MonitorSur, Nueva York.- Un vestido verde brillante en satén de seda de Charles James, el difunto maestro estadounidense del diseño, reluce como una esmeralda pulida cuando uno entra a los archivos del Museo del Instituto Tecnológico de la Moda (FIT, por sus siglas en inglés) — un enorme espacio climatizado que alberga más de 50.000 prendas y accesorios.
¿Algún Chanel? ¿Qué tal cientos de exquisitos trajes sastre antiguos, colgados todos juntos en un clóset de ensueño para cualquier amante de la moda, con chaquetas de tweed a cuadros, en tonos pastel o estampados florales?
Muy cerca hay atuendos históricos que datan desde el siglo XVIII, incluyendo vestidos de la era de la Guerra Civil, “como los que uno vería en una pintura impresionista”, dijo Valerie Steele, la directora y principal curadora del museo.
Fue Steele quien tuvo que seleccionar de esta enorme colección permanente, que abarca medio siglo de exhibiciones del FIT, para la muestra “Exhibicionismo” (“Exhibitionism: 50 Years of The Museum at FIT”), una nueva muestra que se inaugura el viernes para celebrar el 50mo aniversario del museo, y que coincide con la Semana de la Moda de Nueva York.
No había espacio en el museo para resaltar todas las exhibiciones favoritas de 50 años de historia el instituto—más de 200 —, así que Steele las redujo a 33, cada una de ellas representada con una viñeta.
Incluyen “Moda de cuentos de hadas”, una exposición de 2016 que ilustró 15 famosos cuentos de hadas usando ropa (como la icónica caperucita roja) y accesorios (como la zapatilla de cristal). Una verdadera capa roja de la Inglaterra del siglo XVIII puede verse junto a una más moderna de Rei Kawakubo de Comme des Garcons, con una capucha brillante de cuero patentado.
Una imagen escalofriante es la de un vestido corto negro de vampiro de Thierry Mugler, lucido por una maniquí saliendo de un ataúd, de la exhibición de 2009 “Gótico: Glamour Negro”. También hay prendas de “Moda y surrealismo”, una muestra de 1987 que fue una de las más populares del museo; un llamativo traje de Larry Shox incluye un patrón de enormes globos oculares.
Y si le gustan los corsés, los hay de la exhibición del 2000 “El corsé”, que explora lo que el museo llama “la prenda más polémica en la historia de la moda”.
La retrospectiva también toca temas sociales, con puntos destacados de “Una historia queer de la moda: del closet a la pasarela” de 2013. “Fue realmente la primera exposición importante sobre la influencia LGBTQ en la moda”, dijo Steele. “Pensábamos que íbamos a comenzar a mediados del siglo XX, pero resulta que los gays y lesbianas han tenido un gran impacto en la moda desde el siglo XVIII como vanguardistas”.
También está representada “Diseñadores de moda negros”, un programa muy popular de 2017 que mostró la obra de más de 60 diseñadores negros de diferentes generaciones. Una gran capa de Duro Olowu, un diseñador nacido en Nigeria, acompañada de un vestido de tiras negras y rojas de Scott Barrie.
En más de 50 años de exposición, la moda comenzó a ser vista diferente, dijo Steele — como un barómetro social en vez de ropa.
“Creo que en el pasado había mucho una especie de visión masculina chauvinista sobre que la moda era algo frívolo y femenino … que sólo se trataba de dobladillos”, dijo. “Pero con el tiempo cada vez más las generaciones más jóvenes han llegado a aceptar que la moda es algo importante”.
“Es una industria multimillonaria”, agregó Steele. “A veces tiene un impacto muy negativo en el medioambiente, pero también es una manera en la que los individuos pueden expresarse”.
Para resumir décadas de exposiciones en la retrospectiva, los curadores del FIT dijeron que se apegaron a aquellas para cuya ropa estaba disponible en la colección permanente.
La colección, albergada en dos enormes salas cerradas al público, incluye piezas que son tan frágiles que “tienen que estar recostadas”, en palabras de Steele, sobre cajones y protegidas con papel libre de ácido.
En un breve recorrido por una de las dos salas la semana pasada, el personal vigilaba celosamente para asegurar que ninguna fuera tocada por una mano descubierta o por la cámara de algún periodista.
Steele señaló vestidos famosos como uno rosado de coctel con una rosa en la cintura de Yves Saint Laurent para Dior, incluida en la reciente exposición “Rosado: la historia de un color punk, bello y poderoso”.
Drapeado sobre un maniquí hecho especialmente para este fin se encuentra un vestido rosado y rojo de James, el diseñador de mediados del siglo XX que se especializaba en espectaculares vestidos esculturales construidos con intrincadas técnicas de drapeado. “Este no puede estar recostado ni colgado de un gancho, explicó Steele sobre el frágil traje de gala.
También se podía ver por ahí un vestido de satén verde brillante, igualmente de James. El museo en el FIT tiene la segunda colección más grande de vestidos de James, después del Museo Metropolitano de Arte.
“Fabuloso”, dijo Steele. “Era un verdadero arquitecto de la forma”.
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