Pierde fuerza economía mexicana

Por Ana Lorena Mendoza Hinojosa/Ciudad de México.- La economía mostró claros signos de desaceleración durante el segundo trimestre de 2024, evidenciando un crecimiento de apenas 1 por ciento en comparación con el mismo periodo del año anterior, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Este ritmo de expansión fue notablemente inferior al avance del 1.9 por ciento registrado en el primer trimestre de 2024, lo que subraya una pérdida de dinamismo en el transcurso del año.
Aunque la economía logró crecer un 0.2 por ciento trimestral con cifras ajustadas por estacionalidad, lo que permite eliminar fluctuaciones estacionales y hacer comparables los periodos, el panorama es más sombrío de lo que las cifras superficiales podrían sugerir. Durante los primeros seis meses del año, el crecimiento acumulado fue de 1.4 por ciento respecto al mismo periodo de 2023, por debajo de la estimación oportuna de 1.9.
Este debilitamiento económico, aunque no inesperado, refleja tanto factores estructurales como coyunturales. En el plano estructural, las deficiencias en la inversión pública, particularmente en infraestructura, han tenido un impacto significativo. La disminución de la inversión pública, que ha sido una constante en los últimos años, arrastra consigo la inversión privada, especialmente en sectores como la construcción. Este efecto negativo se ha intensificado ante la incertidumbre política que acompaña el final del sexenio y la cancelación de proyectos de infraestructura a gran escala.
Por sectores, el comportamiento económico presenta una dinámica desigual, y el sector servicios, generalmente el más robusto de la economía mexicana, registró un crecimiento de apenas 0.1 por ciento trimestral y un 1.5 anual. La industria, por su parte, creció un 0.3 por ciento trimestral y 0.4 anual, mientras que el sector agropecuario, clave para el desarrollo rural, sufrió una caída de 0.2 por ciento trimestral y 2.5 anual. Esta contracción en el agro no solo preocupa por su impacto inmediato en el PIB, sino también por las implicaciones en términos de empleo y desarrollo regional.
Para los especialistas un factor que exacerbó la ralentización económica fue el fin del ciclo electoral, pues el gasto público que impulsó la actividad económica en el primer semestre, principalmente debido a las elecciones del 2 de junio, se evaporó en la segunda mitad del año. Esto generó un “choque” económico debido a la cancelación de trabajos temporales creados durante el proceso electoral, lo que afectó particularmente a los sectores más vulnerables. Además, el inicio de despidos en la burocracia, ante la transición presidencial, ha sumado incertidumbre a la ya frágil economía.
Por otro lado, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), una métrica clave para el seguimiento de la economía en el corto plazo, se estancó en junio de 2024, sin presentar variación mensual. Aunque las actividades secundarias (industria) crecieron un 0.4 por ciento mensual, las terciarias (servicios) y primarias (agrícola) cayeron 0.2 y 0.4 por ciento, respectivamente.
Este conjunto de datos confirma que la economía mexicana enfrenta una contracción en sectores críticos, y la desaceleración podría profundizarse, afectando los mercados y el consumo interno, lo que podría traducirse en un estancamiento económico.
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