Agencias / InsurgentePress, Ciudad de México.- Hace más de un año un grupo de intelectuales, ingenieros, investigadores, abogados e inversores se unieron en un utópico proyecto: el Reino Espacial de Asgardia. Esta es una nación propuesta cuya cabeza visible es nada menos que Igor Ashurbeyli, fundador del Centro de Investigación Aeroespacial Internacional (o AIRC). Y ayer, orgullosamente, clamaba disponer de su primer territorio independiente en el espacio: la superficie del Asgardia-1, un CuBesat de apenas un decímetro cúbico. Entonces, ¿es Asgardia al fin una nación? No tan rápido.
La propuesta, aunque parezca ciencia ficción, consiste en una propuesta seria que pretende crear una nación independiente. El objetivo es permitir el “acceso” al espacio sin las trabas que suelen interponerse entre países a la hora de continuar en la “carrera espacial”. La creación de este proyecto se remonta, como decíamos, a 2016. La intención de los dirigentes es presentar oficialmente la nación en 2018 ante las Naciones Unidas.
Por el momento, Asgardia cuenta con 133.395 asgardianos, aunque estos no están recogidos más que por el propio proyecto, obviamente. El propio Ashurbeyli es considerado el dirigente de esta protonación (en el mejor de los casos), aunque ya hay una declaración de intenciones y una acción para convertir Asgardia en una democracia.
Y todo esto está muy bien, pero, ¿es posible generar una nación independiente de la nada y situarla en el espacio? ¿O es solo un juego de publicidad más? La cuestión es difícil, sin duda. Pero ante cuestiones complejas llegan las soluciones sofisticadas. Según Ram Jakhu, el director del Instituto Legal del Aire y el Espacio, de la Universidad McGill, Asgardia es posible.
Sin embargo, otros expertos no lo ven tan sencillo. En primer lugar, el tratado espacial, aceptado por todas las naciones del mundo, especifica que ningún objeto fuera de la Tierra puede ser reclamado por un Estado. Esto no afectaría al pequeño CubeSat, el Asgardia-1, ya que este, como cualquier otro elemento lanzado, mantiene la jurisdicción y legislación de la nación que lo lanzó.
Pero aquí es donde radica el problema. Porque Asgardia todavía no existe, a pesar de las ganas de sus “ciudadanos”, así que no puede conservar jurisdicción alguna. Por otro lado, habría que convencer a tres cuartas partes del Consejo de Seguridad de la ONU para poder considerar la creación de una nueva nación. Y, entre otras cosas, una nación cuyo territorio (un minúsculo y sofisticado cubo en el espacio) está despoblado tiene muy pocas papeletas para ser reconocido.
Otra cuestión interesante es que, aunque la ONU la legitimase, Asgardia también ha de ser reconocida por el resto de países. Una nación no existe si el resto no la considera como tal, que es lo que ocurre con los Estados con Reconocimiento Limitado. Y es algo bastante posible por una cuestión muy sencilla: ¿a qué país le interesaría reconocer a una nación que pretende pasarle por encima en cuestiones de leyes interespaciales?
Volvamos a los soleados pastos de Asgardia. Sin atmósfera, sin tierra y sin nada más que una brillante superficie metálica, el pequeño CubeSat conocido como Asgardia-1 fue lanzado ayer como parte del experimento de nación. Estos minúsculos satélites están diseñados “a la carta”, son relativamente baratos y están destinados a la investigación científica. Básicamente son “nanosatélites” que se adaptan a las necesidades de los científicos que los diseñan.
En el caso del Asgardia-1, el CubeSat, llevaba básicamente un archivo con los datos de sus ciudadanos, quienes podían solicitar adscribir cierta información al proyecto. Este símbolo tiene también una intención legal de poner en el espacio los datos personales de sus ciudadanos. Es un hecho importante, ya que proporciona un lugar físico, real, que soporte a la nación. Aunque por el momento, como explicábamos, el proceso de reconocimiento no puede avanzar más.
Es bueno recordad que Asgardia no es el primer intento de nación independiente en el espacio. Y, sin embargo, sí es el más elaborado, con su propio programa espacial (aunque modesto) en marcha. Asgardia ha enviado su pequeño CubeSat junto a otros trece nanosatélites en la Orbital ATK Cygnus que llegará a la Estación Espacial Internacional (ISS) desde donde serán eyectados al espacio.
Lo más peculiar de Asgardia es que no tiene territorio y solo existe como plataforma virtual, donde se desarrolla la mayor parte de las actividades para sus ‘ciudadanos’.
Si bien Ashurbeyli tiene planes para construir algún día colonias asgardianas en el espacio e intentar convencer a la ONU para que reconozca a Asgardia como nación soberana, actualmente no es reconocida por ningún país en el planeta. Por ahora, el único beneficio ofrecido a los miembros de la nación espacial es la capacidad de subir datos al Asgardia-1 en órbita.
Las pretensiones de Asgardia son muchas y ambiciosas, rayanas a la utopía. Pero en menos de un año han conseguido lanzar su primer satélite, reconocer a más de cien mil ciudadanos y presentar sus primeras elecciones. Y, admitámoslo, para ser una nación que no existe ni es reconocida por nadie, ya ha hecho mucho más que otros gobiernos.
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