Monitor Sur/Agencias
Brasilia,Brasil, 31agosto2015.-El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT) está de vuelta a la arena política. Y, para anunciar este regreso, nada más simbólico que reunirse este sábado en São Bernardo do Campo, su cuna política, con el expresidente de Uruguay José Mujica, uno de los líderes más populares en América Latina y del mundo, y hablar a un público compuesto por ministros, diputados, alcaldes, concejales, líderes sindicales y simpatizantes.
“Me quedé callado durante mucho tiempo porque tenía que cumplir con mi papel de expresidente. (…) Pero no me dejan en paz. Solo matan a un pájaro si se queda parado. Y yo he vuelto a volar”.
El anuncio se produjo un día después de señalar en una entrevista que podría volver a ser candidato en 2018. Durante el discurso de este sábado, que cerró el seminario Participación Ciudadana, Gestión Democrática y Ciudades en el siglo XXI, Lula no llegó a mencionar una posible candidatura.
Sin embargo, parece que, al menos, se posiciona como el portavoz de un Gobierno que tiene dificultades para comunicarse y de un partido desgastado después de 12 años en el poder. La presidenta Dilma Rousseff tiene menos de un 8% de popularidad, según las encuestas, y su Gobierno está bloqueado en una crisis económica que ha derribado un 1,9% del PIB este segundo trimestre. Además, afronta un escándalo de corrupción en Petrobras, investigado por la operación Lava Jato, y la presión de las calles y de la oposición, que exigen un proceso de destitución.
Pero las imágenes recientes de un expresidente Lula desanimado, pidiendo que el Partido de los Trabajadores hiciese una autocrítica, parecen haberse quedado en el pasado.
Ese papel le correspondió a Pepe Mujica, el carismático expresidente de Uruguay, venerado en todo el mundo. Mujica hizo una defensa contundente de la democracia (“es la mejor porquería que encontramos”) y de la necesidad de los partidos políticos para que esta exista. “Son la voluntad colectiva de grupos humanos de volver las cosas mejores.
Pero también enferman. Tenemos que luchar por partidos republicanos, donde los líderes aprendan a vivir como la mayor parte del país y no como la minoría”, afirmó. “No se debe confundir a un presidente con un monarca. El cargo no es nada más que un voto de confianza de los ciudadanos. No hay hombres imprescindibles, hay causas imprescindibles”.
Su discurso fue toda una introducción para el expresidente Lula. Si Mujica defendió la necesidad de partidos políticos, Lula salió en defensa del PT (de su partido) como no lo había hecho en los últimos tiempos. “La ciudadanía es un tema que nuestro partido tiene que enseñar. (…) El PT pasa por un momento de criminalización y este es el momento de levantar la cabeza y volver a la calle como antes”, les pidió a los presentes, entre fuertes aplausos y gritos que pedían su regreso.
La vuelta de Lula al centro de atención ocurre justo después de que las encuestas de opinión revelasen que, si la elección fuera hoy, el senador Aécio Neves (PSDB) ganaría con 19 puntos de ventaja sobre Lula; el senador José Serra, con 7 puntos más que él; y el gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin, con 4 puntos, según cálculos del IBOPE. Pero Lula no se da por vencido y parece querer superar la situación y salir del “volumen muerto”, término ya usado por él hace unos meses y que se refiere a las últimas reservas de agua usadas por la ciudad de São Paulo durante la actual sequía en esa zona de Brasil. La campaña para las próximas elecciones presidenciales, cuando sea que ocurran, parece haber comenzado ya.
“A la derecha reaccionaria de este país le gusta decir que Lula forma parte del pasado. Como tengo la espalda fuerte, voy a ver si dejan a la querida Dilma en paz y les vuelvo a molestar”, dijo. Una vez más, mencionó la educación como punto de partida. “Tenemos que poner en la agenda el tema de la educación en este país. Quien puede hacer eso es el PT. Tenemos que volver a revolucionar la política. El PT es la voz del pueblo de este país, tenemos que hacer esa revolución”.
Durante su discurso, Lula volvió a ser Lula. Se saltó lo que estaba escrito en el papel, improvisó durante cerca de una hora y arrancó carcajadas y gritos que pedían que se presentase de nuevo. Se jactó de su Gobierno y defendió firmemente a su partido por “liderar los últimos 35 años de lucha popular en Brasil”. Además, argumentó que el PT hizo una “revolución silenciosa en el país” a partir de los ayuntamientos, al organizar el presupuesto participativo, el primero de ellos en la Administración de Diadema, en 1982. “Por primera vez el pueblo humilde era llamado a discutir cada prioridad de su barrio. Este partido ha cambiado la cultura administrativa de las ciudades de este país. Y eso le molesta a mucha gente”, explicó.
De su Gobierno, dijo que su principal legado fue la relación que estableció con la sociedad y con los movimientos sociales. “Si juntásemos a todos los presidentes del país, antes de mí, no hicieron ni un 10% de las reuniones que hicimos. Esas reuniones definieron las políticas públicas de este país. No eran políticas del Gobierno, eran de la sociedad. Aquel palacio continuó recibiendo a empresarios y príncipes, pero también pasó a recibir a la sociedad”.
Lula citó también algunas de las conquistas sociales de las últimas décadas, como el aumento continuo del salario mínimo y el hecho de que hoy en día más personas puedan viajar en avión. Y dijo que pasará a la historia como el presidente que creó más universidades. “Puede ser que algunos tengan razón en sus críticas, pero ¿por qué todo este odio? ¿Será porque las empleadas domésticas han conquistado más derechos? Estas personas salen a las calles para deshacer las mejoras que hemos hecho”.
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