Agencias
Santiago de Cuba, 4 diciembre 2017. – El presidente cubano, Raúl Castro, encabezó hoy una ceremonia en homenaje a su hermano, el ex-presidente Fidel Castro, al cumplirse el primer año del entierro de sus cenizas en el cementerio de Santa Ifigenia, en la ciudad oriental Santiago de Cuba.
Al amanecer de este lunes, Raúl Castro junto a las principales figuras del Gobierno y el gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC, único legal) rindió tributo al líder de la revolución cubana, fallecido el 25 de noviembre de 2016 a los 90 años y que ha sido recordado un año después con múltiples homenajes en el país caribeño.
Durante la ceremonia, trasmitida en directo por la televisión estatal, fue colocada una ofrenda de flores -en nombre del pueblo de Cuba- ante el monolito de granito gris de la Sierra Maestra que guarda los restos de Fidel Castro.
Raúl Castro y sus acompañantes depositaron flores ante la tumba de quien gobernó la isla desde 1959 -al triunfo de la revolución que comandó- hasta 2006, cuando a causa de una grave enfermedad intestinal delegó el poder en su hermano menor.
En el acto también fueron homenajeados el “apóstol de Cuba”, José Martí (1853-1895), el prócer Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874) considerado el “Padre de la Patria” e iniciador de las guerras de independencia, y Mariana Grajales (1815-1893), madre de los generales mambises Antonio y José Maceo, y bautizada como “Madre de los cubanos”, cuyos mausoleos están cercanos al de Fidel Castro.
Hasta la necrópolis patrimonial llegó inmediatamente después una multitudinaria peregrinación de ciudadanos de Santiago de Cuba que se congregó en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, el último lugar que hace un año acogió las cenizas de Fidel Castro antes de su sepultura definitiva tras recorrer varias ciudades de la isla.
A lo largo de este lunes está previsto que unas 250.000 personas participen en esa marcha hasta el camposanto santiaguero para rendir honores al exmandatario, según citaron medios oficiales.
Desde el fallecimiento de Fidel Castro, diversas personalidades políticas y culturales han llegado hasta Santa Ifigenia para rendirle tributo, y el lugar se ha convertido además en un sitio de interés para los turistas que visitan Santiago de Cuba, la segunda ciudad en importancia de la isla.
En las últimas dos semanas, la prensa estatal ha dedicado amplios y numerosos espacios a recordar la figura y el legado de Castro, así como sus honras fúnebres que se extendieron durante los nueve días de luto nacional decretados tras su muerte.
El tributo póstumo al líder de la revolución cubana ha incluido también exposiciones fotográficas, presentaciones de libros que recogen su trayectoria, conferencias y actos que rememoraron el paso de la caravana con sus cenizas hasta el día de su entierro.
El relevo de la guardia de honor se hace a la vez en los monumentos a Fidel Castro, José Martí, Carlos Manuel de Céspedes y Mariana Grajales, ilustres cubanos, jamás vencidos.
Hasta la piedra, donde un año atrás llegara a esta misma hora la urna de cedro con las cenizas del Comandante, el pueblo lleva rosas blancas, la ofrenda la custodian un combatiente, una mujer, un obrero y una estudiante, rostros de una Isla dignificada.
La corneta toca las notas que otrora llamaron al combate, las palabras del Comandante en Jefe resuenan en Santa Ifigenia como aquel 1 de mayo de 2000 en la Plaza, el día que nos legó por siempre el concepto de Revolución para hacerlo ley de vida, en que en letras doradas está escrito muy cerca de él, “porque no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”.
El Presidente cubano anda sobre sus pasos, lleva en un puño la rosa y el corazón. Raúl se cuadra frente al Jefe. Es el momento más íntimo de la ceremonia, trascurre frente al monolito que guarda toda la gloria del mundo. Después del hermano, pasan compañeros de la Sierra y el Llano, de la pelea y el porvenir.
De la Plaza Antonio Maceo han salido los peregrinos, más de 300 mil, vienen por la avenida Patria. Traen flores, consignas que gritan sentimientos, la nostalgia clavada en la mirada. Vienen a rendir honores al invicto, al guerrillero que traía el monte y el pueblo en la piel.
Raúl se dirige ahora al encuentro del Apóstol, un haz de luz ilumina la cámara funeraria, los presentes lo acompañan. Así sucede ante la tumba de Céspedes, padre del que somos deudores, y frente a Mariana, madre ceiba, madre Patria, se honra a la mujer, al misterio y la epopeya.
El cielo ya viste de amor encendido, los santiagueros se aproximan, Cuba camina en sus pies. El Comandante de Jefe los aguarda. Intactas han quedado las huellas en Santiago, las de Fidel en nosotros y las nuestras en él.
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