Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- Un análisis genético del SARS-CoV-2 y otros coronavirus relacionados sugiere que la actual pandemia pudo haberse originado en el tracto digestivo de perros callejeros antes de pasar a los humanos. A esta conclusión ha llegado el profesor de biología de la Universidad de Ottawa (Canadá) Xuhua Xia, quien estudió en detalle el genoma del patógeno.
Se cree que el SARS-CoV-2 ‘saltó’ de los murciélagos a los humanos, pero ha sido un desafío para los genetistas determinar si hubo otra especie que sirviera como intermediaria. Algunos expertos señalaron a pangolines y serpientes, pero este nuevo estudio, publicado en la revista Molecular Biology and Evolution este 14 de abril, ofrece una nueva hipótesis. Según el autor, hubo un grupo de perros callejeros que comieron murciélagos infectados.
Los coronavirus son una gran familia de microorganismos presentes tanto en animales como en humanos. En raras ocasiones, un coronavirus presente en un animal evoluciona para enfermar a una persona y de ahí surge la situación epidémica como la que vive el mundo hoy en día.
El brusco ‘salto’ de una especie a otra y luego a un ser humano, deja huellas o firmas moleculares en el ácido ribonucleico del patógeno. El investigador recurrió a 1.252 genomas de coronavirus registradosen una base de datos de secuencias genéticas para encontrar un análogo.
Descubrió que el SARS-CoV-2 y un beta-coronavirus de murciélago estrechamente relacionado (BatCov RaTG13) comparten el 96 % de la secuencia genética y en el tramo divergente figuran cantidades bajas de un compuesto orgánico, concretamente un dinucleótido, que sirve como ‘indicador’ de la respuesta vírica del sistema inmunitario humano. Esto confirma quela forma humana del virus había evolucionado de la que infecta a los murciélagos.
El estudioso comparó también con los especímenes del banco el resto del genoma, los fragmentos que no eran para el murciélago, ni para el ser humano.
Todos los mamíferos tienen una proteína antiviral que circula por los pulmones para evitar que un virus se multiplique allí, pero la intensidad de esta respuesta es diferente. Según el estudio, la que dejó su huella en el SARS-CoV-2 coincide con la que recibían los coronavirus caninos, que provocan una enfermedad intestinal altamente contagiosa en perros.
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