Rogelio Hernández López
Y, en temas relacionados con medios y periodistas el nuevo gobierno federal también estimula el nerviosismo y la especulación.
Falta la ley para reducir a la mitad el gasto público en publicidad, también la reforma que ofrecieron para mejorar las condiciones laborales de periodistas y ahora se requiere saber en qué marco legal se autorizarán las escoltas para reporteros y defensores en riesgo que anunció López Obrador.
Pero aparte de esas cuestiones estratégicas, de políticas públicas concretas, igual faltan certezas de cuándo y quiénes se harán cargo, de a de veras, de la coordinación central y en las redes de comunicación social del aparato federal. Serán insuficientes las conferencias madrugadoras.
En la primera semana trascendieron especulaciones por cambios en Radio Centro y también pifias que se antojan inverosímiles para el nivel presidencial.
¿Novatadas?
La fuente en pickup. El viernes 7 de diciembre al menos ocho reporteras y reporteros de la cobertura del presidente constitucional tuvieron que viajar de “aventón” de Acaponeta a Tuxpan en la caja de carga de una camioneta pickup gris negra, sin redilas (placas PE-89-918). Luego debieron busca formas de llegar a Tepic. Lo lograron hasta la noche cuando ya habían ocurrido los actos principales.
En la oficina de Jesús Ramírez Cuevas no apoyaron para el traslado de reporteras y reporteros del aeropuerto de Mazatlán, pero tampoco les avisaron que debían moverse por sí mismos. Los vehículos de transportación, para quienes lo aceptan, los mandaron a otro aeropuerto y los operadores de presidencia no tuvieron reacción rápida para disminuir su error.
El Presidente reitera, cada que puede, a los periodistas que le siguen: “los entiendo… los quiero mucho”.
Oficinas acéfalas. Una y otra vez, mujeres y hombres que hacen las coberturas por áreas temáticas del gobierno federal no encontraron con quien comunicarse para saber cambios de funcionarios, de sus acciones en los primeros siete días, menos de los planes. Cuando localizaron a unos pocos que antes hacían ese trabajo de comunicación fue para confirmar que habían sido despedidos sin que llegaran sustitutos.
Uno de los colmos fue en la Secretaría de Gobernación dónde por días no pudo obtenerse información de reacomodos internos, ni de asuntos de migrantes ni de los nombres u otros datos de los 176 potenciales amnistiados que enlistó la senadora Nestora Salgado para proponerlos a la Secretaria Cordero, quien no acaba de acomodarse en el Palacio de Covián.
Olvidan hasta a medios amigos. Desde antes de la asunción legal, uno de los equipos cercanos al presidente López Obrador tuvo reuniones con propietarios y directivos de medios. La más importante fue con televisoras y radiodifusoras para informarles de la agenda de la toma de posesión, pero no invitaron a Multimedios-Milenio, ni a Radio Fórmula, ni a Efekto-CapitalMedia, ni a otros. Las omisiones se repitieron en las invitaciones para el acto de asunción del 1 de diciembre en San Lázaro, al grado que el mismo presidente cuestionó porque no invitaron a varios de sus conocidos “que nos ayudaron antes”.
La novatez, descuido o ignorancia, o todo junto en los equipos de comunicación social no se justifican en una instancia como la Presidencia de la República. Incluso todavía no encuentran un formato ordenado y justo en las conferencias de las 7 de la mañana; donde ya se les colaron dos supuestos periodistas que en realidad son activistas sociales, eso sí con cuentas en redes sociales; los turnos para preguntar son para quienes reconoce el presidente y muchos otros son marginados en los hechos.
Sospechosismo
El viernes 6 de diciembre cerca de medio día se supo por los sitios web de Julio Hernández López (mí no-hermano) y de Radio Centro que el autor de la columna Astillero encabezaría un nuevo noticiero de lunes a viernes en esa cadena desde el 14 de enero de 2019. Un comunicado de la empresa informó lo que muchos ya sabíamos: “debido a su credibilidad política (Julio) es uno de los periodistas más influyentes en twitter”.
Tal acomodo mereció cientos de felicitaciones al columnista pero también reestimuló una sospecha que circulaba en redes digitales desde dos días antes: que Carlos Loret de Mola (a quien AMLO ha señalado en tres ocasiones que miente) fue forzado a salir para congraciarse con la Presidencia. Y, que una vez fuera buscaron a otro periodista cercano a Morena y López Obrador.
Pocas semanas antes debutó en esa cadena Carmen Aristegui. Pocos ignoran la relación cordial de ella con el Presidente.
Loret aún no cumplía seis meses en Radio Centro. En otro comunicado la empresa arguyó que no aceptó cambiar de horario, pero él explicó a sus cercanos que la propuesta fue para empujarlo porque le querían cambiar a un horario difícil para hacerlo compatible con sus obligaciones en Televisa, le querían reducir el monto de los pagos pactados y cambiar a una estación con menos alcance y dedicada a temas juveniles. Nada de eso estaba pactado.
Otro propietarios y directivos de empresas multimedios también reflejan su nerviosismo al frenar planes por no saber cómo será la comunicación social integral del nuevo gobierno, de sus políticas para contratación de publicidad y de la operación cotidiana cuando sea centralizada la información de interés público de 35 fuentes de Estado que reflejan la marcha del país.
Mientras, Jesús Ramírez Cuevas, el formal coordinador de la comunicación social de todo el Poder Ejecutivo Federal preside también al comité que propondrá la Constitución Moral.
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