Son muchas las misiones espaciales dedicadas a estudiar el Sol, como las sondas SOHO (Observatorio Heliosférico y Solar) de la ESA, SDO (Observatorio de Dinámica Solar) y STEREO (Observatorio de Relaciones Solares-Terrestres) de la NASA, y Ulysses, de la NASA y la ESA.
No obstante, la mayoría de estas naves han centrado sus observaciones en las regiones ecuatoriales del Sol, con la notable excepción de Ulysses, que estudió nuestra estrella a muy distintas latitudes durante casi dos décadas, hasta que la misión concluyó en 2009.
A pesar del trabajo de Ulysses, el estudio continuado de las bajas latitudes solares ha dejado los polos relativamente inexplorados. La falta de imágenes ha llevado a los científicos a usar su creatividad y ensamblar imágenes de las regiones polares.
La nueva imagen confeccionada extrapola las observaciones a baja latitud del Sol efectuadas por la diminuta nave europea Proba-2 (menos de un metro cúbico) para reconstruir una vista del polo. Aunque los polos no se pueden ver directamente, cuando la nave observa la atmósfera solar, recoge datos de todo lo que aparece en su línea de visión, incluida la atmósfera que se extiende a lo largo del disco solar (el brillo aparente alrededor del disco principal del Sol, que también se extiende por los polos).
A partir de estos datos, los científicos pueden inferir la apariencia de las regiones polares. Para estimar las propiedades de la atmósfera solar por encima de los polos, toman imágenes del disco Solar y recogen pequeños fragmentos de datos de las regiones superiores y exteriores de nuestra estrella durante su rotación, compensando así el hecho de que el Sol no rote a velocidades constantes en todas sus latitudes. Con el tiempo, estos conjuntos de datos se pueden combinar para obtener una vista aproximada del polo.
En la imagen, que comprende datos de la cámara de ultravioleta extremo SWAP de Proba-2, pueden verse las huellas de este proceso de ensamblado. La línea que atraviesa el centro se debe a los minúsculos cambios en la atmósfera solar que se produjeron durante el tiempo que se tardó en crear la vista. La región del agujero coronal polar, que puede verse en forma de mancha oscura en el centro del disco solar, es una fuente de rápido viento solar.
Aunque este tipo de vistas contribuyen enormemente a desvelar los secretos de los polos —como la forma en que las ondas se propagan por nuestra estrella o en que se originan fenómenos como los agujeros y las eyecciones coronales que afectan a la meteorología espacial alrededor de la Tierra—, es necesario contar con observaciones directas de estas regiones para completar los datos recogidos en su momento por Ulysses.
La sonda Solar Orbiter de la ESA vendrá a cubrir este vacío cuando se lance en 2020. La misión estudiará el Sol con todo detalle desde latitudes lo bastante altas como para explorar las regiones polares. También mostrará cómo el campo magnético solar y las emisiones de partículas afectan a su entorno cósmico, incluida el área del espacio que consideramos nuestro hogar.
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