Pablo Romo Cedano
Fotografía: Carlos Martínez Suárez
¿Quién Es Don Samuel?
Don Samuel nació en el 3 de noviembre de 1924. A los 35 años fue nombrado obispo por el Papa Juan XXIII. Había sido rector del seminario en la diócesis de León, en el centro del país. Él es el primero, y hasta ahora el único obispo, que ha sido ordenado en San Cristóbal de Las Casas (25 de enero de 1960).
Sin lugar a dudas es uno de los obispos más importantes de México y de Latinoamérica por su generosidad como pastor, su lucidez como teólogo y su capacidad de percibir los “signos de los tiempos” como profeta. Un hombre claro, comprometido con los pobres, valiente y pacífico. Un gran pastor que supo acompañar a su pueblo por los difíciles caminos de la historia. Un tejedor de grupos humanos, de esperanzas y de confianza en el Señor de la Historia. Don Samuel ha sido un maestro de muchos y un punto de referencia claro del sentido de la fe. Un gran defensor de los pueblos indios y de su dignidad. Un hombre que ha sabido crear Iglesia, una Iglesia incluyente, donde todos tienen un lugar, especialmente los más pobres y los marginados.
¿Cuáles son los hechos más sobresalientes de su acción pastoral?
Sus primeros años y el Vaticano II
Durante los cinco primeros años después de su ordenación episcopal Don Samuel se dedicó a visitar su diócesis para conocerla y percibir de cerca la situación de su pueblo. Ahí descubre la pobreza del pueblo, la discriminación y el sufrimiento del pueblo. Y como era natural, intenta dar respuestas a esos problemas tomando las primeras herramientas a la mano: convoca a los hombres más importantes de la sociedad local, los más ricos y les dice que hay que ayudar a los pobres. Sus primeras respuestas son aún bastante clásicas, paternalistas y sin profundidad ni teológica ni social. Él mismo nos dice:
“No obstante las buenas intenciones que se tuvieran, muchas veces se establecían con las culturas indígenas relaciones como de subalternas, utilizando inadvertidamente mecanismos asimétricos, o desproporcionados, que implicaban agresión e incluso, destrucción del corazón y esencia de los pueblos.”
Los fracasos y los cuestionamientos lo harán reflexionar mucho. Esta reflexión nunca la hizo solo, siempre en grupo, siempre presentando estas reflexiones en sus oraciones y en sus escuchando mucho. Escuchando, será la clave en esta etapa que continuará todo su episcopado.
Don Samuel Ruiz participó en todas las sesiones del Concilio Vaticano II y este hecho que lo va a marcar para toda su vida. Especialmente en la nueva eclesiología que se impulsa y el reconocimiento de la presencia del Señor en las culturas. Justo esto era lo que estaba buscando.
Don Samuel transforma poco a poco su pensar y su vivir. Cuando llega a la Diócesis llega con un gran traje de obispo que con el paso del tiempo se apolillará en algún viejo armario mientras su visión de mundo y de Iglesia se transforma.
Al regresar de Roma y de participación en esta experiencia singular de Iglesia inicia un trabajo muy importante de “poner en práctica” lo aprendido. Aún faltará mucho para no “solo poner en práctica lo aprendido” sino descubrir las auténticas “semillas del verbo” y reconocerlas en su dignidad. Así, aquél ex-rector de seminario y consejero de seminaristas se convierte en el fundador, junto con otros obispos, del Seminario del Sureste – el SERESURE – que intentará recoger los resultados de Vaticano II, su teología, su nueva eclesiología, su dimensión que incorpora lo bueno del mundo contemporáneo y que recupera el espíritu crítico de la modernidad. El SERESURE será un especio de reflexión seria y en evolución muy rápida: fomentará el estudio de las lenguas indígenas y favorecerá la formación de los primeros catequistas.
En tanto, los agentes de pastoral en la diócesis, van caminando de cerca con su pastor, aprenden de él y le enseñan. El pueblo camina cada vez con más confianza en aquél obispo que parece que quiere entenderlos. Será el tiempo que se dará un gran éxodo de indígenas tzeltales de los valles a la selva lacandona, donde serán poseedores de la tierra y no esclavos de las fincas.
Esta transición de lucha por la tierra transformará mucho la vida de la gente en Chiapas. Por primera vez en el siglo, los indígenas tzeltales serán propietarios de tierras, recuperarán esta relación tan importante con la “madre tierra”, ¡será suya!
