‘Runaway Brain’ es el cortometraje de terror de Mickey que Disney intentó desaparecer
Agencias, Ciudad de México.- Disney tiene varios personajes icónicos, pero ninguno se le acerca al ratón Mickey. Esta co-creación de Walt Disney, quien originalmente prestó su voz para el personaje, y el artista Ub Iwerks, quienes en 1928 hicieron posible la existencia de la mascota por excelencia de The Walt Disney Company. El ratón antropomórfico es un personaje universalmente conocido y por décadas ha protagonizado series, películas, videojuegos y su cara aparece en todos lados, incluso donde menos se lo espera. Su vida ha sido tan larga que ha originado varios momentos icónicos de la compañía a lo largo del tiempo y sigue haciéndolo.
Uno de los momentos más recordados de Mickey es su aparición en el corto animado Steamboat Willie, donde debutó públicamente. Luego de haber aparecido en esa producción, que resultó ser una de las primeras caricaturas sonoras, volvió a aparecer en más de 130 películas. Otra igual de famosa es Fantasía, de 1940, un musical que resultó ser el tercer largometraje animado de la compañía, el cual consiste de una antología de ocho partes ambientadas en piezas de música clásica. Así hay muchas más apariciones del ratón en varias producciones que pasaron a la historia por el logro que representaron para la época, y que los fans nunca podrán olvidar. Pero así como tenemos estas apariciones memorables, muy a la vista del público, Disney también tiene un historial interesante de producciones y/o detalles que ha tratado de hundir bajo tierra para que no vuelva a ser visto o recordado.
Una vez, el estudio Disney Animation hizo algo arriesgado que probablemente no recibiría luz verde en la actualidad. Un equipo de la compañía creó Runaway Brain, un cortometraje animado que se caracteriza por mostrar a un Mickey monstruoso que en nada se asemeja a la imagen que trata de vender la empresa. Este material ha sido ignorado de cualquier sitio donde podría aparecer, como por ejemplo de la plataforma de streaming que contiene sus producciones para cine y televisión. La ausencia de esta historia no puede ser más obvia para un corto que hizo cosas que la compañía ciertamente no suele repetir: participó en el Festival de Cine de Cannes en la edición de 1995, aunque fuera de la Selección Oficial. También llegó a los premios Óscar con una nominación.
En tiempos actuales, todos estos logros serían más que suficientes para que la compañía esté orgullosa de su trabajo. Sin embargo, no estaba tan contenta con esta historia que dura apenas 8 minutos. Con el nombre de Runaway Brain, este relato corto de comedia y terror animado, que cuenta con Mickey Mouse y Minnie Mouse, se centra en Mickey intentando ganar dinero para pagar un regalo de aniversario para Minnie. El ratón se desempeña como asistente de laboratorio para el Dr. Frankenollie, pero descubre que está buscando un donante para cambiar de cerebro con el monstruo que creó.
A diferencia de otras producciones, esta historia no enorgulleció a la compañía, y es difícil encontrar el material oficial junto con otros de la misma firma. En 1995, fue mostrado en cines de Norteamérica junto a la película A Kid in King’s Arthur Court, en 1996 junto a las proyecciones internacionales de A Goofy Movie y en 1999 durante las funciones de Toy Story 2 en Australia. Además, este trabajo se convirtió en el último corto animado para cine hasta el lanzamiento de Get a horse! en 2013.
La trama de Runaway Brain es una gran referencia a Frankenstein, la novela de Mary Shelley , pero contiene detalles que no son usuales en este tipo de producciones como una referencia a la película El Exorcista y otra en la que un objeto tiene las iniciales JK, las cuales se refieren a un ex jefe de Disney llamado Jeffrey Katzenberg, quien fue despedido un año antes y creó el estudio Dreamworks al poco tiempo. Pero ¿cómo fue posible que salga un proyecto como este? Debemos regresar a lo que se dice de la época.
Veinte años después, el reto de crear magia sin Walt Disney
La muerte de Walt Disney dejó al equipo con incertidumbre. Las ideas no faltaron, pero habían pasado veinte años de la muerte del fundador de la compañía y a esta le costaba producir películas con la magia que había caracterizado a su respectivo estudio cinematográfico. Los años ochenta trajeron varios títulos que representaron pérdidas costosas como El Caldero Mágico, que podría haber acabado con la división de animación. Meses antes de su estreno asumió un nuevo equipo liderado por Michael Eisner, Katzenberg y Frank Wells, quienes se pusieron de acuerdo para trabajar de forma que pudieran recuperar la importancia que tuvo en su momento Disney.
