Redacción
Ciudad de México, 21 enero 2017.-El escritor, guionista y fotógrafo mexicano Juan Rulfo (Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, 16 de mayo de 1917-7 de enero de 1986) está más allá del bien, del mal y de los centenarios, porque su novela “Pedro Páramo” es, para muchos, la novela más importante en lengua española después del Quijote.
Tal es la opinión vertida por el poeta, ensayista y crítico literario José María Espinasa (Ciudad de México, 15 de octubre de 1957) al ser entrevistado por Notimex en relación a los 100 años del natalicio de Rulfo, representativo autor de las letras mexicanas nacido en Sayula, Jalisco, y muerto en la Ciudad de México a los 68 años de edad.
Catedrático y editor, Espinasa consideró que los centenarios siempre ayudan, además de su afán académico, repetitivo y de boato, a acercar más al autor a los lectores, sobre todo, a las nuevas generaciones para que lo lean, lo sigan y lo adopten; es probable que a lo largo del año “los mexicanos tengamos Rulfo hasta en la sopa”.
Lo cierto es que “Pedro Páramo” (1955) es la novela más importante escrita en México, en tanto que “El Llano en llamas” (1953) es un libro de 17 narraciones extraordinarias, señaló el entrevistado.
Cabe recordar que Juan Rulfo, inscrito en la “Generación del 52”, goza de una reputación encumbrada a nivel mundial, la cual descansa plácidamente en tan sólo ese par de libros y con ello podría pensarse que escribió poco, pero no es así. Como lector, entró en contacto con los libros desde muy temprana edad, lo cual diseñó su personalidad.
Juan Rulfo vivió en la pequeña población de San Gabriel, pero las tempranas muertes de su padre, primero (1923), y de su madre poco después (1927), obligaron a sus familiares a inscribirlo en un internado en Guadalajara, Jalisco. Durante esos años en San Gabriel entró en contacto con la biblioteca literaria de un cura.
Esa colección de libros depositada en la casa familiar fue “devorada” por el joven Rulfo, quien la recordaría siempre. Estas lecturas, esenciales en su sólida formación junto con su temprana orfandad, fue determinante para definir su vocación artística. La lectura de los libros mencionados tuvo el peso mayor al momento de decidir su vocación.
Una huelga de la Universidad de Guadalajara impidió su ingreso en ella, por lo que viajó a la Ciudad de México, donde la imposibilidad de revalidar los estudios hechos en Jalisco no le permitió ingresar a la Universidad Nacional, pero asistió como oyente a los cursos de historia del arte de la Facultad de Filosofía y Letras.
Se convirtió entonces en un conocedor serio de la bibliografía histórica, antropológica y geográfica de México, temas que un estudio minucioso de su obra literaria y fotográfica permite rastrear, además de los textos y la labor editorial que les dedicó. Durante buena parte de las décadas de 1930 y 1940 viajó extensamente por el país.
Trabajó en Guadalajara y en la ciudad de México, y a partir de 1945 comenzó a publicar sus cuentos en dos revistas “América”, de la capital, y “Pan”, de Guadalajara. La primera de ellas significó su confirmación como escritor, gracias al apoyo de su gran amigo Efrén Hernández. Publicó sus imágenes por primera vez en 1949.
Abandonó su trabajo en una empresa fabricante de neumáticos a principio de los años 50, y obtuvo, en 1952, la primera de dos becas consecutivas (1952-1953 y 1953-1954) que le otorgó el Centro Mexicano de Escritores, fundado por la estadounidense Margaret Shedd, persona determinante para que publicara “El llano en llamas” en 1953.
En ese libro reunió siete cuentos ya publicados en América e incorporó otros ocho nuevos y luego, en 1955, lanzó al mercado “Pedro Páramo”, de la que publicó tres adelantos en 1954 en las revistas “Las letras patrias”, Universidad de México y “Dintel”. En 1958 terminó de escribir su segunda novela (muy breve), “El gallo de oro”, publicada hasta 1980.
A partir de la publicación de los dos primeros títulos el prestigio literario de Rulfo creció de manera constante, hasta convertirse en el escritor mexicano más reconocido en México y el extranjero. Entre sus admiradores se cuentan Mario Benedetti, José María Arguedas, Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez.
Igualmente, por Susan Sontag, Elias Canetti, Tahar Ben Jelloun, Kenzaburo Oe, Enrique Vila-Matas, Urs Widmer, Gao Xingjian, Günter Grass, y muchos otros.
Encuestas hechas en México, España, Alemania, Noruega y otros países ubican siempre los títulos de Juan Rulfo en un lugar prominente dentro de la literatura universal.
Finalmente, José María Espinasa informó que a lo largo de 2017 la Secretaría de Cultura capitalina va a organizar un programa conmemorativo, aunque es probable que el Museo de la Ciudad de México que él dirige, dependiente de la Secretaría mencionada, entrará a finales de febrero en una etapa de remodelación y permanecerá cerrado. Si se reabre antes de terminar el año, seguramente algo hará en torno a Juan Rulfo. (Notimex).
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