Don Samuel busca la manera de apoyarlos cada vez menos paternalistamente y con mayor profundidad, como “hermano mayor” (como el bankil). Será también tiempo de descubrir, como Bartolomé de las Casas en los indios el rostro de Jesús una y mil veces golpeado, torturado, crucificado.
Medellín
En 1968 participa muy activamente en la segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia como Presidente del Departamento de Misiones del CELAM. Es invitado como ponente y plasma sus primeras reflexiones sobre el modo de evangelizar en medio de los pueblos indios.
Poco a poco va madurando su perspectiva de aproximación al mundo indígena cambiando de una “pastoral indigenista” a una “pastoral indígena”. Es decir,as se consideran como servidores eclesiales con la finalidad pastoral de que los mismos indígenas lleguen a ser los principales sujetos de su propia promoción integral y su evangelización. de una pastoral a favor de los indígenas a una pastoral hecha por indígenas para indígenas. En esta segunda los no-indígenas seconsideran como servidores eclesiales con la finalidad pastoral de que los mismos indígenas lleguen a ser los principales sujetos de su propia promoción integral y su evangelización.
Este tiempo para la Iglesia es un tiempo de grandes sacudidas y cambios. Para el lector poco familiarizado con el tema eclesial significa un cambio radical que salvó a la Iglesia de quedar fuera del momento histórico. Muchos conservadores no comprendieron este momento tiene un giro copernicano en muchos temas. y miles de sacerdotes dejan su ministerio.
Congreso Indígena
A partir de entonces se inician los ensayos de organización eclesial de acuerdo a las necesidades reales de población y no de acuerdo a la “tradición” o a la “historia”. De esta manera se forman equipos de trabajo pastoral de acuerdo a regiones linguísticas, que coinciden con las regiones geográficas. Se forman siete equipos. Se impulsa el trabajo de traducción de la Biblia en las lenguas indias, se traducen los catecismos nuevos y los nuevos cantos e himnos recuperando las tradiciones regionales lo mismo que se traducen las leyes de reforma agraria y los instrumentos que ayudarán al pueblo a conocer mejor sus derechos.
De ahí que en 1974 la diócesis organizara un gran Congreso Indígena en donde los propios indios son quienes dicen lo que necesitan y se inicia el proceso de “convertirse en sujetos de su propia historia”3. Este hecho causó gran impacto en la sociedad y preocupación en el gobierno que usaba a los indios como parte del “folklore” y no los consideraba -como hasta ahora- como ciudadanos mexicanos. A partir de entonces Don Samuel fue llamado por los hermanos indígenas “jTatic” que significa nuestro padre (una expresión de cariño y de confianza).
Asambleas Diocesanas
A fines de los 70 la pedagogía es fundamental, es parte de la propia presentación del contenido. Muy influenciados por Pablo Freire4, los agentes de pastoral ponen tanto empeño en la “manera de hacer las cosas” como en las “cosas en sí mismas”. (Si hoy me vieran mis amigos y amigas de Chiapas cómo hablo, me dirían que lo estoy haciendo muy mal, pues, las conferencias, como esta que hago, en donde la gente no participa y escucha solamente al “conferencista” dejaron de existir para provocar la discusión en la asamblea). No se si soy claro: el “conferencista” en lugar de hablar mucho, provocaría que la gente descubriera que ellos también podían aportar como los otros y no se establecería una distancia entre el que “sabe” y el que “no sabe”, entre el que “habla” y el que “no habla”: todos tienen algo que aportar.
Durante casi cinco siglos a los indios se les ha dicho que ellos no saben, como a los pobres hoy en todas partes. Se les genera un complejo de “ignorantes” y su situación se debe a que “son ignorantes” y que “no saben”. Así, los que saben, son ricos, buenos, bonitos. Los que “no saben” son feos, tontos y pobres. Decirle a un indio que él sabe, es cambiarle el mundo. Decirle que un rico es rico porque roba y no porque “sabe” es abrir un horizonte nuevo. Decir a los indios “dime tu palabra, quiero aprender de tí” es cambiar el roll de la vida y es finalmente descubrir su dignidad”: en síntesis es hacer una revolución. No se si me entienden. Suena evidente, pero NO lo es. Y en una sociedad no sólo clasista, sino racista eso es una blasfemia.