No era para menos puesto que de ellos dependía el legado, y eso lo dijeron a 60 Minutes allá por 1988. Afortunadamente, este equipo creativo pudo restaurar la magia de la empresa con películas que se convertirían en clásicos como La Sirenita y La Bella y la Bestia. Muchos personajes estaban apareciendo en la pantalla y ganándose muchos fans, así que era momento de hacer que el famoso Mickey pueda tener su parte de fama y gloria en esa nueva era. Allí fue cuando se les ocurrió que el ícono de la compañía merecía algo más que atracciones de parques y mercadería. Mickey merecía reinventarse.
La odisea de llevar a Mickey a los años 90
El objetivo era darle algo bueno que pueda ser protagonizado por este personaje en la década de 1990, así que se plantearon varias cosas. Una de ellas fue una secuela de Fantasía y otra fue una lluvia de ideas para nuevos cortometrajes que podrían tener a Mickey como protagonista. Kathleen Gavin, quien venía de trabajar en Pesadilla antes de Navidad, fue la persona a cargo de estos proyectos que, según lo que recoge Polygon, incluían una película que en ese entonces era considerada “experimental”, la cual después se convertiría en el éxito que conocemos como Toy Story. Todos estos eran proyectos paralelos, y lo que sus ejecutivos no consideraban como “principal” iban a este área que incluso llegó a ser conocida como el “margen lunático” por lo arriesgadas que eran sus premisas.
Parte de la tradición laboral de la compañía es la de desarrollar cortometrajes, sin importar que muchos de ellos no lleguen a producirse. El director Chris Bailey, quien se encargó de Runaway Brain, dijo que se daban muchas ideas y se las desarrollaba, pero que no se hacían realidad. Ni siquiera esperaba que la idea de su corto fuera aceptada y mucho menos que se terminara haciendo.
Bailey era animador, pero en una etapa de su carrera en la que se estaba cambiando a la dirección, recibió el encargo de trabajar en un corto de Mickey. Reutilizó un corto abandonado de Roger Rabbit que resurgió como “Tourist Trap”, una historia donde Donald y Mickey se van de vacaciones y Donald trata de deshacerse del ratón. El concepto gustó a los ejecutivos ya que era “loco y fuera de lugar” como se estaba buscando, pero la presentación del guión fue un desastre y le pidieron que lo arreglara. Según Bailey, cualquier cambio dañaría el punto de la historia, pero no encontraba un punto medio ya que el objetivo del corto era que la historia tenía que ser cruel y “si el problema [de los ejecutivos] fuera que Donald intentara matar a Mickey, porque no se podía hacer eso, la versión suave no sería nada”.
La historia de Runaway Brain
En Runaway Brain, Mickey está un poco obsesionado con un videojuego, lo que provoca un malentendido con su Minnie. Esto hace que intente recaudar dinero para llevarla a Hawái. Respondiendo a un anuncio de “un día de trabajo sin sentido”, es contratado por el Dr. Frankenollie, quien lo altera cuando trasplanta su cerebro al cuerpo de un monstruo y viceversa. El malvado y psicótico doctor no parece tan siniestro si te tomas un momento para descifrar su nombre, que se compone de dos de los animadores más venerados de Disney, Frank Thomas y Ollie Johnston, que no solo eran compañeros de trabajo, sino mejores amigos. El cortometraje es una carrera contrarreloj del protagonista para reunirse con su cerebro, sino que incluye varias escenas peligrosas como aquella en la cual Minnie es cortejada por la versión monstruosa de Mickey, o el giro inesperado cuando el Dr. Frankenollie muere durante el experimento.
La suerte estuvo a favor de esta idea, que fue realizada por un estudio de animación que había sido comprado por Disney. El final terminó siendo el que presentaba al monstruo persiguiendo a Mickey y Minnie luego de verlos en una foto, porque esa conclusión era mucho más suave que las otras. En marzo de 1996, Runaway Brain participó en los Óscar pero perdió ante un cortometraje de Wallace y Gromit. También pasó por el Festival de Cine de Cannes de la época pero prácticamente pasó desapercibido. De acuerdo con mensajes antiguos de un foro de Disney, el corto había sido enviado a los cines para ser mostrado junto a películas de la misma compañía, pero en el último minuto se ordenó que fueran removidos y en su lugar se pasaran tráilers de otras películas.
Se dice que este corto es ahora un ejemplo de lo que no se debe hacer en la compañía, pero nunca hubo alguna confirmación sobre por qué la compañía intentó desaparecerlo. No está en la plataforma de streaming y de vez en cuando aparece mercadería de la historia, pero usualmente proviene de fuera de Estados Unidos. Disney tiene varias producciones viejas, llenas de estereotipos, que prácticamente han sido “canceladas” por sus propios ejecutivos. Runaway Brain es simplemente un ejercicio de arte con un enfoque diferente que convirtió al ícono de Disney en un monstruo, y esa es razón suficiente para que hayan tratado de desaparecerlo del público.
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