Monitor Sur
Ciudad de México, 9 julio 2014.- Sólo cinco personas dominan hoy el Kiliwa, una lengua indígena en Ensenada, Baja California Norte. Hasta el año pasado eran seis, pero uno de ellos falleció en febrero pasado.
Por ello, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) trabaja con la comunidad para que los hablantes de esta lengua sean profesores de sus hijos y nietos, tratando de preservar así la lengua en mayor riesgo de desaparecer del País.
Javier López, especialista del Instituto, precisó que el objetivo es evitar la desaparición de este lenguaje y obtener resultados como los que ya comienzan a ser vistos con el Ayapaneco, en Tabasco.
Hace tiempo, el INEGI registró a sólo 21 hablantes de dicha lengua, pero al acudir a la comunidad de Ayapa, los especialistas del INALI sólo encontraron a dos y se ubicó a nueve más que lo hablan, pero lo negaban por miedo a ser discriminados.
El resto de los encuestados sólo lo entiende, por ello, comenzó en el municipio de Ayapa una labor para que los adultos mayores enseñaran a los pequeños la lengua y el pasado domingo se realizó el «Gwüxa xünh ndxe’ chotz nnumte oote» o Segundo Festival de la Lengua Ayapaneca.
«En el caso de los Ayapanecos hoy tenemos un curso donde están inscritos más de 60 niños y el pasado domingo mostraron cómo están aprendiendo el ayapaneco, esto con la intención de revitalizar esta lengua», señaló López, luego de la inauguración de las Primeras Jornadas de Lengua y Cultura en honor a Víctor Franco, que se realizó en la Casa Chata, en Tlalpan.
El funcionario precisó que actualmente el Plan Nacional de Desarrollo indica que es necesario revitalizar las lenguas en riesgo, por lo que se espera intensificar el trabajo con las diferentes comunidades indígenas.
Incluso el zapoteco, con más de 400 mil hablantes, y el náhuatl, que tiene arriba de un millón 500 mil usuarios, tienen variantes que están en riesgo de desaparición.
«Todas las lenguas indígenas están amenazadas porque tienen menos presencia, se usan menos en las instituciones públicas y estamos trabajando para evitarlo», enfatizó López.
A su vez, la doctora Frida Villavicencio, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), precisó que nadie puede forzar a una comunidad a hablar una lengua indígena, pues cada pueblo tiene el derecho de decidir en qué lengua quiere interaccionar.
Lo que sí es posible hacer es elaborar un archivo digital con grabaciones de las lenguas más amenazadas, proyecto a cargo del doctor José Antonio Flores Farfán quien realiza registros y documenta lo más posible dichos vocablos.
«Cuando sólo quedan dos hablantes y los dos pasan de los 80 años, usted puede hacer muy poco, salvo tratar de registrar lo más que se pueda antes de que terminen de desaparecer y una lengua desaparece cuando se deja de utilizar», señaló
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