Especial
Ciudad de México, 12 mayo 2018.-A ocho meses de los sismos que azotaron a México en septiembre de 2017, todavía quedan cicatrices a la vista, aunque hay otras que están bajo tierra y son motivo de preocupación de las autoridades de Protección Civil y, sobre todo, de la población.
Así se evidenció en un reciente foro en el que el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) informó a la Comisión de Protección Civil de la Cámara de Diputados sobre las secuelas de esos movimientos telúricos y de otros fenómenos naturales que han afectado al país en los últimos años.
Los terremotos del 7 y 19 de septiembre provocaron cerca de 400 muertos en varios estados del país y la Ciudad de México, además de pérdidas materiales que el Cenapred situó en los 470 mil millones de pesos (unos 26 mil millones de dólares)
Miles de viviendas afectadas (no pocas de ellas demolidas o en espera de ello), cientos de escuelas, instalaciones públicas, iglesias y otros inmuebles quedaron marcadas por la fuerza de la naturaleza.
Hoy día continúa la reconstrucción, y las autoridades de la Ciudad de México afirman que el proceso podría demorar varios años.
Ello a ojos vista, pero según el Conapred los terremotos provocaron modificaciones en el subsuelo en varias zonas de los estados de Puebla y Morelos, principalmente, aunque también en otros territorios donde incluso la sismicidad es baja históricamente.
El movimiento de las placas tectónicas generó reacomodo de la tierra y el uso de sensores en distintos puntos del país confirmó las alteraciones en el subsuelo, pero a la vez generó incertidumbre.
Resulta impredecible conocer los efectos que ello puede acarrear, afirmó Adán Pérez, presidente de la Comisión de
Protección Civil de la Cámara de Diputados.
Pero en la delegación de Tláhuac, de la Ciudad de México, los vecinos saben a lo que se atienen. El sismo del 19 de septiembre partió en dos la calle Camarón, en la colonia del Mar de esa demarcación ubicada al sureste de la capital.
Entre hundimientos y grietas viven desde entonces los pobladores, aunque se trata de un problema que se arrastra desde el violento terremoto de igual fecha, pero en 1985.
‘Tengo viviendo aquí más de 30 años. Tenemos folders, oficios, escritos los cuales demuestran que el problema viene del 85. Existe una grieta que ha permanecido desde hace tiempo. Vivimos con ella. Tratamos de mantenerla, pero cuando hay un hundimiento o un temblor, se colapsa el drenaje y ahí está el problema’, reconoció José Alfredo Hilario, jefe de manzana y vecino de la calle Camarón.
Aun se trabaja en el relleno de la abertura, pero es evidente que el fenómeno podría repetirse como ocurrió con el lago artificial del bosque de Tláhuac, sitio emblemático de esta megaurbe, donde las familias solían pasear en lanchas que hoy están varadas en el lodo cuarteado.
El terremoto abrió una grieta en el fondo del lago, ubicado en una zona lacustre donde pasa una falla geológica y por allí se escurrió el agua, locual ya había ocurrido hace seis años.
De acuerdo con datos de la delegación, el lago abarca un área de más de ocho hectáreas, y el sismo causó una fisura de más de 600 metros.
En la propia demarcación, en la colonia de Tlaltenco, los habitantes cerraron por estos días varias calles al tránsito ante el peligro de hundimientos y derrumbe de viviendas dañadas el 19 de septiembre.
Muchos hogares debieron ser desalojados en Tláhuac y los damnificados reclaman ayuda desde entonces.
Algo parecido ocurre en pueblos de la delegación de Xochimilco, en cuyos canales, donde transitan las tradicionales y coloridas chinampas, el terremoto de aquella fecha provocó fuerte oleaje y también fisuras que hicieron descender el nivel del agua.
También por estos días habitantes de allí se manifestaron para exigir a las autoridades delegacionales el pago a las empresas encargadas de la reconstrucción, la cual se encuentra detenida.
Tan solo en la localidad de Santa María Nativitas hay identificadas 180 viviendas que requieren demolición total, y otras 250 con código amarillo, lo cual significa la necesidad de trabajos de reestructuración.
MÁS INTENSIDAD Y MAYORES DAÑOS
Lo cierto es que en los últimos 30 años los daños por desastres naturales aumentaron 11 veces, una tendencia que muestra que cada vez más aumenta la intensidad de estos fenómenos.
Así lo aseguró el coordinador de Prevención de Desastres en México del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Xavier Moya.
Por su parte el coordinador nacional de Protección Civil, Felipe Puente, indicó que de 2013 a la fecha se emitieron 433 declaraciones de emergencia y registrados 177 desastres.
Ello obligó a dar auxilio a más de 8.7 millones de personas en diversos estados de la República Mexicana, significó.
Las autoridades no se han quedado de brazos cruzados, en particular en el uso de técnicas destinadas a contribuir a la prevención.
El director general del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires), Juan Manuel Espinosa, consignó que con el uso de sensores y tecnología se pueden ubicar los puntos más vulnerables ante un temblor.
Pero queda la interrogante sobre qué pasa en el subsuelo, cómo se modifica ante cada sismo o réplicas y qué consecuencias puede tener para las estructuras levantadas en la superficie, y sobre todo, la población de esas zonas o comunidades.(Orlando Oramas León/PL).
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