Imaginen que diga a un católico tradicionalista que las mujeres algún día podrán ser sacerdotes, o decirle a un talibán que las mujeres gozan haciendo el amor, o decirle a Bush que es un asesino o a Bin Laden que Dios no ama la Guerra Santa, esas son blasfemias. Esas son cosas que no están en el registro epistemológico ellos.
Así también, decirles a los indios que son capaces, que ellos pueden, que tienen derechos fue un escándalo. No solo para los no-indios, también para los indios que por años introyecaron su situación de pobres, de excluidos y aceptaban que DIOS así lo quería.
En esta época de la blasfemia, muchos decían de Don Samuel “este está endemoniado y otros decían habla con la verdad”.
A partir de 1975 como consecuencia de la gran creatividad surgida por el Congreso Indígena y como un mecanismo eclesiológico nuevo de toma de decisiones se establecen las Asambleas Diocesanas con la participación primero de todos los agentes de pastoral5 (agentes de evangelización) y después con la participación de representantes de los laicos.
En 1979 La Asamblea Diocesana hizo pública su opción por los pobres recogiendo lo que dicen los documentos del Magisterio “la Iglesia tiene una clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres”. Los pobres entendiéndolos como “aquellos que carecen de los mas elementales bienes materiales en contraste con la acumulación de riquezas en manos de una minoría”7 … “Por el solo hecho de la pasión y muerte –de Cristo – donde llegó a la máxima expresión de la pobreza, los pobres merecen una atención preferencial, cualquiera que sea la situación moral o personal en la que se encuentren”8. Esta opción traerá muchos mal entendidos y conflictos.
Región pastoral del Pacífico Sur
Don Samuel desde principios de los años 70’s inicia un trabajo colegiado con los obispos de las diócesis vecinas formando lo que se llamó durante muchos años, la pastoral de la “Pacífico Sur”, donde participaban muchos obispos cercanos con los pobres y con una voz profética inequívoca. Con ellos Don Samuel formó un gran equipo de reflexión y elaboraron por varios años al menos 18 cartas pastorales y mensajes muy importantes. Algunos destacan: “Nuestro compromiso cristiano con los indígenas y campesinos de la región Pacífico Sur” (1977), “Grave situación de los indígenas” (1977), “Justicia para los indígenas” (1980), “Refugiados guatemaltecos en Chiapas” (1982), “vivir cristianamente el compromiso político” (1982), “Narcotráfico:preocupación de los obispos del Sur” (1984), “Evangelio y bienes temporales” (1985), “Reconciliación y denuncia de explotación” (1987), “Alcoholismo, preocupación pastoral” (1990)… etc.
Todos estos mensajes tuvieron una gran repercusión en la dinámica de la vida del pueblo, pues eran producto de la reflexión del pueblo, antes de la propia elaboración del documento. Es decir, la dinámica de elaboración era desde el pueblo cristiano y se recogía el pensar, el sentir y el vivir de la gente par transformarlo en carta. Así, cuando llegaba a documento, era no solo aceptado, sino los indígenas y cristianos en general eran co-autores.
Los refugiados guatemaltecos
A raíz de la gran represión que fue objeto el pueblo guatemalteco en el tiempo de Rios Mont, presidente de facto, más de 75 mil refugiados pudieron llegar a México buscando refugio. La gran mayoría de los refugiados se ubicaron por años en la diócesis de San Cristóbal, quien le ofreció casa, ayuda, consuelo y dinamizó su esperanza para poder regresar. Durante más de 14 años miles de refugiados convivieron con los indígenas de Chiapas, compartieron el pan y la sal y trabajaron juntos. Una de ellas, solamente por citarla es Rigoberta, una indígena que con lo que quedó de su familia se hospedó en casa de Don Samuel varios meses. Hoy ella, es el premio Nobel de la Paz.
Miles de anécdotas, miles de historias de horror y de esperanza recorrieron la selva, las montañas, los campos y poblados de Chiapas y fortalecieron la fe de los cristianos. Las historias de catequistas asesinados por tener la Biblia y predicar la verdad animaron a miles a seguir laborando por el bien de sus comunidades. La presencia de los hermanos y hermanas guatemaltecos fue una bendición que el Señor envió al pueblo. Insisto, compartiendo la pobreza y siendo recibidos como si fueran de la familia.
