así es como tuvieron que transformarse, más que haber cerrado”, explica.
Si bien desde hace un año ha habido consecuencias negativas por la marcada disminución de la actividad económica en México, las cuales han afectado más a las mujeres, justo es esta población la que está manteniendo las dinámicas de ingresos y creación de emprendimientos en nuestro país, sobre todo con el auxilio de las llamadas nuevas tecnologías.
“De manera positiva hemos visto un incremento del uso de tecnología en los emprendimientos de las mujeres para poder ser más escalables”, además de los grupos de apoyo de mujeres y las alianzas que entre ellas se han hecho. Con la pandemia tenemos “unas mujeres más unidas, mujeres más propositivas, buscando no solamente ayudar a sus familias, sino a la comunidad”, enfatiza Sofía Pérez Gasque.
Condiciones desiguales
En México hay poco más de 4 millones de micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) que generan el 72% de los empleos, y aportan aproximadamente el 50% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, del total de la población ocupada de más de 25 años que se desempeña en una función directiva en los sectores público, privado y social, solo el 39% son mujeres.
El INEGI agrega que las mujeres son propietarias del 36.6% de las Mipymes, es decir, casi 1.5 millones de empresas son establecimientos de manufactura, comercio o de servicios cuyas dueñas son mujeres, que generan el 26% de todos los empleos del país, aportando el 18.3% del PIB.
“Es importante destacar el papel que desempeñan en el ámbito social al ser consideradas estabilizadoras en periodos de recesión permitiendo la movilidad de trabajadores y disminuyendo las tasas de desempleo”, asevera el INEGI en un comunicado con motivo del Día Internacional de la Mujer.
Sin embargo, en México no hay una política pública que de manera específica apoye a las mujeres emprendedoras, no hay incentivos fiscales para los consorcios femeninos, y brilla por su ausencia el apoyo público a los cuidados familiares que ahora se han incrementado con la pandemia de Covid-19.
“El gobierno federal no solo está dejando a un lado a las mujeres, sino también el concepto de desarrollo de la economía que los empresarios y las empresarias realizamos como generadores de empleo, y como ayuda para reestablecer la economía de nuestro país”, considera la presidenta del Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias.
Sofía Pérez Gasque argumenta que “no hay un apoyo de fondo, sobre todo en este momento de emergencia económica”, si bien han salido algunos microcréditos, como el crédito a la palabra, estos tienen “un porcentaje de tasa altísimo, entonces en este momento no es algo factible, y menos para las microempresarias mexicanas”.
Mayor carga
Las mujeres en México además de ser empleadas o empresarias, tenemos una vida personal y familiar que igualmente es importante, lograr un balance entre esos dos aspectos es uno de los principales retos cotidianos que debemos enfrentar.
En los últimos 12 meses, la carga en el hogar se ha multiplicado: Las mujeres con hijos ahora también son maestras, o acompañantes más activas del proceso de aprendizaje desde casa de sus niños y niñas, en tanto que a las tareas domésticas se sumaron las horas de home office, la atención de enfermos y adultos mayores, y la búsqueda de nuevas opciones para conservar los ingresos económicos de la familia.
La brecha de género, es decir, las diferencias que hay entre la situación de los hombres con respecto a las mujeres, también se acentúa en lo que se refiere a las actividades recreativas. La mayor carga de trabajo para las mujeres se refleja en “una menor disposición de tiempo libre: en promedio 4.2 horas a la semana”, reporta el INEGI.
Todo esto repercute en la salud física y mental de las mujeres, pues “las diferencias de género en la afectación mental también son consistentes”, refiere un reciente estudio de la ONU Mujeres. Entre la población femenina “los niveles de estrés han aumentado durante la pandemia y éstos superan a los de los hombres”.
En México, de acuerdo con la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del Covid-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos, 27.3% de las personas mayores de 18 años han presentado síntomas depresivos, y 32.4% síntomas severos de ansiedad. El estudio añade que, entre las mujeres, los niveles de ansiedad durante el confinamiento han sido mayores a los de los hombres, “pues 37.3% de ellas se han sentido ansiosas en comparación con 27% de los hombres”.
“Hemos tenido un impacto fuerte de carga laboral, que eso también se traduce en carga emocional y psicológica, estamos teniendo un impacto severo de mujeres que han estado deprimidas, y también obviamente en este punto, en el tema emocional, con el tema de la violencia que ha incrementado”, reconoce Sofía Pérez Gasque.
Al respecto, la ONU Mujeres dice que la sobrecarga física, mental y emocional que están enfrentando las mujeres en esta crisis, al tener que asumir la responsabilidad de salvaguardar la salud y hacerse cargo del cuidado de los miembros del hogar, “aunado a la incertidumbre, temor ante el contagio, estrés laboral y económico, así como el aumento en el riesgo de violencia y desgaste por el confinamiento prolongado, requieren una respuesta efectiva para prevenir y atender padecimientos de salud mental”.
Lamentablemente, si en términos generales las desigualdades y la violencia en contra de las mujeres no están siendo atendidas en forma adecuada por la actual administración, la salud mental femenina es un tema que también brilla por su ausencia en las políticas públicas y prioridades de nuestro gobierno.
Con información de la agencia ‘EFE’.
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