Por Regina Labardini, estudiante del Programa del Diploma del Bachillerato Internacional en el Tecnológico de Monterrey
Si estás cursando el último año de la preparatoria y te consideras buen alumno, probablemente tienes cierta pasión por el aprendizaje, lo cual te llevará a un proceso de enseñanza permanente, encontrándote con un deseo perpetuo por adquirir conocimiento.
Te emociona terminar por fin el bachillerato pero, por otro lado, te aterra pensar en tu futuro, que a veces no parece ser tan claro. No te preocupes, no estás solo. De acuerdo con la Secretaría de Educación Pública, en México había 5,144,673 de estudiantes en el nivel medio superior en el ciclo escolar 2019- 2020. Es decir, más de cinco millones de jóvenes como tú estarán viviendo esa misma incertidumbre en los próximos meses.
Además de las tareas incompletas, la voz en tu cabeza que constantemente te repite que debes empezar a estudiar para tus exámenes y la notoria falta de sueño, debes agregar un elemento a la lista: elegir a qué universidad irás y, sobre todo, qué carrera estudiarás. Habrá días en los que crees tener todo resuelto y otros en los cuales ni siquiera encuentras la motivación y energía para levantarte de la cama.
Al principio parece fácil, ¿cierto? Solo debes encontrar un área de estudio que te guste y en la que, en principio, seas bueno. Pero, ¿qué pasa cuando no encuentras una opción, sino tres? Tres opciones completamente distintas. ¿Qué pasa si no tienes ninguna opción? Y aún peor, ¿qué pasará si escoges la opción incorrecta? ¿Qué pasa si te equivocas?
Vives una crisis vocacional porque no sabes ni por dónde empezar a organizar tu vida. ¡Tranquilo! Conozco a gente que encontró y definió su vocación desde los 12 años (yo misma terminé cambiando de opinión), y también conozco a personas que aún no saben qué hacer de su vida al momento de cumplir 40. En mi caso, durante los dos años que estudié la asignatura de economía Nivel Superior (NS), jamás se me cruzó por la cabeza la posibilidad de ser economista.
Al mismo tiempo, durante los años en el bachillerato estaba completamente segura de que jamás estudiaría una ingeniería, ni nada que tuviera que ver con las ciencias naturales. Sin embargo, eventualmente descubrí que esto se convirtió en una gran herramienta que me permitió explorar y delimitar mis intereses, habilidades y áreas de oportunidad.
Aunque al final estés completamente seguro de lo que no quieres estudiar, al menos habrás adquirido conocimiento que te será útil en algún momento de tu vida, probablemente cuando menos te lo esperes.
Quiero compartirte algo que me dijo mi papá y que espero te ayude tanto como a mí: “nadie espera que, siendo tan joven, tomes una decisión de tal impacto, sin equivocarte”. No puedo asegurar que no te vayas a equivocar, pero sí te puedo recomendar seguir algunos pasos, como lo hice yo.
Lo más fácil es empezar por descartar todas esas carreras y áreas de las que estás completamente seguro que no deseas estudiar, porque no te interesan o porque requieren de habilidades o cualidades que no posees. Después, debes analizar aquellas carreras que sí son una posibilidad, es decir, aquellas para las que crees que podrías ser bueno, aunque no te apasionen. Después, elige aquellas que realmente te interesan y a la vez, te reten.
Pronto verás que puedes pasar días enteros haciendo un montón de listas, analizando planes de estudio, universidades y, seguramente, notarás que tus opciones se reducen poco a poco. Y aunque puedes encontrar la respuesta fácil y rápidamente, también existe la posibilidad de que termines aún más confundido que cuando comenzaste este proceso.
Hay carreras y universidades para todo tipo de personas y debes buscar las que más coincidan con tu personalidad y principios. La oferta educativa de carreras en México es muy amplia. Tan solo en el Tecnológico de Monterrey hay 47 carreras, mientras que, en universidades públicas, como la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional, la oferta es de 129 y 76 carreras universitarias, respectivamente.
También puedes recurrir a los departamentos de orientación vocacional de las universidades, en donde ofrecen ayuda a quienes aún no tienen claro qué carrera estudiar o a qué quieren dedicar su vida. Sus herramientas permiten revisar con detalle las carreras que mejor se ajusten a tu perfil, tus gustos y habilidades para que tomes la decisión.
Eso sí, debo sugerirte que aproveches tu experiencia universitaria al máximo. Aunque no debes descuidar los aspectos académicos, también ten en cuenta que es posible que no vuelvas a tener una oportunidad como esta para conocer a todo tipo de gente, incluido tú mismo. Por último, aunque puede ser una decisión complicada, considera que elegir una carrera universitaria no solo te dará muchas satisfacciones personales, sino que te permitirá colaborar con el desarrollo de nuestro querido país, sea cual sea tu área de estudio e independientemente del camino que construyas para ti mismo; estoy segura de que encontrarás la manera de poner en práctica tu conocimiento y tus habilidades para hacer de tu comunidad un mejor lugar.
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