El pueblo así, fue creciendo en sabiduría y estatura humana. Los ministerios se multiplicaron. Los grupos de catequistas se fueron formando cada ves mejor, conocieron bien la Biblia y las enseñanzas de la iglesia. Los prediáconos y diáconos aumentan en número y experiencia. Se fueron formando numerosos grupos de mujeres indígenas que reflexionan desde su ser mujer, desde su ser indígena, desde su ser marginada. Los promotores de salud también aumentan, pues el gobierno no atiende a los indígenas (hay un hospital publico para un millón de indígenas en ese tiempo.
La creatividad del pueblo se expresa en composiciones musicales, representaciones teatrales populares. Las organizaciones sociales se fortalecen y la comunicación entre los diversos grupos indígenas se hace fuerte.
Las violaciones a los derechos humanos
Las acciones de la Diócesis y de Don Samuel a la cabeza fueron creciendo y evolucionando, en criticidad y madurez. Poco a poco las quejas, las críticas y las denuncias se fueron robusteciendo y fueron irritando al gobierno local y federal. En la medida en que crecía la conciencia y la pobreza, la represión se agudizaba y la denuncia se hacía más fuerte.
En 1989 inició el trabajo una pequeña oficina, que después será un espacio muy importante para la formación, promoción y denuncia de los derechos humanos. No significa que la defensa y promoción de los derechos humanos hayan iniciado ahí, sino que fue un catalizador, para sistematizar y trabajar más profesionalmente en los mismos.
El Centro de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de Las Casas” fue la expresión publica durante muchos años de la diócesis y de Don Samuel en la faceta de la defensa de los derechos humanos.
El levantamiento armado y la mediación
A lo largo de este proceso, lento, difícil, pero también gozoso y esperanzador hubo diversas opciones políticas de parte del pueblo. Unos creían que era posible salir de la marginación solamente con la lucha armada, otros con los trabajos de cooperativas y productivos, otros en los partidos políticos, otros que todo junto, otros que no era posible.
En 1994 un grupo de indígenas armado y muy bien organizado se levantó en armas contra el gobierno federal y su ejército. Este grupo se llama Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Los primeros días ocuparon muchos pueblos y cuatro importantes ciudades.
Don Samuel y la diócesis inmediatamente se opusieron al uso de la armas como instrumento de cambio, viendo con toda claridad la superioridad de fuerza del Gobierno y de su ejército y propuso que se estableciera un diálogo entre las partes. Don Samuel siempre ha dicho, no estamos de acuerdo con las armas pero estamos completamente de acuerdo con las demandas que los indios tienen. Don Samuel comprendió, desde el principio, la razón más profunda de los indios y por eso aceptó ser Mediador en el conflicto.
El Gobierno Federal y el EZLN aceptaron la mediación de Don Samuel y gracias a él se logran los primeros diálogos en febrero del mismo año en la Catedral. Después participará en un gran y largo proceso de diálogo entre el gobierno y el EZLN hasta que en 1998 renuncia a esta labor.
El gobierno federal nunca confió en Don Samuel y siempre lo consideró enemigo, lo atacó por todos los medios posibles: calumnias, atentados, descalificaciones, insultos públicos, etc. Pero Don Samuel siempre se mantuvo fiel a sus principios de fidelidad a los indígenas en sus necesidades, siempre buscando los medios pacíficos posibles, siempre respondiendo con la verdad – aveces muy fuerte – y con sencillez.
La colegialidad de los obispos Don Raúl y Don Samuel
El Vaticano en un momento dado, haciendo eco de la presión del Gobierno mexicano intentó obstaculizar su trabajo y descalificarlo. Le envió un obispo auxiliar, Don Raúl Vera López, para “equilibrar” el trabajo. Sin embargo, con el paso del tiempo el proprio Don Raúl Vera descubre la verdad en el pueblo marginado y no solo lo acompaña a Don Samuel y lo apoya en su acción episcopal, sino que la voz de Don Raúl se hace más fuerte y vigorosa, denciando las atrocidades del ejército en la región, desenmascarando la mentira de los funcionarios corruptos. Como era de esperarse, Don Raúl sufrirá entonces, los mismo ataques que Don Samuel y se hacen compañeros de la persecución.
