(((Monitor Sur))) Lunes 29 de febrero de 2016 OPINIÓN
Desde que el Tribunal Electoral del Estado de Chiapas, acorde con la reforma político electoral 2014, dejó de pertenecer al Poder Judicial del Estado, ha ido en detrimento. El evidente deterioro comenzó desde que Arturo Cal y Mayor Nazar, quien finge como Presidente, en compañía de quien en realidad lleva la batuta de las decisiones, su Secretaria Particular y también concubina, Adriana Carolina Pérez Villatoro, comenzaron a hacer de las suyas con los trabajadores de ese órgano jurisdiccional y las plazas argumentando una supuesta reestructuración.
Al respecto caso omiso han hecho quienes han implementado tales acciones, teniendo la complicidad de su oficial mayor, al artículo 11, fracción XXII, del reglamento interno del propio órgano que se refiere a una compensación, cuando por motivos de una reestructuración o reorganización administrativa del tribunal, el trabajador pase a ocupar una plaza de menor nivel salarial a la que venía desempeñando. Seguramente las demandas no se harán esperar, pero como son juez y parte estas serán resueltas de manera favorable al demandante en una segunda instancia, por lo que se espera tengan los recursos financieros para que paguen conforme a Derecho, no a sus caprichos.
Un tribunal, donde debiera imperar la justicia y la protección a los derechos, se ha convertido en un sitio donde prevalece la corrupción y el mal trato a quienes ahí laboran. Ejemplo de ello es el acoso que sufren algunos de los trabajadores, por parte del propio presidente, vía telefónica o por mensajes al celular pidiendo renuncias; otra de las barbaridades que comete este inefable personaje con investidura de magistrado es pedir “una buena mochada” del salario de gente cercana a él, aviadores, asesores y titulares de las siguientes áreas para conservar el puesto: Departamento de Difusión y Comunicación Social, Departamento de Transparencia y Acceso a la Información, Departamento de Recursos Materiales y Servicios Generales, y Departamento de Informática.
Aunado a lo anterior, sin pago extra utiliza a personal del Departamento de Recursos Materiales y Servicios Generales para acondicionar su nuevo nidito de amor aún en fines de semana que deberían ser de descanso.
Arturo Cal y Mayor Nazar, quien fue despedido del poder judicial federal por sabidas “transas” en dicho gremio, no ha perdido las mañas y llegó al Tribunal Electoral a seguir haciendo de las suyas y servirse, como coloquialmente se dice, con la cuchara grande.
Ante tal panorama sorprende la falta de respuesta y de acción del resto de los magistrados que integran este órgano colegiado, donde las decisiones debieran tomarse por acuerdos y al parecer no ha sido así. ¿Se deberá tal silencio a que el voto de Cal y Mayor podría inclinar la balanza de manera desfavorable? ¿No sentirán vergüenza “aquellos del Senado” que le dieron este encargo a alguien como Arturo Cal y Mayor Nazar? ¿O aquellos que desde Palacio o La Torre tan solo contemplan tanta inmundicia?
No cabe duda que el escándalo electoral se ha convertido en tema cotidiano en un estado donde las aspiraciones de consolidar una verdadera democracia, poco a poco, se han ido extinguiendo.
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