Agencias, Ciudad de México.- Justo antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, una mujer contrató a un arqueólogo de poca monta para ayudarla a excavar sus tierras. Pensaba que podía haber objetos vikingos, pero lo que descubrieron fue mucho más importante de lo pudieron imaginar. Enterrado en Sutton Hoo había un barco que daría un mayor entendimiento de la sofisticación del periodo anglosajón temprano.
Es la historia real que John Preston usó como escenario de su novela “The Dig” (“La excavación”), adaptada al cine en una muy agradable película por la guionista Moira Buffini y el director Simon Stone. Carey Mulligan interpreta a la propietaria de Sutton Hoo, Edith Pretty, una viuda rica, madre de un hijo preadolescente y arqueóloga amateur con una corazonada sobre un montículo en su propiedad. Su expedición enfrenta una carrera contrarreloj: la historia se desarrolla en el verano de 1939, justo antes de que Gran Bretaña declarara la guerra.
El hombre que Pretty elige para el trabajo es Basil Brown (Ralph Fiennes), un excavador local de un museo provincial. Sin duda es un arqueólogo brillante y experto en su región entrenado por dos generaciones de su propia familia, pero su educación formal y su apariencia exterior denotan una clase más baja y muchos no lo toman en serio. Incluso sus colegas lo califican como “poco ortodoxo e inexperto”.
Sin embargo, Basil entabla una conexión con Edith, quien había adquirido los terrenos con su esposo para explorar sus montículos juntos. El proyecto se vio interrumpido por la muerte prematura de él, pero ella y su hijo Robert (Archie Barnes en un excelente papel) están determinados a terminarlo pese a la guerra inminente y a que buena parte del país está ocupada en otros asuntos.
Cuando se dan cuenta que lo que hay en las entrañas de la tierra es de hecho más importante que unas tumbas vikingas, de pronto los grandes museos y arqueólogos importantes encuentran el tiempo y recursos para contribuir a la excavación. Esto agrega una variedad de subtramas y personajes, como el primo de Edith, Rory (Johnny Flynn), quien está enrolado con la fuerza aérea, y los arqueólogos recién casados Stuart (Ben Chaplin) y Peggy Piggott (Lily James), quienes se arremangan para unirse al proyecto.
Ahí es donde el origen novelesco de la película se torna un poco problemático, pues la cinta presenta de manera apresurada varias historias secundarias con los Piggott y Rory. Estos hilos son probablemente más gratificantes en el libro, aunque sí le agregan amplitud y contexto a esta historia insular.
Mulligan también resulta demasiado joven para su personaje (Nicole Kidman fue considerada originalmente para el papel), aunque sobresale con una actuación sutil y desgarradora.
El director, Stone, es un aclamado director de teatro en su natal Australia sin muchos créditos en cine. Su debut de 2015, “The Daughter”, una adaptación de una obra de Ibsen, no tuvo un estreno amplio en Estados Unidos.
Pero en “The Dig” él y su talentoso equipo de producción lograron una pieza verdaderamente hermosa, contemplativa y melancólica, con una bella música original de Stefan Gregory y un paisaje envolvente fotografiado por Mike Eley. De alguna manera. “The Dig” también se siente como el descubrimiento que retrata, como una película perdida de Anthony Minghella hecha hace 30 años y recién desenterrada.
“The Dig,” a Netflix release in theaters Friday and on Netflix Jan. 29, is rated PG-13 by the Motion Picture Association of America for “brief sensuality and partial nudity.” Running time: 112 minutes. Three and a half stars out of four.
“The Dig”, un estreno de Netflix que llega el viernes a cines y el 29 de enero a la plataforma de streaming, tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por escenas sensuales y desnudos breves. Duración: 112 minutos. Tres estrellas y media de cuatro.
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