La Carta pastoral del “dolor a la esperanza” es una expresión de ésto, donde unen sus voces ambos obispos para denunciar las criminales acciones de los grupos paramilitares diciendo:
“últimamente hemos denunciado la violencia perpetrada por los grupos paramilitares contra comunidades y personas indefensas, como la masacre de Acteal, no exenta de impunidad, las condiciones infrahumanas en las que se tiene viviendo a los miles de desplazados de guerra, la prostitución, el alcoholismo, el narcotráfico, la corrupción el despojo a deudores y la persecución a la Iglesia consistente en: deportación de agentes de pastoral cierre de templos, intimidación, agresiones físicas, encarcelamientos injustos, torturas, acoso y calumnia, amenazas de muerte e intento de asesinato, realizadas por civiles, policías, autoridades y militares”
Agregan:
“Particularmente difícil para nosotros ha sido poder leer el designio de Dios que como Iglesia hemos debido asumir a raíz del conflicto de 1994. Este pueblo ha levantado su voz y da su palabra a la sociedad desde su cultura de vida y desde su diferencia étnica (…) Ciertamente estamos conscientes que, como Iglesia, sacramento de salvación en el mundo, nos competen todas las tareas que llevan a la construcción del Reino de Dios, tales como la justicia, la igualdad, el amor y la paz.”
“En un mundo lleno de injusticias y mentiras, de atropellos a la dignidad humana y asesinatos, de empobrecimiento y falta de libertad, como en el que vivimos de manera especial en Chiapas, la construcción del reino implica una transformación de las actuales condiciones sociales, políticas, económicas y culturales. Pero también, y sobre todo, exige la transformación del corazón de cada persona de cada familia, de cada pueblo y de todo nuestro país”11.
Don Raúl, por orden de algún sector del Vaticano y por la presión del gobierno mexicano, tendrá que dejar la diócesis en 1999 y no ejercerá su derecho de “sucesor” y es enviado a la diócesis de Saltillo a unos dos mil kilómetros de distancia de Chiapas.
Las agresiones
Entre 1994 y 1997 solamente se registraron 251 casos de ataques a los agentes de pastoral. Es decir, en promedio uno cada seis días. Todos estos casos los reunimos en un informe intitulado “La Verdad Nos hará Libres” y la conclusión fue que éstos ataques respondieron (como hasta el presente) a la lógica de “guerra de baja intensidad”.
Un caso conocido de agresiones fue la Masacre de Acteal donde el 22 de diciembre de 1997 300 desplazados miembros del grupo pacifista Las Abejas fueron atacados por un grupo paramilitar, sostenido por ele ejército y por el partido PRI. Los indígenas se encontraban rezando en una capilla y fueron atacados simplemente por obedecer las órdenes. Causaron 45 muertos y 26 heridos, la mayor parte de ellos menores de edad. Después de mucha presión se descubrió que un General del ejército estaba involucrado junto con algunas autoridades civiles del propio gobierno estatal. Sin embargo, estos últimos nunca fueron requeridos por la justicia.
Después de Chiapas
Don Samuel partió de San Cristóbal en el 2000. Habrá que seguir escribiendo de esto, pero en este momento parto al funeral en el CUC.
Adiós Don Samuel
Quiero agregar que la construcción de una iglesia cercana al pobre no se hace solamente desde el obispo, sino de un pueblo que responde al llamado del Señor con fe y compromiso. O a la inversa, un obispo, por sí mismo, no hace una iglesia fiel al Señor, pobre entre los pobres, por decreto episcopal: requiere de un pueblo que lo acompañe y lo eduque, requiere oír al Espíritu Santo que habla en medio del pueblo y de la historia.
Don Samuel un hombre universal que trasciende las fronteras y habla con congruencia de Dios. Despedimos a Don Samuel recuperando su sabiduría, su amor, su cercanía. Don Samuel estuvo atento al clamor de Dios en el pueblo que busca la Vida, ha sabido caminar con el pueblo y ha caminado a su paso. Generó un proceso lento y largo: plagado de dificultades y de incomprensiones. Que no sufrió solo, sufrió con su pueblo. El pueblo indígena de Chiapas tiene años de sufrimiento y encontró un obispo que lo acompañara un tiempo. La Iglesia se hizo pueblo y el pueblo se hizo iglesia con Don Samuel.
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