Agencias / MonitorSur / Xalapa .- Ante la crisis del coronavirus, la gente se ve obligada a tomar decisiones que en otra época hubieran sido cotidianas pero que hoy en día podrían tener graves consecuencias.
Por ejemplo, ¿habrá que lavarse las manos? ¿cuántas veces? ¿con qué jabón?
¿Estará bien salir al mercado? ¿a la oficina postal? ¿a echarle gasolina al carro?
Kat Boogaard, una escritora freelance en Wisconsin que ha escrito sobre el proceso de toma de decisiones, ha analizado esta disyuntiva. Por un lado, al igual que muchos de nosotros, ella tiene muchas decisiones que son fáciles, por ejemplo, hoy en día hay que quedarse en casa. Pero por el otro, hay otras decisiones que son agonizantes.
“Nunca me imaginé que estaría debatiendo sobre la hora idónea de ir al mercado o si debería ir con el obstetra”, comenta Boogaard quien lleva 35 semanas de embarazo. “Esto me está dando ansiedad, me desconcentra y está afectando mi productividad”.
Para mucha gente hoy en día, la ansiedad es un compañero cotidiano. Y como todo experto en psicología podrá cerciorar, cuando uno está ansioso es el peor momento para tomar decisiones, especialmente las importantes.
“Por lo general los seres humanos pensamos mejor cuando nos sentimos bien”, comenta el psicólogo Barry Schwartz en su libro “The Paradox of Choice” (“La paradoja de las decisiones”, 2004).
“Lo que estamos enfrentando en este tipo de situación son nuestros hábitos, inculcados desde hace tiempo”, indica Carrie Bulger, profesora de psicología de la Universidad de Quinnipiac en Connecticut.
Por ejemplo, comenta, digamos que uno va al supermercado y ve un paquete de fresas. Usualmente uno se pregunta si estarán frescas, si quizás alguna está malograda. Usualmente uno se detiene para examinarlas. Pero hoy en día no. Ahora uno corre por el supermercado tomando decisiones inmediatas _distanciarse de los demás compradores, recoger un paquete de carne_ y cuando sale al estacionamiento uno ya está agotado.
“Estamos tomando decisiones que antes ni nos pasaban por la mente”, expresa Bulger. “Uno sale del supermercado con el temor de que tomó una decisión equivocada”.
Otro aspecto de las actuales circunstancias es que estamos decisiones importantes sin saber si son las correctas o no.
Por ejemplo, ¿acaso le contagiamos a alguien al entregarle la comida del restaurante? ¿acaso nos enfermamos cuando caminamos por el espacio en la calle por el que acaba de pasar una persona con tos? Lo más probable es que no. Pero quién sabe.
Asia Wong, trabajadora social a cargo del departamento de servicios estudiantiles de la Universidad de Loyola en Nueva Orleans, destaca que el carácter tan extraño de las decisiones que debemos tomar en esta época está causando tensión en la sociedad.
No es solo el hecho de que cada decisión tiene un peso inusitado, sino que son decisiones que se repiten todos los días, bajo circunstancias que van cambiando. La decisión de vestir una máscara ha ido evolucionando, cargada no sólo del instinto de autopreservación sino de moralidad.
“En el pasado, uno podía decir ‘Soy buena persona, le doy a los necesitados, trato bien a mis amigos’”, comenta Wong.
“Ahora la gente se pregunta, ¿soy buena persona si voy al mercado? Y eso es muy intenso, es un tipo de toma de decisiones que jamás hemos visto en la historia de Estados Unidos”, agregó.
Con información de la agencia ‘The Associated Press’.
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