Agencias / MonitorSur / MADRID, España .- El fósil del Tanystropheusse, descubierto por primera vez en 1852, ha estado desconcertando a los científicos desde entonces por su largo cuello de 3 metros de longitud. El misterio ha quedado resuelto ahora al comprobar criatura prehistórica vivía en el óceano y no en la tierra.
En un momento, los paleontólogos pensaron que era un pterosaurio volador, como un pterodáctilo, y que sus huesos largos y huecos eran falanges en el dedo que sostenía el ala. Más tarde, descubrieron que eran huesos del cuello alargados y que era un reptil de seis metros de largo con un cuello de tres metros: tres veces más largo que su torso.
Los científicos aún no estaban seguros de si vivía en tierra o en el agua, y no sabían si los especímenes más pequeños eran juveniles o una especie completamente diferente, hasta ahora. Al escanear con CT los cráneos aplastados de los fósiles y volver a ensamblarlos digitalmente, los investigadores encontraron evidencia de que los animales vivían en el agua, y al examinar los anillos de crecimiento en los huesos, determinaron que el Tanystropheus grande y pequeño eran especies separadas que podían vivir juntas sin competir porque cazaban presas diferentes.
“He estado estudiando el Tanystropheus durante más de treinta años, por lo que es extremadamente satisfactorio ver a estas criaturas desmitificadas”, reconoce Olivier Rieppel, paleontólogo del Field Museum de Chicago y uno de los autores del nuevo artículo en la revista Current Biology que detalla el descubrimiento.
El Tanystropheus vivió hace 242 millones de años, durante el Triásico medio. En tierra, los dinosaurios apenas comenzaban a emerger, y el mar estaba gobernado por reptiles gigantes. Sin embargo, durante mucho tiempo, los científicos no estaban seguros de si el Tanystropheus vivía en tierra o en el agua. Su extraño cuerpo no dejaba las cosas claras en uno u otro sentido.
“Parecía un cocodrilo rechoncho con un cuello muy, muy largo”, explica Rieppel. Los especímenes más grandes tenían 6 metros de largo, con sus cuellos suponían la mitad de esa longitud. Curiosamente para los animales con cuellos tan largos, solo tenían trece vértebras del cuello, realmente alargadas, lo mismo que sucede con las jirafas, que tienen solo siete huesos del cuello, al igual que los humanos. Y sus cuellos eran bastante inflexibles, reforzados con huesos adicionales llamados costillas cervicales.
En la misma región donde se encontraron muchos de los grandes fósiles de Tanystropheus en lo que ahora es Suiza, también hubo fósiles de animales de aspecto similar que solo eran de un metro de largo. Entonces, no solo los científicos no estaban seguros de si se trataba de habitantes de la tierra o animales marinos, sino que tampoco sabían si los especímenes más pequeños eran juveniles o una especie distinta de la de los de seis metros.
Para resolver estos dos misterios de larga data, los investigadores utilizaron tecnologías más nuevas para ver los detalles de los huesos de los animales. Los grandes cráneos de fósiles de Tanystropheus habían sido aplastados, pero Stephan Spiekman, autor principal del artículo e investigador de la Universidad de Zurich, en Suiza, pudo tomar tomografías computarizadas de las losas fósiles y generar imágenes en 3D de los fragmentos de hueso en su interior.
“El poder de la tomografía computarizada nos permite ver detalles que de otro modo serían imposibles de observar en los fósiles —destaca Spiekman—. Desde un cráneo fuertemente aplastado hemos podido reconstruir un cráneo 3D casi completo, revelando detalles morfológicos cruciales“.
Los cráneos tenían características clave, incluidas las fosas nasales en la parte superior del hocico como las de un cocodrilo, que sugerían que el Tanystropheus vivía en el agua. Probablemente estaba al acecho, esperando a que nadaran peces y calamares, y luego los enganchaba con sus largos y curvos dientes. Puede que haya llegado a tierra para poner huevos, pero en general, se quedó en el océano.
Rieppel no se sorprendió de que la evidencia apuntara a un Tanystropheus que habitaba en el agua. “Ese cuello no tiene sentido en un entorno terrestre —reconoce—. Es una estructura incómoda de transportar”.
Eso respondió una pregunta, sobre dónde vivía el Tanystropheus. Para saber si los pequeños especímenes eran juveniles o una especie separada, los investigadores examinaron los huesos en busca de signos de crecimiento y envejecimiento.
“Observamos secciones transversales de huesos del tipo pequeño y estábamos muy emocionados de encontrar muchos anillos de crecimiento. Esto nos dice que estos animales eran maduros”, explica Torsten Scheyer, autor principal del estudio e investigador de la Universidad de Zurich.
“La forma pequeña es un adulto, que básicamente selló el caso —añade Rieppel—. “Ahora está comprobado que estas son dos especies”. Los investigadores nombraron al más grande de los hidroides Tanystropheus, en honor a las hidras de cuello largo de la mitología griega. Al más pequeño le llamaron Tanystropheus longobardicus.
“Desde hace muchos años sospechamos que había dos especies de Tanystropheus, pero hasta que pudimos escanear por TC los especímenes más grandes no teníamos evidencia definitiva. Ahora sí“, afirma Nick Fraser, conservador de Ciencias Naturales en National Museums Scotland y coautor del artículo.
“Es enormemente significativo descubrir que había dos especies completamente separadas de este reptil de cuello extrañamente largo que nadaban y vivían juntas en las aguas costeras del gran mar de Tetis hace aproximadamente 240 millones de años”, añade.
Los diferentes tamaños de los animales, junto con los dientes en forma de cono en las especies grandes y los dientes en forma de corona en las especies pequeñas, significaban que probablemente no estaban compitiendo por la misma presa.
“Estas dos especies estrechamente relacionadas habían evolucionado para usar diferentes fuentes de alimentos en el mismo ambiente —explica Spiekman—. Las especies pequeñas probablemente se alimentaban de pequeños animales sin cáscara, como los camarones, en contraste con los peces y calamares que comían las especies grandes. Esto es realmente notable, porque esperábamos que el extraño cuello de Tanystropheus se especializara para una sola tarea, como el cuello de una jirafa. Pero en realidad, permitió varios estilos de vida. Esto cambia completamente la forma en que vemos a este animal”.
Esta “división” de un hábitat para acomodar dos especies similares se llama división de nicho. “Darwin se centró mucho en la competencia entre especies y en cómo competir por los recursos puede incluso hacer que una de las especies se extinga —recuerda Rieppel—. Pero este tipo de competencia radical ocurre en ambientes restringidos como las islas. Las cuencas marinas en las que vivía el Tanystropheus aparentemente podrían soportar la división de nicho. Es un fenómeno ecológico importante“.
“El Tanystropheus es un fósil icónico y siempre lo ha sido —agrega Rieppel—. Aclarar su taxonomía es un primer paso importante para comprender ese grupo y su evolución”.
Con información de la agencia ‘Reuters’.
Los derechos de inclusión, el gran tema de las elecciones del 2021: IEPC
Parlamento Juvenil 2019, espacio para el análisis y participación democrática
Candidato del PRI al Gobierno de Zacatecas y su esposa ocultan compra de residencias en Miami