Monitor Sur
Ciudad de México, 19 junio 2014.-La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en voz del rector José Narro Robles, reivindicó ‘‘su defensa por la cultura, por el arte y por ese conjunto de actividades humanas sin las cuales una sociedad está perdida’’.
Durante el homenaje que la institución rindió al poeta Efraín Huerta (1914-1982), en la fecha exacta de su centenario, el rector refrendó el apoyo de la máxima casa de estudios a la poesía y los poetas, y resaltó que sin las humanidades ‘‘no hay solución’’ a nuestros problemas.
‘‘Por fortuna, en el caso de nuestra sociedad, el país cuenta con la universidad y con extraordinarios humanistas’’, aseguró, para luego enfatizar que ‘‘mientras la poesía y los poetas le canten a las cosas, mientras los poetas nos compartan los sentimientos más profundos, mientras hagan valer su voz por los que menos tienen, habrá salida para nuestros asuntos y problemas’’.
El homenaje tuvo lugar en el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso y consistió en un recital en el que se leyeron algunos de los poemas más representativos de El Gran Cocodrilo, como se conocía a Efraín Huerta, entre ellos Los hombres del alba, y fueron interpretados al piano y voz una serie de arreglos de Mario Ruiz Armengol.
Lo primero estuvo a cargo de los locutores Margarita Castillo y Emiliano Martínez Escoto, mientras que de la parte musical se encargaron la pianista Gabriela Pérez Acosta y la mezzosoprano Rebeca Samaniego, quienes alternaron su participación sobre el escenario.
Al concluir el acto, David Huerta, hijo del poeta homenajeado, definió a éste como un autor que fue sensible a la utopía encerrada como un diamante en la ciudad moderna y, también, al infierno que formamos estando juntos.
Tal es la razón, agregó, por la que le declaró ‘‘simultáneamente su odio y su amor a la ciudad de México’’ y por eso mismo ‘‘lo recordamos como un poeta que nos muestra caminos para salir del infierno’’.
David Huerta rememoró la faceta universitaria de su padre, de cómo éste y sus compañeros sintieron el aliento de la energía utópica entre los muros de la preparatoria de San Ildefonso.
‘‘San Ildefonso es el lugar donde ese puñado de brillantes jóvenes mexicanos encontraron hace 80 años los objetos de su deseo: la amistad, el amor, la poesía, la solidaridad. Este edificio está lleno de presencias y de voces, de imágenes envidiables y de ecos y resonancias de un pasado al que los mexicanos, los universitarios y los habitantes de esta ciudad no podemos renunciar, a riesgo de poner en peligro el sentido fecundo de nuestra convivencia. En San Ildefonso dieron sus primeros pasos los protagonistas culturales más notables del siglo XX en nuestro país, entre ellos el poeta Efraín Huerta’’.
En su turno, el rector José Narro Robles consideró al homenajeado no sólo como un insigne universitario, sino también como ‘‘uno de nuestros más grandes poetas, un personaje extraordinario, comprometido, un hombre inteligente, de gran congruencia y enorme sensibilidad, un poeta entre los grandes, uno de los más grandes entre los grandes’’.
Y remató: ‘‘Nos da motivo en su poesía para encontrar los valores que debieran guiar el destino de una colectividad. Un poeta comprometido, solidario con causas populares, un hombre que sumaba a la inteligencia, a su sabiduría, el sentido del humor, una persona extraordinaria, entonces’’.
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