Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- Ante el reto de evitar la extinción de especies, la física puede constituirse en un aliado clave de la biología para comprender los fenómenos de desplazamiento estratégico que algunas especies llevan a cabo para garantizar su supervivencia.
Así lo demuestra la investigación realizada por los físicos Octavio Miramontes, Denis Boyer y Teodoro Dannemann, quienes han sorprendido a la comunidad científica, a partir del desarrollo de teoría denominada “los vuelos de Lévi”.
En su trabajo publicado en la Revista “Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)”, los especialistas han subrayado el hecho de que en la actualidad, el medio ambiente se ha fragilizado a tal grado que cada vez hay más ecosistemas fragmentados.
Esto significa que cada vez existen más ecosistemas donde muchas especies buscan hacer su vida y reproducirse, mientras que otras se mueven de un reducto a otro en la búsqueda de alimento.
En estas condiciones, depredar de forma sistemática podría provocar mermas irreversibles en ciertos grupos y como consecuencia se produciría su extinción, sin embargo, muchos predadores tienen una forma estocástica (que no se puede predecir) de trasladarse de un sitio a otro.
Esta forma de desplazarse les asegura a las especies encontrar alimento con facilidad, al tiempo que favorece la elevación de las poblaciones locales.
Los investigadores dieron inicio a la teoría de “los vuelos de Levy”, que son una serie de movimientos a multiescala, o en otras palabras, de viajes cortos y frecuentes, seguidos de otros más largos y esporádicos, pero casi siempre azarosos.
El trabajo de los especialistas destacó principalmente porque Octavio, Denis y Teodoro son físicos y no biólogos, y a partir de sus conocimientos y experiencia fueron capaces de describir cómo es que estos mecanismos ayudan a estabilizar los sistemas ecológicos.
“En biología, casi siempre se analiza una variedad o una localidad y, por lo mismo, los resultados suelen ser muy particulares”, explicó Miramontes, en entrevista con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Sin embargo, a partir de este estudio, fue posible identificar una propiedad universal de los ecosistemas, y por lo mismo, algo útil para diseñar medidas encaminadas a proteger a las especies amenazadas que viven en escenarios frágiles, sin importar cual sea, subrayó.
En ese sentido, aseguraron que uno de los casos más emblemáticos del país y que quizás no se hubiera agravado tanto de haberse aplicado esta teoría es el de la Vaquita Marina (Phocoena sinus) de la cual se cree que quedan menos de 30 ejemplares en el Mar de Cortés.
El hombre, comentó Miramontes, es un depredador altamente efectivo y actúa como tal. “En este caso la recomendación hubiera sido, si capitaneas un barco pesquero y encuentras un abundante banco de peces, no te quedes ahí hasta acabártelo”.
Lo mejor en estos casos es extraer cierta cuota y moverse del lugar, pero tratándose del hombre “debería existir una legislación que indicara: ‘eso debes hacer’ a fin de evitar escenarios tan adversos como el de la vaquita, un cetáceo que, en opinión de muchos expertos, sin duda se perderá”.
Desde luego, para desarrollar este trabajo fue necesaria una retroalimentación con biólogos, ya que solo mediante el intercambio de conocimientos ha sido posible establecer esta teoría aplicada a ecosistemas.
En ese sentido, el investigador Boyer reveló que originalmente los procesos de Lévy se utilizaban en física para entender el movimiento de las partículas microscópicas en fluidos y las propiedades fractales de sus trayectorias, que optimizan la exploración espacial.
Sostuvo que, como se asume que los animales se desplazan de manera óptima, hubo científicos interesados en analizar si tales traslados se ajustaban a dichos patrones, lo que llevó a realizar uno de los primeros experimentos de análisis en albatros.
Al final, se descubrió que estos recorridos no son exclusivos de las aves y lo mismo se puede apreciar en hormigas, reptiles e incluso monos araña, como se descubrió en la Península de Yucatán.
De esta manera, los predadores que hacen “vuelos de Lévi” se adaptan bien a estos escenarios en donde los parches de ecosistemas se reducen drásticamente, ya que con tales traslados logran sobrevivir y se reproducen sin proliferar ni acabar con sus recursos.
El desarrollo de esta teoría, se puede conocer en el artículo “Lévy flight movements prevent extinctions and maximize population abundances in fragile Lotka-Volterra systems”.
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