Agencias, Ciudad de México.- Durante meses, los entusiastas de las criptomonedas invirtieron cientos de millones de dólares en un proyecto llamado Wonderland, el cual aseguraba proporcionar un sistema cambiario para el turbio mundo de las finanzas descentralizadas.
Para formar parte del proyecto, los inversionistas —quienes se hacían llamar Frog Nation (Nación de las ranas)— le encomendaron su dinero al gerente tesorero de Wonderland, un criptodesarrollador a quien solo conocían por su nombre de perfil: 0xSifu.
A finales de enero, se reveló que 0xSifu era un alias de Michael Patryn, quien había cumplido una sentencia de dieciocho meses por fraude en una cárcel federal. El precio del token de Wonderland, $TIME, se desplomó de la noche a la mañana, mientras los moradores de Frog Nation entraban en pánico y debatían si debían cerrar el proyecto.
“Pensé: ‘Oh, no, esto se va a poner feo’”, comentó Brad Nickel, un inversionista en Wonderland que radica en Florida y conduce el pódcast sobre criptomonedas “Mission: DeFi”. “De inmediato, se perdió toda la confianza”.
Desde el inicio, la criptoindustria se ha basado en el anonimato. El bitcóin fue concebido hace más de una década por una misteriosa figura que se identificaba con el seudónimo de Satoshi Nakamoto. Durante años, los ladrones y los narcotraficantes han usado las criptomonedas para hacer negocios en las sombras.
La capacidad de operar de forma anónima es un principio central de la criptotecnología. Todas las transacciones de criptodivisas quedan registradas en sistemas de contabilidad descentralizados llamados cadenas de bloques, las cuales permiten que los usuarios operen sin un nombre, sin registrar una cuenta bancaria ni interactuar con los guardianes tradicionales del sector financiero.
Ahora, aunque las criptomonedas se están transformando en una industria cada vez más popular, hasta los actores de apariencia legítima —fundadores, ingenieros e inversionistas de empresas emergentes— insisten en el anonimato. Una creciente cantidad de criptoemprendedores, muchos de los cuales controlan cientos de millones de dólares en fondos de inversión, realizan negocios por medio de misteriosos avatares de internet que no cuentan con información para identificarlos. Algunas firmas de capital de riesgo están respaldando a los fundadores sin siquiera conocer sus nombres reales en ningún momento.
No obstante, el colapso que casi sufre Wonderland está forzando a evaluar si la cultura del anonimato socava la responsabilidad y facilita los fraudes. El mes pasado, BuzzFeed News inició una nueva ronda de debates al identificar a dos fundadores con seudónimo de Bored Ape Yacht Club, una colección de 2,500 millones de dólares en tokens no fungibles, los artículos coleccionables únicos en su tipo conocidos como NFT, por su sigla en inglés.
“Esto de los seudónimos es muy peligroso”, opinó Brian Nguyen, un criptoemprendedor que utilizaba un seudónimo el año pasado antes de hacer pública su identidad. “Podrían ser actores buenos hoy, pero se podrían volver malos en dos o tres años”.
Alguna vez, Nguyen perdió más de 400,000 dólares en una criptoestafa común llamada “tirón de alfombra”, en la cual un desarrollador anónimo lanza un proyecto, solicita fondos de inversionistas y luego desaparece con el dinero. A las víctimas de los tirones de alfombra a menudo les quedan pocos recursos en contra de los ladrones sin nombre.
Sin embargo, algunas de las empresas más poderosas de la industria han aceptado que los criptoingenieros y fundadores de empresas emergentes a menudo prefieren operar en el anonimato. Los criptoevangelistas arguyen que esto crea un mercado más igualitario, en el cual los emprendedores son juzgados por sus capacidades técnicas y no por sus antecedentes académicos o familiares. La cadena de bloques ofrece un registro público de las transacciones, lo cual permite que los observadores versados calibren las aptitudes de un emprendedor que no tiene nombre sin consultar un currículo.
En entrevistas, los criptoemprendedores e ingenieros anónimos ofrecieron una variedad de razones para ocultar sus nombres. Algunos temían que una serie de duras medidas regulatorias pudiera ponerlos en la mira de las fuerzas del orden. Otros señalaron que no les gustaba la atención o les preocupaba que su riqueza creciente pudiera volverlos blancos de ladrones y hackers.
Los emprendedores sin nombre a menudo toman medidas extremas para mantener sus identidades en privado, como usar software para alterar su voz en llamadas telefónicas o exigirles a los socios comerciales que firmen acuerdos de confidencialidad.
Algunas firmas de capital de riesgo están dispuestas a invertir en ellos de todas maneras. El año pasado, 0xMaki, un desarrollador que ayudó echar a andar el prominente criptoproyecto SushiSwap, recaudó 60 millones de dólares de un grupo de inversionistas de capital de riesgo —entre ellos Amy Wu, quien encabeza la división de capital de riesgo de la criptobolsa FTX—, sin divulgarles su nombre verdadero (el acuerdo se vino abajo después de que los miembros de SushiSwap —una supuesta organización autónoma descentralizada [DAO, por su sigla en inglés], en la cual los inversionistas individuales tienen influencia significativa— externaron su inquietud sobre el financiamiento).
El verano pasado, el fundador anónimo de Alchemix, otro gran criptoproyecto, recaudó 4.9 millones de dólares de un grupo de firmas de capital de riesgo que encabeza CMS Holdings. Dan Matuszewski, fundador de CMS, mencionó que nunca le había pedido al líder del proyecto, quien usa el seudónimo Scoopy Trooples, que revelara su identidad.
“Muchas de estas personas tienen una reputación de años”, opinó Matuszewski. “No da la impresión de que huir y fugarse con los fondos tenga mucho sentido para ellos”.
Wonderland fue fundada en septiembre por Daniele Sestagalli, un criptoemprendedor que gestionaba el proyecto con Patryn, usando imágenes extravagantes de “Alicia en el país de las maravillas” para tentar a los inversionistas. En una publicación de blog de enero, Sestagalli señaló que desde diciembre supo que Patryn era un exestafador, pero decidió no actuar porque creía en las “segundas oportunidades” (Sestagalli no respondió a las solicitudes para ofrecer comentarios).
Sus inversionistas no fueron tan indulgentes. Al igual que SushiSwap, Wonderland se maneja como una DAO. Después de una votación en enero, Patryn se vio obligado a renunciar al proyecto (Patryn no respondió a correos electrónicos). Un segundo referendo para el cierre de Wonderland perdió por poco.
La identidad de Patryn tal vez habría permanecido en secreto de no haber sido por el trabajo de un influente criptodetective, quien tuiteó capturas de pantalla de una conversación que tuvo con Sestagalli por mensajes de texto. En esos mensajes, el fundador de Wonderland parecía reconocer el nombre real de 0xSifu.
El mes pasado, el detective volvió a las andadas, cuando tuiteó evidencia de que un líder anónimo de otro criptoproyecto alguna vez recibió una multa de la Comisión de Bolsa y Valores.
¿El nombre del detective? Desconocido. Usa un seudónimo.
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