Rodulfo Reyes
Cuando era director del diario La Prensa, el periodista Manuel Buendía Tellezgirón recibía a egresados de la carrera de Comunicación que acudían a solicitar empleo al rotativo de nota roja de mayor circulación en la Ciudad de México.
El autor de la columna Red Privada, que hasta que se publicó ha sido la más influyente de la prensa mexicana, contaba en sus conferencias –atesoradas en libros publicados tras su muerte por la fundación que lleva su nombre– que solía preguntarles de qué querían trabajar en la casa editorial de la que llegó a ser director general.
Los informadores recién salidos de la escuela contestaban que deseaban escribir una columna y tener “una oficina como la suya”.
El columnista asesinado el 30 de mayo de 1984, aparentemente por el Estado mexicano, descubrió así desde hace décadas que uno de los principales problemas del oficio es que los comunicadores quieren saltarse la parte de andar en la calle a la caza de la nota, de hacer crónicas, entrevistas y reportajes.
Al menos en provincia, muchos de quienes ingresan a este oficio intentan aterrizar directamente en el género de opinión, pues creen que es pan comido emitir juicios de valor sobre determinados temas.
Quizá ese sea el inconveniente que se registra en el periodismo que hoy día se hace en redes sociales con exponentes que antes se dedicaban a otra cosa.
En 31 años de trabajar en medios, este reportero no conoce un buen periodista que haya llegado fast track a elaborar una columna o un artículo editorial.
Todos, sin excepción, empezaron de abajo, haciendo talacha, poniendo una grabadora en la nariz del entrevistado o garabateando una libreta de taquigrafía.
Tal vez esa sea la diferencia con la nueva generación de periodistas que está atestando las redes sociales, y que entró de lleno a “hacer” opinión en vez de pasar por la “universidad de la vida” que es la reporteada diaria.
A lo mejor no sea la comparación adecuada: no existe un buen general que no haya sido buen soldado.
Claro que en la supercarretera de la información también interactúan comunicadores con una larga trayectoria en medios tradicionales, y que son quienes dominan el top ten del periodismo digital.
Hace muchos años, la desparecida Unión de Periodistas Democráticos (UPD), en la que participaron periodistas de gran calado como el chiapaneco Juan Balboa Cuesta, estuvo pugnando porque se regulara el oficio, pero el tema desencadenó un falso debate sobre el presunto intento de limitar la libertad de expresión.
Los que impugnaron la iniciativa decían que el Estado quería reglamentar quién podía y quién no podía merecer el título de periodista.
En la llamada prensa nacional, compuesta por medios editados en la capital del país, las mismas empresas regulan el ingreso de su personal.
Esa barrera profesional que levantan los directivos de la mayoría de medios establecidos no existe en lo que se conoce como periodismo digital, sector este que ha tenido un crecimiento inusual, debido a la facilidad que brinda internet para hacer “periódicos” y “canales de televisión” en forma gratuita.
PARA SU INFORMACIÓN…
HOY VA a ser nota nacional la presidenta de la Comisión de Seguridad Pública y Procuración de Justicia e integrante de la comisión de Derechos humanos, Igualdad de Género y Asuntos de la Frontera Sur del Congreso local, Julia del Carmen Pardo Contreras, por darle las gracias “a Dios” porque la caravana de inmigrantes hondureños “no entró” a Tabasco.
La diputada de Morena, el partido del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, fue cuestionada por la postura de no querer que el contingente de centroamericanos atravesara la entidad.
La legisladora celebró que ante “tantos problemas” que tiene el estado, no hayan ingresado al país por Tenosique.
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