Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- De puertas para fuera, la vida de Colin Wilson (Connecticut, 1989) podría ser la soñada por más de uno. Jugador profesional de hockey sobre hielo que se retiró de la NHL en enero 2021, después de 11 años de carrera y unos ingresos acumulados de aproximadamente 22.5 millones de dólares. Sin embargo, de puertas para dentro, la oscuridad en la que se movió durante mucho tiempo no es agradable para nadie. Cocaína, marihuana, alcohol, pastillas para dormir, depresión severa, trastornos obsesivos compulsivos… “Era una persona como tú, pero me enganché y me quedé bloqueado. No sabía cómo salir”, cuenta en una publicación en The Players Tribune.
“Cuando salía por ahí, tenía la sensación de que había cocaína por todas partes. Empecé cuando tenía 22 años. Igual que tantos consumidores, era un chico que estaba perdido y quería sentir algo. Me podía sentir en control de mi cabeza y mis sentimientos, aunque sólo fuese por una noche”, explica Wilson. “Aquellas noches me arruinaron porque eran las únicas en las que sentía algo”. El ex de Nashville Predators y Colorado Avalanche se ha abierto como nunca antes. La muerte de su amigo y también jugador de la NHL Jimmy Hayes. La autopsia indicó que antes de fallecer había consumido cocaína y fentanilo y esto empujó a Wilson a contar sus adicciones, con la intención de que no se demonizase a su amigo y se tratase el tema como algo mucho más común de lo que podría parecer.
Colin Wilson siempre fue su peor enemigo. Más en concreto, su cabeza. Una rodilla un tanto frágil y su miedo constante a lesionarse le llevaron a sufrir episodios obsesivos que dinamitaban constantemente su estado de ánimo y su confianza en él mismo. A medida que iba acercándose al profesionalismo, no supo manejar la presión y se acercó a las drogas como recurso para mantenerse calmado. “Al principio no lo hacía por costumbre. Quizás [me drogaba] una o dos veces al año. Después, con 28 años, ya empecé a drogarme cada varias semanas”, admite el exjugador.
La soledad aparente y la convivencia con sus propios fantasmas hacían que el único momento en el que Wilson se encontraba en su zona de confort fuese cuando consumía. “La cocaína te hace sentir que finalmente has llegado a casa. Es como si te empezaras a sentirte como todo el mundo”, relata. Y todo eso mientras jugaba los Playoffs de la NHL y luchaba por el título en la Stanley Cup. Sin embargo no era él quien estaba al volante, sino las drogas. “Era un adicto y no era consciente de que tenía un problema”.
Mientras estaba bajo efectos de las drogas, Wilson se sentía ‘uno más’, una personal ‘normal’… hasta que llegó el momento en el que dichas drogas comenzaron a hacer mella en su cuerpo. Ni siquiera los imponentes físicos de los deportistas de élite están preparados para las exigencias de los estupefacientes y, tarde o temprano, dicen basta. Eso es lo que le pasó en 2018, cuando después de otra noche loca se dio cuenta de que no podía seguir ese ritmo. “Tengo suerte de no haber pasado por otra noche como aquella. No tenía control sobre mí mismo, y no lo tuve durante mucho tiempo. Si tuviera otra noche así… No sé qué podría pasar”, confiesa un Colin Wilson que admite que al día siguiente de aquel desfase no podía ni mantenerse en pie. Por suerte, el entrenamiento de la mañana siguiente era opcional y pudo quedarse en casa y recomponerse, física y mentalmente.
“Llevo dos años y medio sobrio, y en cierto modo creo que ya he derrotado [a mi adicción]. Aunque nunca se sabe, ya que simplemente vives con ello”, admite Wilson. “Lo que le pasó a Jimmy… podía haberme pasado a cualquiera de nosotros. Me podía haber pasado a mí”. Más de una noche, después de llevar a cabo todo tipo de exceso, Colin Wilson escribía una nota en su diario por si no llegaba a despertar la mañana siguiente. Ahora, ya limpio y concienciado, lo que escribe es su propia experiencia e historia pensando que puede llegar a ayudar a alguien que se encuentre en una situación similar. Salió adelante y ahora quiere tender su mano al resto, con la intención de hacer bajar esa estadística que dice que la primera causa de muerte entre menores de 50 años en Estados Unidos es la sobre dosis.
Con información de la agencia ‘EFE’.
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