Agencias, Ciudad de México.- Sobrevivir y como se pueda, ya sea en tareas de jardinería o hasta vendiendo huevos. De eso se trata para los futbolistas de las divisiones de ascenso en Paraguay durante la pandemia de coronavirus.
Pese a sentir que el mundo de la pelota les dio la espalda durante la crisis sanitaria global, sostienen en alto su espíritu — y buscan alivio para sus bolsillos — recurriendo este último año a todo tipo de actividades.
La irrupción del COVID-19 en el país y la consecuente paralización de los torneos de fútbol impactaron en el modus vivendi de los jugadores de las ligas de ascenso en Paraguay.
Para mitigar las necesidades materiales de sus familias, deben realizar trabajos de jardinería, albañilería, carpintería, reparto de productos y venden huevos y carne asada en la calle.
Es lógico: la mayoría de ellos lleva casi un año sin cobrar sueldo.
De hecho, el balón no ha vuelto a rodar en la división Intermedia — la primera categoría del ascenso— desde el 17 de noviembre de 2019. Y si bien el fútbol de primera división en Paraguay fue el más adelantado en el retorno a las canchas en Sudamérica, hasta ahora no lo hicieron sus diferentes categorías del ascenso, un demérito que solo comparte en la región con Bolivia.
Recién desde hace unos días la vuelta del ascenso tiene fecha programada: el torneo 2021 comenzará el 9 de abril, luego de que el Ministerio de Salud y la Asociación Paraguaya de Fútbol (AFP) llegaran a un acuerdo sobre un protocolo para la Intermedia, la Primera B, la Primera C y el fútbol femenino.
Más allá de la buena nueva, el año que pasó se hizo demasiado largo para los jugadores de estas categorías, que han tenido que arreglarse con una magra ayuda de 142 dólares durante solo tres meses, según los testimonios recabados por The Associated Press entre los jugadores de la División Intermedia. En cambio, los de la primera división recibieron aportes por 430 mensuales en igual período.
“Fue un año muy complicado, especialmente para el ascenso”, reconoció a la AP Luis Kanonnikoff, secretario general de la APF, quien aseguró que fueron cuatro — y no tres— las cuotas de la ayuda otorgada a las diferentes divisiones.
“Las tres primeras cuotas de subsidio las pagamos derivando fondos del Programa Evolución de la CONMEBOL. Y la última con fondos propios de la APF y de un plan de ayuda por el COVID-19 de la FIFA”, afirmó el directivo.
Como sea, el aporte no evitó que los jugadores tuvieran que apelar a habilidades diferentes a las desplegadas en las canchas para salir adelante. Y probablemente tengan que hacerlo un tiempo más hasta recomponer sus finanzas con la vuelta del fútbol.
Como lo explicó el mediocampista Nicolás Caballero: “La vida de los futbolistas del ascenso en nuestro país es dura y ahora en tiempo de pandemia las necesidades se agigantaron. Al no haber torneos no cobran y todos tienen familia. Muchos de ellos tuvieron que aprender a la fuerza a hacer otra cosa para sobrevivir y otros reforzaron lo que ya sabían hacer más allá del fútbol”.
El volante por derecha del club Resistencia es uno de ellos: a sus 32 años, puso un puesto de comida rápida, y vende asadito y chorizo misionero en las calles de Asunción, con aparente éxito.
Tal es el caso también de José “Ruli” Ríos, de 35 años y profesional desde los 18. Actualmente juega en el Fulgencio Yegros, de Ñemby, y en su larga trayectoria ha empujado el ascenso a primera división de cuatro clubes paraguayos.
Nunca necesitó tener otro oficio, ya que ganaba muy bien, según sus propias palabras. Pero en 2020 desaparecieron los ingresos como futbolista que le permitían sumar su aporte al de su esposa que trabaja como entrenadora personal. Así es que cada mañana después de entrenar, se cambia de ropa y carga la cortadora de pasto a motor para ganarse la vida como jardinero.
En sus 13 años de carrera, Jorge Chena, del Atyrá FC, tampoco precisó de otro oficio más que el de estar atento en el arco. Ahora, gracias a tutoriales y comprando él mismo las herramientas, transformó el espacio para asados de su casa en una carpintería.
El arquero de 32 años hace objetos de madera, que luego vende. Sin dudar, afirma que su esposa, la repostera profesional Rita Fernández, pasó a ser pilar central de la economía hogareña.
Por su parte, el volante central del Yegros, Fulvio Duarte, dice que extraña la adrenalina previa a los partidos y el compañerismo, mientras apura la conclusión de sus estudios de fisioterapeuta e impulsa con su esposa una boutique de productos ortopédicos de venta online.
Y hay quien vende huevos. Sergio Rojas, de 28 años y mediocampista del Sportivo Ameliano, se levanta cada mañana muy temprano y llena el baúl de su pequeño auto con numerosas cajas de 30 huevos cada una. Viaja 25 kilómetros de Capiatá a Asunción, para entrenar. Y luego de una ducha toma su coche para ponerse en una esquina, con el baúl abierto y carteles de papel que anuncian que vende huevos a 2,5 dólares la treintena.
Él, su pareja y dos hijos sobreviven desde el año pasado con la venta callejera de huevos (200 dólares el mejor mes) y con el trabajo de lavado de autos a domicilio (50 a 80 dólares mensuales), lo que le reporta la mitad de lo que era su salario como futbolista.
Estos ejercicios de supervivencia estuvieron acompañados de frustración y bronca a medida que transcurrían los meses y el fútbol no volvía. Caballero le puso voz al pensamiento de muchos de sus colegas, molestos con la dirigencia del fútbol.
“El dirigente no es amigo, nunca va ser amigo del jugador y el jugador nunca debe ser amigo del dirigente, eso aprendí con los años”, afirmó a AP.
Por su parte, Rogelio Delgado, presidente de Futbolistas Asociados del Paraguay (FAP) y exzaguero de la selección nacional, Olimpia, Independiente, Universidad de Chile y Colo Colo, declaró que la pandemia dejó en evidencia las penurias de las estructuras del deporte más popular del país.
“Lastimosamente, se han visto perjudicados demasiados futbolistas”, dijo Delgado. “En todo este tiempo lo que se ha visto es la falta de profesionalización de nuestro fútbol”.
El malestar de los jugadores del ascenso se puso de manifiesto en una protesta realizada el 11 enero frente al Ministerio de Salud, requiriendo la promulgación del protocolo sanitario que finalmente recibió luz verde el 5 de febrero.
“El protocolo anterior era muy estricto, incluía testeos cada siete días, que eran cubiertos por la APF para la Primera División. El problema era que no existía un protocolo más ligero para el ascenso. Ahora sí, con un protocolo abierto y sin testeos semanales, vemos una luz al final del túnel”, expresó el secretario general de la APF Kanonnikoff.
Desde la asociación anuncian una categoría Intermedia más competitiva, con tres ascensos y medio, el campeón avanzando a la fase inicial de la Copa Sudamericana, y con seis en lugar de dos partidos televisados semanalmente.
Los futbolistas por ahora son cautos. Y esperan que al fin se concrete su demorado sueño de regreso a las canchas. Como confesó Nico Caballero: “Extraño hasta al árbitro, con eso te digo todo”.
Con información de la agencia ‘The Associated Press’.
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