ALLÁ EN LA SIERRA
Ery Acuña/ Desde El Sótano
Es como un “holocausto”, dicen pobladores de la Sierra que viven los efectos de la guerra entre bandas rivales, en referencia a los horrores Nazis durante la Segunda Guerra Mundial, donde los alemanes obligaban a los pueblos avasallados a no salir de sus casas, además de ser reclutados para el trabajo forzado, y hasta asesinados.
Tal parece que esta violencia que se vive en la Sierra no se generó sola: fue activada. Se piensa que alguien lanzó fuego a esa gasolina esparcida de la pobreza, la marginación y las montañas agrestes.
Hay versiones que en Chiapas hay una activa presencia de la CIA y la DEA, las agencias gringas encargadas de controlar, vigilar y contener el paso de drogas, y en el caso de la primera, la CIA, de vigilar los movimientos de cada país en todo el mundo, y hasta de desestabilizar regiones, si es necesario, para beneficio del país de las 50 estrellas.
Dice un dicho que en las grandes tragedias siempre “hay alguien que llora, y alguien que vende pañuelos”.
Se trata de un asunto federal, porque los delitos del fuero común los atiende el gobierno estatal, en tanto que las armas, el narco, los migrantes y la violencia generada por ello, son delitos federales.
Pero aquí no se trata de repartir culpas. Cuando las noticias de matanzas entre grupos rivales se esparcían por las redes por enfrentamientos entre ellos mismos, era una cosa; pero otra muy diferente es que, si como se dice, se está reclutando por la fuerza a personas a unirse a los grupos rivales.
Una versión es que quienes estaban en “la bola” trataron de salirse y están siendo obligados a regresar, pero otra que circula es que son personas sin “velo en el entierro” que son obligadas a unirse a los bandos rivales.
Qué curioso que en medio de un reacomodo económico mundial entre China, Rusia y Estados Unidos, en el marco del Bicentenario de la Federación de Chiapas a México, surjan de nuevo las “caravanas migrantes” desde Chiapas, y el recrudecimiento de la violencia entre bandas delictivas en la Sierra, donde nadie sale ni entra sin su permiso, con las consecuencias que esto genera: falta de servicios médicos, alimentos, combustible, y mucha desinformación.
¿Cómo llegan tantas amas, presumiblemente, desde Estados Unidos a Chiapas? ¿Quién las proporciona? ¿Quién lo permite? A los grupos delictivos les cuesta mucho dinero estas guerras, no la quieren, no les sirve para “el negocio”.
A los hermanos de la Sierra, esto les provoca miedo, pánico, hambre, falta de libertad y de paz. Qué terrible momento para cumplir 200 años como mexicanos, donde no queremos balazos, pero tampoco abrazos sin ningún beneficio para nuestra gente.
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