Agencias / MonitorSur / Washington, EEUU .- El conocido desdén de Donald Trump por la ayuda extranjera choca con la necesidad de combatir la pandemia del coronavirus y mientras que por un lado su gobierno se vanagloria de su generosidad para con otros países necesitados, por el otro genera confusión e irritación con sus mensajes cruzados.
Estados Unidos se comprometió a aportar más de 500 millones de dólares en ayuda extranjera para frenar la pandemia desde enero, en un indicio de que algunos funcionarios de su gobierno admiten que la política de “primero Estados Unidos” no puede proteger a los estadounidenses de un mal muy infeccioso que no conoce fronteras. Además, saben que si Estados Unidos no ayuda, China y Rusia sin duda llenarán ese vacío.
Las contradicciones del gobierno se manifiestan en casos como el de los palestinos. Dos años después de suspender prácticamente toda la ayuda, el gobierno anunció el jueves que dará 5 millones de dólares a ser usados en hospitales y hogares palestinos para cubrir “necesidades inmediatas y salvar vidas”.
Hizo esto después de varias semanas en las que el gobierno envió mensajes cruzados sobre su compromiso de asistir a otros, suspendiendo las contribuciones a la organización encargada de hacer frente al brote y dando marcha atrás con su anuncio de que entregaría equipo vital, incluidos uniformes protectores y respiradores, a otras naciones. Generó incertidumbre entre los receptores de la ayuda acerca de qué podrían hacer con ella.
El martes Trump anunció la suspensión de los aportes a la Organización Mundial de la Salud, a la espera de las conclusiones de una investigación para determinar si ese organismo había cedido a demandas de China para que reste importancia a la pandemia.
Pocas semanas antes el Departamento de Estado había destacado tanto a la OMS como el apoyo que le da Estados Unidos. “La OMS está coordinando la respuesta mundial a la pandemia del COVID-19. Tiene presencia en 149 países”, dijo el 31 de marzo, en un documento que elogia la generosidad norteamericana. “Este amplio esfuerzo no sería posible sin la ayuda de Estados Unidos”.
El jueves se difundió una versión actualizada de ese documento que no menciona a la OMS.
El documento original decía que Estados Unidos había aportado más de 400 millones de dólares a la OMS en el 2019, más de doble que el siguiente aporte más grande y casi diez veces lo que paga China, 44 millones de dólares.
La decisión de Trump de suspender los pagos a la OMS recibió una condena generalizada.
“Abandonar este organismo vital lo único que hará es poner más vidas en peligro”, sostuvo Michelle Nunn, directora de CARE USA, uno de varios organismos humanitarios que criticó la medida. “La decisión del gobierno de Trump de suspender los aportes a la OMS durante una pandemia mundial es peligrosa, contraproducente y miope”.
Seis días antes del anuncio, el secretario de estado Mike Pompeo había dicho que Estados Unidos casi que duplicaría la ayuda exterior para combatir el virus, para llegar a casi 500 millones de dólares desde enero. Aludió a la “generosidad sin paralelos del pueblo estadounidense” y dijo que “Estados Unidos sigue liderando la respuesta humanitaria y de salud pública del mundo a la pandemia del COVID-19”.
“Las pandemias no respetan fronteras”, sostuvo el 8 de abril. “Luego de décadas de liderazgo mundial en el ámbito de la ayuda humanitaria y de salud, sabemos que las inversiones inteligentes y estratégicas han resultado vitales para proteger la patria. La historia nos dice que podemos combatir pandemias en nuestro territorio y ayudar a otras naciones a evitar que se expandan al exterior”.
Pompeo, no obstante, dijo que se asistiría a 64 países que se cree son los que más peligro corren pero que la ayuda no incluiría equipo de protección personal ni otros insumos básicos. “Mantendremos insumos médicos vitales en Estados Unidos hasta que se haya satisfecho todas las demandas internas”, señaló.
Eso representó un giro de 180 grados respecto a lo que la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), otra dependencia del gobierno, había dicho el 18 de marzo, cuando anunció la entrega de unos 62 millones de dólares en ayuda de emergencia para combatir el virus. Esa ayuda, indicó, incluiría “el suministro de equipo de protección y otros insumos vitales”.
Estados Unidos analiza ahora qué hacer con los más de 400 millones de dólares asignados a la OMS en el 2020. Pero reina la incertidumbre en torno al destino que se le puede dar a los fondos que aporta Estados Unidos, sobre todo después de que la Agencia Federal de Manejo de Emergencias dijese el 10 de abril que no se podía exportar equipo protector fabricado en Estados Unidos o por empresas estadounidenses.
Hay quienes piensan que el gobierno puede prohibir el uso de los fondos que dona para comprar ciertos tipos de guantes, tapabocas y respiradores.
Una agrupación, Partners in Health, organización sin fines de lucro de Massachusetts que tiene instalaciones médicas en Haití, dijo que se le había recomendado “a través de canales oficiales” que no debía solicitar ayuda a ser usada en la compra de equipo para combatir el COVID-19 porque los fondos podrían verse demorados por la confusión en torno a si Estados Unidos permitirá esas compras.
Ni el Departamento de Estados ni USAID comentaron el tema.
Con información de la agencia ‘The Associated Press’.
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