Carlos Hernández
A Maradona se le ubica entre los tres mejores futbolistas de la historia. Unos pondrán arriba a Pelé y los más jóvenes a Lionel Messi. Lo cierto es que el Pelusa está en ese podio.
Diego Armando Maradona es noticia mundial. Muchos lo adoran, al grado de que en Argentina fundaron la iglesia Maradoniana, cuyos fieles lo veneran como el dios que dicen que es. Otros lo critican, sobre todo por sus escándalos y sus problemas con las drogas.
En forma sorpresiva, el Diego apareció como técnico de los Dorados de Sinaloa, un equipo de la división de ascenso de nuestro balompié. El argentino venía de estar en el futbol árabe, donde falta calidad pero sobre el petróleo y los dólares.
Dorados está en lo que es la segunda división en México, pero el apellido de sus dueños, Hank, explica el por qué pudieron convencerlo para que dejara los petrodólares .
La mayoría apostó que su estancia en Culiacán sería efímera, como una de sus tantas aventuras alrededor del mundo. Sin embargo, los Dorados ya están en la final, que disputarán esta semana con el San Luis, filial o algo así del Atlético de Madrid.
En los partidos de Dorados, la cámara de televisión se encuentra más enfocada en las reacciones de Diego que en lo que sucede en la propia cancha. Así son los cracks.
Parece una ley no escrita en el mundo del balón que un gran jugador no se convierte en un buen entrenador.
Pelé lo entendió así. Por eso al retirarse de las canchas se enfocó en lo que sucede fuera de ella, motivado casi siempre por asistir a los eventos que aumenten su cuenta bancaria. No se le critica: su nombre es marca y está bien que cobre por ella.
Al igual que Maradona, Hugo Sánchez busca repetir en el banquillo los logros que tuvo en el campo. Hugol se convirtió en el primer timonel en conseguir un bicampeonato en torneos cortos, pero siempre con la duda de que él no era el estratega, sino sólo un motivador.
Lo mismo se le critica a Diego. Pero es ilógico pensar que uno de los mejores futbolistas de la historia no sepa cómo manejar a un equipo. Fueron muchos años en la cancha, jugando como nadie más lo hacía a ese nivel en todo el mundo.
Además, fue dirigido por una gran cantidad de técnicos. Algo les debió aprender de táctica futbolera, que tampoco es algo inaccesible como la Física cuántica.
Para sus pupilos, ser dirigidos por Diego debe ser una motivación en sí misma. Al saltar a la cancha, a los Dorados les debe sobrar inspiración y lo hermoso del deporte es que no siempre gana el mejor, sino el que se inspira y transpira más.
Con táctica o con motivación, pero el Pelusa está cerca de levantar su segundo título en nuestro país.
Aquel lejano México 86
México 86 fue el Mundial de Maradona. Son pocas las Copas que se identifican así con un jugador y muchos destacan la calidad que tenía el plantel albiceleste. Cierto, pero sin el Diego la historia hubiera sido distinta.
En 1986, el Pibe fue luz, pero también fue sombra… y todo en 90 minutos.
El partido Argentina-Inglaterra representaba más que un juego, envueltos ambos países en la Guerra de las Malvinas.
Maradona anotó en la cancha del Azteca el gol más bello de los Mundiales, al llevar el balón desde media cancha y dejar viendo visiones a medio equipo inglés, pero también realizó la mayor trampa, al anotar el gol con la mano.
Fue un gol típico de barrio, de ese juego canchero que tanto caracteriza al futbol de este lado del mundo, sobre todo en Sudamérica.
Fue un gol que recordó el sello del Maradona nacido en Villa Fiorito, donde tuvo que sobresalir contra todo y de cualquier manera.
El fubol llanero es picardía, improvisación, inventiva, como la mostrada en nuestras tierras por el actual gobernador de Morelos con su famosa Cuauhtemiña.
A los 12 años, con el recordado equipo Cebollitas, el Diego ya mostraba las dotes de un genio. Después, conforme fue conquistado los Everest del futbol mundial, también fue propiciando su caída en los vicios.
En sus primeros días en Culiacán, Diego tuvo una entrevista con Julio César Chávez. Dos genios del deporte, dos ídolos caídos en las drogas. Y la coincidencia: fueron grandes a pesar de sus vicios y ni ellos mismos tienen idea de a dónde hubieran llegado sin la carga de las drogas.
Son ya clásicos los bailes de Diego al festejar un gol o un triunfo de sus Dorados, pero también queda en el recuerdo cuando le hicieron una pregunta en transmisión directa y no supo que responder, fue incapaz de hilar un par de palabras.
Pero a Diego habrá que juzgarlo por lo que hace en el campo, aunque se hable más de lo extra cancha por la figura mundial que representa.
De México 86 también se recuerda su imagen al ser cargado en hombros luego de convertirse en campeón mundial. Ahora, 32 años después, está cerca de levantar otro título.
Boca quiere ganar en la mesa
Maradona jugó también para el Boca Juniors, que ahora pelea una batalla que no es digna de su grandeza: quiere ganar en la mesa.
El equipo xeneize pretende que se le otorgue el título de la Copa Libertadores ante las agresiones sufridas por los hinchas del River Plate. Pero la Confederación Sudamericana, un organismo cuyos dirigentes han sido acusados de corrupción, ya determinó que el duelo definitivo sí se va a realizar, aunque fuera de Argentina.
Las autoridades de la Conmebol podrán alejar este partido, pero los vándalos argentinos ahí seguirán, con el balón en su poder.
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